Caminando por detrás del escenario en “fila india”, mientras su imagen era proyectada en dos pantallas gigantes, los integrantes de Coldplay hicieron su entrada triunfal a Costa Rica. Esos segundos desataron la euforia en el Estadio Nacional, la cual pasó a otro nivel cuando Chris Martin, Jon Buckland, Guy Berryman y Will Champion continuaron su recorrido hasta la tarima principal caminando entre la gente, mientras los brazaletes blancos que le entregaban al público a su entrada al recinto comenzaron a encender y cambiar de color.
¿Cuánto tiempo es capaz de esperar un fan a su artista favorito?
Los seguidores de Coldplay en Costa Rica ya pueden responder esa pregunta. Pasaron más de dos décadas y seis giras desde que Martin, Buckland, Berryman y Champion iniciaron su andar musical y pese a que saltaron por años en escenarios de todo el mundo, nunca habían hecho una escala en Centroamérica.
Y ahora, como por arte de magia, están aquí, en el Estadio Nacional, frente a 40 mil fans delirantes por presenciar, finalmente, un show en vivo que no parecía posible para Costa Rica.
Bien dicen que la paciencia es una virtud que premia y eso fue lo que sucedió la noche de este viernes 18 de marzo. Desde que el rumor pasó a ser realidad y se anunció que nuestro país vería a Coldplay de cuerpo presente se supo que que este no iba a ser un concierto más de la banda, pues en este pequeño territorio, la popularísima banda dio inicio a su primera gira mundial en tiempos de pandemia: el Music Of The Spheres World Tour.
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Poco más de cuatro años habían pasado desde la última vez que Chris Martin y compañía habían aparecido dentro de un recinto repleto de público en una gira mundial. Fue en el 2017, cuando A Head Full Of Dreams los llevó a recorrer América, Europa, Asia y Oceanía. Parece que fue hace una vida, en otro mundo.
Pero volvamos al presente, pues ahí estaban los cuatro integrantes frente a miles y miles de seguidores, ticos y extranjeros (fue notable la presencia de público venido de otros países del istmo), quienes colmaron cada rincón del Estadio Nacional para vivir SU momento inolvidable.
¿Que había que cantar y gritar con la bendita mascarilla que tan incorporada tenemos? ¿Quién dijo miedo? Anteojos empañados por Coldplay, por favor.
Era un hecho. Hasta este día las filas virtuales, la desesperación y molestia con la tiquetera que generó múltiples quejas de los fanáticos... todo eso parecía que había quedado en el olvido. Incluso estar dentro del estadio colmado de gente pegando gritos, hombro con hombro, daba la impresión de que la pandemia era ya algo superado (que no lo es).
Con un majestuoso escenario colocado en el lado norte del estadio, una pasarela que llegaba hasta el centro de la cancha y la luna llena como testigo, se apagaron las luces y los primeros acordes comenzaron a sonar. Finalmente ese show, que tantas veces soñamos con presenciar y que llevaba la etiqueta de utopía cobraba vida. ¡Viva la vida!
Sensaciones inexplicables
Tras las gustadas actuaciones de las artistas abridoras, la nacional MischCatt y la estadounidense H.E.R., puntuales, como buenos británicos, los integrantes de Coldplay a las 7:45 p. m. subieron al escenario, tomaron posición y la música despegó con Higher Power, que forma parte de su más reciente producción discográfica.
¿Cómo explicar lo que estaba pasando en el Estadio Nacional?
Los brazaletes de la fanaticada, que se entregaron a la entrada del recinto, se encendían, se apagaban, cambiaban de color y estaban sincronizados con la música. Había confeti de colores saliendo a lo largo de la pasarela y bolas plásticas de colores saltando entre la gramilla.
Simplemente lo de Coldplay era un espectáculo de otro mundo.
El setlist fue de un éxito tras otro, sin descanso: no había terminado de sonar Higher Power cuando ya An Adventure of a Lifetime y Paradise estaban deleitando a las 40.000 almas ahí reunidas.
The Scientist unió en una sola voz el recinto, que coreaba al unisono uno de los mayores clásicos de la banda británca. De repente hubo una pausa: era Chris Martin presentando a sus compañeros.
“Nos sentimos tan agradecidos de estar aquí con ustedes costarricenses. Guatemala, Honduras, El Salvador, Panamá y Nicaragua. Esperamos muchísimo tiempo para estar aquí”, dijo Martin.
Un segundo y más pequeño escenario encendió sus luces rojas y azules al centro de la gramilla y la banda en pleno se preparaba para interpretar su grandísimo éxito Viva la vida. Casi se viene el estadio al suelo. Y luego llegó Let Somebody Go, el nuevo sencillo.
Con las luces apagadas, los brazaletes amarillos se encendieron para darle la entrada a Yellow, el primer gran éxito de la banda y, por supuesto, uno de los más esperados de la noche.
Fue un concierto lleno de sorpresas: de repente Martin estaba cantando al lado de un títere en forma de hada y minutos más tarde las estrellas del show aparecieron con máscaras para interpretar Something Just LikeThis.
Los ídolos surcoreanos de BTS aparecieron en las pantallas y los brazaletes que habían dejado de alumbrar por unos minutos se volvieron a encender. Eran diferentes colores que acompañaban el tema My Universe, el masivo éxito que Coldplay grabó con los referentes del K-pop.
Con un spanglish muy particular, Martin detuvo el concierto para pedirle al público, su público, apagar los teléfonos, ver el cielo lleno de estrellas y cantar con él A Sky Full Of Stars. Había que hacer caso.
Coloratura y Everyday Life continuaron en el repertorio y el grupo hizo el ritual de la despedida que no es despedida. La banda no se hizo de rogar ante aquel monstruo que clamaba el “¡Otra, otra!” y a su regreso un foco se concentró a un lado del escenario para acompañar a los artistas hasta el extremo sur del estadio, donde Martin dejo boquiabierto al público al interpretar la Patriótica Costarricense.
¿Hubo gente que lloró? Claro. Escuchar aquel canto tradicional del espíritu tico en la voz de una estrella mundial de la música le tocó el alma a todos los presentes.
Coldplay es imparable. Cuando una puede pensar que ya ha visto todo de ellos, reaparece la banda cantando Humankind, con un increíble juego de pólvora detrás del escenario. Mientras tanto, Martin decía: “vamos a hacer un desmadre”. Y sí, el público lo tomó literal.
Como esto era una montaña rusa de emociones pasamos de los brincos a ondear suavemente los brazos de un lado a otro para acompañar Fix You, con Chris al micrófono y una bandera de Costa Rica en su bolsillo.
De nuevo estaba el títere en forma de hada sobre el escenario interpretando Biutyful, acompañada de pirotecnia y confeti... mucho confeti de colores. Y así Coldplay recibió una ovación de pie, para después abandonar el escenario.
¿Tan pronto se acabó? ¿Eso fue todo?
Sí, eso fue todo. Pero fueron dos horas donde Coldplay llevó a Costa Rica a ser parte de su universo y eso nunca lo vamos a olvidar.