La banda mexicana Camilo Séptimo se ha ganado la atención del público de su país con un pop de guitarras, sintetizadores y letras espirituales, que hacen a los oyentes sentirse conectados con el universo, con algo más grande que ellos mismos.
Ese éxito lo deben a su talento y al equipo que les ha ayudado a mostrarlo al público en las mejores condiciones. Una buena parte de ese equipo está en Costa Rica.
Viva observó de cerca el proceso del nuevo álbum de Camilo Séptimo, trabajado en los estudios Red Stag, en Los Yoses. Allí, los tres integrantes del grupo se internaron por dos semanas para grabar sus nuevas canciones... sus próximos éxitos.
Conversamos con las mentes del grupo: el bajista Manuel Mendoza (conocido como Coe), el guitarrista Erick Vásquez y el tecladista Jonathan Meléndez.
Los mexicanos viajaron por primera vez a nuestro país en el 2016 para grabar Óleos, el álbum que los colocó como la revelación del rock en su país y que los llevó a abarrotar conciertos en el Teatro Metropólitan y el festival Vive Latino.
“Regresamos para buscar una evolución musical. Tenemos la responsabilidad de hacer algo mejor en esta ocasión”, confesó Manuel Mendoza, el vocalista, en una entrevista en el estudio Red Stag.
El éxito nació en Costa Rica
Los de Camilo Séptimo han tenido éxito de forma independiente, sin estar bajo contrato de ninguna disquera, y ellos creen que esa es la raíz del éxito.
“Si tuviéramos una disquera, no podríamos sacar seis videos para un álbum ni podríamos tener tanto control en esos videos”, aseguró Jonathan Meléndez, el tecladista.
Ellos han escogido a las personas que les acompañan en ese proceso: los que hacen los videoclips con técnicas de 360° como el de Neón), los que hacen el arte de sus discos, los que diseñan las luces de sus conciertos y los músicos que los acompañan en ellos.
En el equipo faltaban “los magos” –como les dice Coe– que les ayudaran a grabar.
Los de Camilo Séptimo se toparon con la música de la banda nacional Patterns hace algún tiempo y cuando vieron que la banda estaría la Ciudad de México para el Festival Marvin quisieron ponerse en contacto.
“Fue algo muy sorpresivo, era un chico que se veía muy tranquilo y que quedó en enviarnos sus ideas. Nunca nos imaginamos todo lo que iba a resultar de eso”, señaló Luigi Jiménez, bajista de Patterns.
La conversación se retomó por WhatsApp. “No los conocíamos en persona, toda la comunicación fue digital y también estaba esa duda de si a la hora de trabajar habría química”, señaló Miranda, baterista y productor de Patterns
“Incluso el plan era que se quedaran a dormir en la casa adjunta al estudio, eso solo aumentaba la expectativa”, añadió Miranda.
Pero finalmente el grupo los sorprendió por el orden que exhibían tanto en el estudio como fuera de éste.
“Ellos cocinaban desayuno, limpiaban la sala después de usarla. Compartimos mucho con ellos y creo que siguen siendo igual de aterrizados aún”, señaló Luigi Jiménez.
Quizá se toparon con un grupo aterrizado, pero después de ese viaje a Costa Rica a finales de noviembre, el grupo despegó.
A finales del 2016, la banda Camilo Séptimo ya había sorprendido al público con su nuevo sonido pop en el sencillo Eres, lanzado en noviembre del 2015 y Neón, en mayo del 2016. Los sencillos se alejaban cada vez más del EP Maya (2014), que los asociaba más con el rock tradicional.
“La idea siempre ha sido buscar la mejor forma de tratar temas espirituales, canciones que le hablen a la gente de buscar su espiritualidad y en algunas otras hablar historias de amor”, señaló Manuel Mendoza, conocido como Coe.
La canción Ser humano, trabajada en el estudio de Miranda, terminó de consolidarlos, consiguiendo que la fanaticada mexicana los pidiera en radios, programas de televisión y festivales.
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En abril del 2017 lanzaron el álbum completo, llamado Óleos y llenaron El Plaza Condesa, un recinto con capacidad para 2.100 personas.
En noviembre, siete mes después, llenaron dos noches consecutivas el Teatro Metropólitan, con unas 3.100 personas cada noche.
“Creo que a la gente le gustó que nos distanciáramos de todo lo que se hace en México, traemos un sonido más electrónico, alejado de lo tradicional”, señaló el tecladista Jonathan Meléndez.
De vuelta en el país
Ahora los mexicanos volvieron para consolidar su sonido. Ellos preparan siete canciones influenciadas por el funk pero con letras llenas de mística.
“En México hay muchos estudios, claro, pero no en todos encontramos la energía y la disposición que tienen ellos. Regresar para grabar las canciones se nos hizo natural”, comentó Meléndez.
Las baterías las grabó Juan Carlos Pardo, quien toca con 424 y Debi Nova, y a Miranda y Jiménez se sumó Tassara, quien también ha colaborado con esos nacionales.
“Es bastante alentador ver que busquen a productores de Costa Rica para hacer esto”, señaló Tassara en el estudio.
“Ellos son personas muy abiertas, siempre se puede sugerir ideas, porque a la vez tienen claro lo que quieren”, agregó el ingeniero en sonido.
Las sesiones de grabación se extendieron durante las dos primeras semanas de abril. En esta ocasión el grupo no se queda a dormir en la casa adjunta al estudio, pero la cercanía se mantiene.
En el estudio se compartían canciones, videos interesantes, cervezas, cigarros,… Y la experiencia la repetirán en setiembre, cuando volverán al país a grabar la segunda mitad del álbum.
La expectativa de continuar el éxito que han logrado hasta ahora es alta. Pero los de Camilo Séptimo creen que es más importante concentrarse en hacer música que les guste y que le ofrezca un sentimiento especial a su audiencia,
“Siempre pensamos en lanzar música allá afuera que tenga vibras y energías que hagan de este planeta un lugar más tranquilo”, dijo Coe. “Nuestra energía, como la vivimos, es lo que se graba y ese mensaje de armonía es el que queremos que le llegue a la gente”, finalizó.