Algo especial tiene la voz de Natalia Lafourcade, que, sin importar lo que cante transporta a su público a otras épocas o a sus recuerdos más profundos, no importa si canta sus canciones más viejas o el tema de una película que salió apenas el año pasado.
Esa mezcla de nostalgia, gozo y pasión acompañó a unas 7.000 personas durante el concierto de la mexicana junto a la Orquesta Filarmónica de Costa Rica.
El Anfiteatro de Coca-Cola de Parque Viva lució abarrotado para que esta unión de dos fuerzas latinoamericanas hicieran homenaje a la música del continente y a la trayectoria de Lafourcade.
Con 34 años, la compositora ha trabajado pop, rock, formatos acústicos y canción tradicional latina, y toda esa variedad se saboreó en su concierto.
Tras unos tres años de viajar intensamente promocionando sus álbumes Hasta la Raíz y dos volúmenes de Musas, Lafourcade hizo una parada en Costa Rica, en donde el público la recibió con los brazos abiertos para una noche de ensueño.
Homenajes y nostalgia. Fue justo a las 8:15 p.m. que Lafourcade entró al escenario, con un vestido verde grisáceo y con el cabello trenzado como si hubiera salido de una fotografía antigua de México.
El concierto inició con Vámonos negrito, de su álbum Hasta la raíz (2015), que la llevó a ganar cinco premios Grammy Latino. La percusión caribeña de la canción dio una introducción lenta al concierto, aunque Lafourcade no desaprovechó para lucir su poderosa voz.
Continuó con el bolero Tú me acostumbraste, un tema de Frank Domínguez, y Soledad y el mar, canción que Lafourcade compuso junto a David Aguilar. Ambos son parte de Musas, la vía que Lafourcade escogió para honrar la música latinoamericana.
Las dos probadas de Musas ofrecieron una paleta de los sonidos que acompañarían al público durante el concierto: estaban los sonidos de las cuerdas sinfónicas, la trompeta, el xilófono, y, por supuesto, la dulce voz de Natalia Lafourcade.
“Gracias por llenar este lugar maravilloso, para tener música maravillosa”, dijo Marvin Araya, director de la Orquesta Filarmónica.
“Buenas noches, muchas gracias. Imagínense lo que está sintiendo mi corazoncito en este momento, creo que se me va a salir del cuerpo. Ojalá pueda toparse sus corazones allá arriba”, comentó al micrófono la vocalista
De cuarta en el repertorio, llegó Hasta la raíz, quizá demasiado pronto. Las voces del público y Lafourcade se entrelazaron tanto que a la mayoría se les hizo nudos en la garganta. La canción publicada apenas hace tres años ya es un emblema, una obra infaltable en sus conciertos.
Sin que nadie lo solicitara, el público entero la acompañó con sus palmas durante la mayor parte de la canción.
Inmediatamente la banda continuó con dos canciones más del álbum Hasta la raíz: Lo que construimos y Ya no te puedo querer, ambas igual de nostálgicas e igual de coreadas por el público.
Lo que construimos, de hecho, fue parte de la banda sonora de la película costarricense Entonces nosotros, de Hernán Jiménez, en una escena desgarradora. Quizá por recordar esa película u otro momento íntimo, fue inevitable que algunos se secaran las lágrimas del rostro.
Para alivianar la situación, Lafourcade bailó un poco por el escenario durante el final de la canción e incluso tiró besos al público. Lafourcade había comentado en una entrevista que no tocaría guitarra ni piano durante el concierto y eso, ahora le permitía ser más expresiva con el público.
De nuevo, el repertorio volvió a temas de Musas, con el bolero Alma mía (de María Grever),
“¿Les está gustando?”, preguntó. “Atrás de toda esta música hay mucha preparación de esta orquesta. Las canciones que siguen son parte de mi homenaje Musas, que me ha permitido crecer mucho y entender sobre cómo acercarme a la música con humildad”, señaló Lafourcade.
“Me inspiraron grandes mujeres como Violeta Parra, Frida Kahlo, Toña la Negra, todas las grandes musas que me inspiran del más allá. La que sigue es para una de ellas, Rocío, una mujer libre y fuerte”, agregó.
Lafourcade contó que la letra de Rocío de todos los campos se la había dictado una libélula durante la noche y que era un homenaje a esa mujer, que había sido como su abuela.
Luego interpretó ¿Qué he sacado con quererte?, con la que homenajeó a la chilena Violeta Parra y de nuevo, mostró todos los poderes mágicos de su voz.
Continuó con ¿Para qué sufrir?, una canción dedicada al amor libre ni sujeto a convenciones. “Nunca imaginé que me casaría sin papeles”, recitaba Lafourcade y el público cantaba con ella.
“Hace dos años y medio mi hijo Mario anda detrás de Natalia, perdió dos novias por eso”, bromeó Marvin Araya. “Finalmente lo logramos y ahora estamos viviendo juntos esta noche mágica”, agregó.
Luego, sonaron unos acordes conocidos para la mayoría. En medio de los gritos de emoción del público, la banda empezó a tocar Recuérdame, canción principal de la película Coco y que solo unos meses atrás Lafourcade interpretó en la ceremonia de los Premios Óscar.
Quedó claro que este sería uno de los puntos más altos de su presentación, una noche en la que con cercanía, Lafourcade se reveló como artista.
Por un momento, el concierto volteó su mirada a México. Lafourcade interpretó Derecho de nacimiento, canción que si bien es parte de Musas, se había publicado antes como una campaña de apoyo a la juventud de nacimiento, que clamaba por un cambio en su país.
Los instrumentos sinfónicos realzaron la poderosa canción y la enérgica voz de la mexicana terminó de rematar el momento. Luego, interpretó Mexicana hermosa (ciudad hermosa), un mariachi romántico dedicado a la capital mexicana.
De vuelta a la nostalgia, cantante y orquesta interpretaron Palomas blancas, de Hasta la raíz. El público entero se unió para cantar el coro “y que nunca se acabe nada, de los nuestro”. Fue un momento de comunión entre todas las partes
“La canción que sigue la compuse hace mucho tiempo y bueno, era una adolescente”, dijo la cantante e hizo reír a toda la audiencia, de previo a cantar En el 2000.
“Nunca me imaginé que estaría tan cerquita de Gael García y bueno ya no me sentí tan vacía. Por eso les digo, sigan soñando, que todo eso se cumple”, agregó. Sobre decir que el anfiteatro entero coreó junto su canción más conocida.
Siguió otro tema igual de popular, Un pato. La canción, que ya de por sí es alegre, ganó brillo con el arreglo jazz de Carlos Guzmán.
Como un homenaje a Juan Gabriel, Lafourcade interpretó Ya no vivo por vivir, canción que ella había grabado con la estrella mexicana en el álbum Los dúo. Las emociones del público ya estaban altas y la orquesta las exaltó tocando Tú sí sabes quererme.
Desde las primeras notas de la guitarra, el público se puso de pie y Natalia les invitó a bailar con ella. Ella recorrió todo el escenario cantando y hacia el final de la canción le dijo al público, “¡ustedes sí saben quererme como a mí me gusta!”.
Lafourcade sacó a bailar la director de la Filarmónica y después de un par de compases, siguió bailando sola y gritó “¡los quiero mucho!”. El público intuía que el final se acercaba y por eso, empezaron a pedir otra canción más cuando terminó esta canción.
La cantante se retiró del escenario por algunos minutos, pero volvió con más energía que antes para interpretar Mi tierra veracruzana y Danza de gardenias, en la que repitió sus pasos de baile.
Fue un final alto para una noche de ensueño, realmente. Quien tenía dudas sobre la calidad artística de Natalia Lafourcade y quien ya venía emocionado o emocionada se llevaron un espectáculo de primer nivel.
Fue una velada sentida, intensa, que de seguro dejará marca en los recuerdos de sus asistentes, y dejará la barra en alto para futuros conciertos filarmónicos.
Teloneros
Antes de Lafourcade, el grupo nacional Entrelíneas comenzó la jornada con su repertorio original. El grupo aprovechó al máximo el tiempo que estuvo en el escenario, para tocar sus temas más conocidos.
Iniciaron con el tema Superficial y a la mitad de este lo combinaron con Se siente bien. Como en la mayoría de sus canciones, el cuarteto nacional combinó el sonido del rock con elementos electrónicos para darle un zarpazo de energía al público que tenía en frente.
Continuaron con el sencillo Noches buenas y luego, Mala. Las canciones movidas quizá distaban de lo que ofrecía Lafourcade para después, pero ellos supieron mantener viva la atención del público con sus pegajosos temas.
Durante Malenamorado, pusieron al público a repetir con sus voces lo que hacía Macho Araya en el teclado y aquello bastó para ganarse un aplauso emocionado del público.
Finalizaron su presentación tocando Hasta ver salir el sol.