Dios fue la meta, la fe el camino. Dos grandes de la música cristiana unieron sus voces a la de miles de costarricenses para alabar.
La noche de este viernes el mexicano Jesús Adrián Romero y el estadounidense Marcos Witt lo dieron todo en el escenario del Estadio Nacional para rendirle tributo al amor más grande de todos.
El primero en hacer suya la tarima del recinto deportivo de La Sabana fue Romero. No más subir al escenario, el público le rindió un caluroso aplauso para recibirlo y el artista les devolvió el gesto con la canción Vuelve a llamar y de seguido con el éxito El aire de tu casa .
Con seis grandes músicos siendo cómplices de su arte, Romero se dejó llevar por el romanticismo de sus letras. Curiosamente, el artista ha asegurado muchas veces que sus temas son escritos con tanto amor a Dios que hasta se pueden usar para dedicarlas a un amor terrenal.
Hasta a eso de las 7:30 p. m. el clima parecía ser benevolente con las 16.000 personas que llegaron al Nacional, pero una brevísima lluvia llegó a refrescar un poco el ambiente. Fue algo interesante que esa llovizna cayera justo en el momento en el cual Romero cantaba El brillo de mis ojos , pieza que en su lírica reza: “Eres el agua que quita mi sed, que me refresca y me restaura otra vez”. Justo lo que su muchas almas llegaron esa noche a buscar a La Sabana.
Como es su costumbre, Romero realizó varias intervenciones entre canción y canción. Con las notas del piano de fondo, Romero conversó con el público brindándole mensajes de amor, fe y esperanza.
A la mitad de su presentación ofreció un popurrí de varias piezas que, según él, significaban mucho tanto para su vida personal como para su ministerio pastoral y musical. Así sonaron Qué sería de mí , Cerca de ti , Con manos vacías y Este día especial .
Definitivamente fue un momento lleno de emociones que descargaron una energía positiva que se sintió en el ambiente gracias al ritmo de baladas de las canciones y de los coros que cantaba el público.
La lluvia seguía insistente, pero nadie se movía. El calor de la voz de Romero, pero principalmente las letras inspiradoras y la calidad de las notas musicales provocaban que los brazos se alzaran en alabanza y, cómo no, que hubiera lágrimas en muchos rostros.
Es indiscutible que tanto Romero como Witt son grandes artistas y que durante su trayectoria han logrado darle a la música cristiana una gran variedad. Así lo demostró el mexicano cuando llenó de pop y algo de vallenato al Nacional con Cuenta conmigo y Pegao .
Precisamente, ese doble talento se pudo apreciar cuando ambos artistas compartieron escenario e interpretaron juntos Tu mirada . Se nota la admiración de uno hacia el otro. La compenetración y el entusiasmo de los dos por encontrarse frente al mismo público fue evidente.
El cierre de Jesús Adrián fue una pura fiesta. El adiós llegó con una mezcla de ritmos latinoamericanos muy contagiosos con En la azotea .
Energía. La música electrónica fue la punta de lanza de la presentación de Marcos Witt.
El artista dejó muy en claro con su arranque que la música cristiana es de todo menos aburrida. Las mezclas de los beats sirvieron para cantar Alabemos, tema inspirado en el Salmo 150 que dice que todo lo que tenga vida alabe al Señor.
El estadounidense de raíces mexicanas saltó al escenario a las 9 p. m. junto a sus cuatro músicos y acompañado también por el rapero cristiano T-Bone, quien puso un toque urbano a la primera canción que sonó de Witt en el Estadio.
Siguiendo con la misma línea contemporánea se escuchó Vivo para amarte con sonidos pop electrónicos y las letras del tema proyectadas en las pantallas con colores neones. Mientras los espectadores se contagiaban de la energía de Witt y le daban un gran aplauso a Dios, las ondas sonoras y las luces también jugaban un papel muy importante en el show.
Con Biblia en mano, Witt ofreció sus primeras palabras a los presentes y les recomendó glorificar con oración y música. Esas frases fueron la antesala para uno de sus más grandes éxitos: Enciende , canción que sirvió para crear una estampa hermosa cuando todo el público encendió las luces de sus teléfonos celulares. Aquello parecía como si miles de luciérnagas bailarán de un lado al otro al ritmo de Witt. Acompañado en todo momento por esa pequeña Biblia, Witt mantuvo al público al filo de la algarabía .
Su música, llena de mensajes y pasajes bíblicos y sus palabras de amor y de fueron el cierre perfecto para una noche dispuesta para que miles de gargantas cantaran hacia el cielo.