Con el Teatro Nacional (TN) lleno, el centenario del estreno en París del ballet La consagración de la primavera , del ruso Igor Stravinski (1882-1971), una de las partituras germinales de la música del siglo XX, se celebró el viernes 4, mediante la magnífica ejecución forjada por el director invitado, el húngaro Gregory Vajda, en su primera presentación en el país, y la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).
Asimismo, el segundo concierto de la temporada oficial del conjunto costarricense fue ocasión para el debut aquí del francés Jean-Louis Beaumadier, virtuoso del flautín, como solista en el estreno nacional del Concierto para flautín y orquesta, opus 50 , del estadounidense Lowell Liebermann (n. 1961), compuesto y estrenado en 1996.
Tres acuarelas para orquesta , del costarricense Allen Torres (n. 1955), que datan de 1992, completaron el programa.
Antecedentes. La primera audición en el país de la versión de concierto de La consagración de la primavera fue dirigida por el maestro Irwin Hoffman el 30 de abril de 1999, cuando aún fungía como titular de la OSN, en un concierto que, en aquel momento, no dudé en tildar de histórico, tanto por la excelencia de la interpretación del maestro Hoffman como por el desempeño descollante de cada sección instrumental y del conjunto en su totalidad.
El argumento del ballet también es obra de Stravinski, en colaboración con Nicholas Roehrich, experto en el arte folclórico y los antiguos ritos rusos, y lleva como subtítulo Cuadros de la Rusia pagana, en dos partes . El relato intenta un acercamiento etnológicamente auténtico al culto de la fertilidad de las tribus eslavas del Neolítico, que culmina con el sacrificio ritual de la doncella elegida como ofrenda al dios solar.
Roehrich realizó la escenografía del estreno, llevado a cabo, el 29 de mayo de 1913, por los Ballets russes del empresario Serguéi Diáguilev y la coreografía original la compuso el legendario bailarín Vaslav Niyinski. Por lo demás, casi todos los grandes coreógrafos del siglo XX han coreografiado La consagración de la primavera .
El estreno parisino en el Théâtre des Champs-Elysées es también famoso en los anales de la música debido al bochinche tumultuoso que provocó entre los partidarios de las audacias armónicas y rítmicas de la música de Stravinski y los detractores escandalizados por las disonancias insólitas, extrañezas tímbricas e irregularidades métricas de la partitura que, con el tiempo, se han vuelto parte integral del discurso contemporáneo de la música de arte.
Desempeño. La interpretación modelada por Gregory Vajda y la OSN durante la segunda mitad de la función alcanzó un nivel superlativo: extendida gama dinámica, con una producción sonora amplia y poderosa o tenue y delicada; sonoridades fulgentes, con las cuerdas sedosas, los metales lustrosos, las maderas límpidas; la percusión resonante, diligente y precisa. A la vez, las respuestas del conjunto y los intercambios entre las secciones exhibieron extrema prontitud métrica y rítmica, y la obra transcurrió movida por un impulso incontenible cargado de enorme energía.
Demás obras. Lowell Liebermann se encuentra entre los compositores activos en los últimos decenios que han rechazado los extremos armónicos del atonalismo y el dodecafonismo, así como las extravagancias y arbitrariedades del minimalismo y el posmodernismo, y han hallado en el tonalismo renovado por la influencia del serialismo y la polifonía un asidero estético para componer música de inspirado vuelo lírico, exuberante instrumentación y atractiva profusión melódica.
Con una producción que abarca la mayoría de los géneros instrumentales, concertantes y orquestales y, además, el teatro musical, Liebermann es hoy uno de los compositores estadounidenses más prolíficos y su música deleita, sorprende y cautiva a los escuchas corrientes y, no menos, a los críticos rigurosos.
Los tres movimientos contrastantes del Concierto para flautín y orquesta son emblemáticos de la inventiva, originalidad y elegancia que distingue sus composiciones y, como solista, Jean-Louis Beaumadier labró una interpretación de marcada fluidez y sensibilidad musical y virtuosismo técnico, el soplo parejo y continuo, los tonos diáfanos en los agudos e inusualmente plenos en los medios y grávidos en los bajos.
Al finalizar la primera mitad de la función, el público recibió la conclusión del Concierto para flautín y orquesta con una ovación prolongada, que obligó a repetir el último movimiento.
Las tonalidades y coloraciones de las Tres acuarelas para orquesta , de Allan Torres, derivan de las teorías armónicas del compositor estadounidense Howard Hanson. Interpretadas puntualmente por Gregory Vajda y la OSN al comienzo del concierto, la primera tradujo cierto pointillisme instrumental, con las secciones a menudo fragmentadas, de las que irrumpían brevemente, como buscando protagonismo sin alcanzarlo, algunos instrumentos individuales, sobre todo maderas. La segunda me sugirió una especie de balada, de corte algo romántico, con empleo más completo y unitario del conjunto orquestal; la tercera, influenciada por ritmos de jazz y swing , se aproximaba al tipo de sonoridad desplegada por una big band .