“El plan B no necesariamente es peor que el plan A”. Una amiga mía resumió así la solución de última hora a la que recurrieron el artista Jorge Drexler y la empresa Interamericana de Producciones, ante la reprogramación obligada del espectáculo que daría el cantautor en Costa Rica este martes por la noche.
Para ser preciso, al final sí hubo presentación, así que no podría hablar del show conjugándolo en tiempo condicional simple. Su concierto fue una realidad, en un recinto sin público, a puerta cerrada, pero cumpliendo con todos los detalles técnicos para asegurar una experiencia memorable y con las implicaciones artísticas que Drexler sería incapaz de incumplir.
Una transmisión por Facebook Live permitió acercar las canciones del músico con más de 6.000 personas conectadas simultáneamente y, cerca de 10.000 usuarios únicos a lo largo de la presentación virtual de poco más de una hora.
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El cantautor se ubicó de espaldas a las butacas que se veían vacías, mientras que al final de cada canción los silencios recordaban la ausencia de aplausos. Curiosamente el termómetro de reacciones podía visualizarse en los comentarios al lado y así, desde diferentes puntos del mundo, quienes vimos el concierto sabíamos que cada quien, desde su casa, desde el carro o desde donde fuera, probablemente no estaba haciendo silencio al final de cada pieza, sino aplaudiendo, mientras que esperaba la siguiente canción para corearla.
La experiencia me pareció valiosa por el formato informal evidenciando casi el proceso de montaje de un show acústico e íntimo. Los técnicos del artista se convirtieron en protagonistas cuando se les vio moviendo luces y pantallas, o jalando cables e intercambiando palabras con Drexler quien varias veces dejó ver su incredulidad sobre si aquello estaba saliendo bien.
Además, el sonido y la iluminación fueron perfectos. Sin un solo lunar.
Curiosamente no hubo espacio para una estructura predefinida para el orden de piezas. Fue muy atinada la opción de que la audiencia conectada dirigiera el setlist, mientras que las intervenciones del músico sobre la historia de las canciones y las bromas sobre el coronavirus le dieron fluidez a la propuesta.
El artista dijo que era la primera vez que ofrecía un concierto así y probablemente muchos de los espectadores también por primera vez se aventuraban a algo parecido, en directo, en un formato tan sincero, dependiendo únicamente de una buena conexión a Internet.
Ante la anulación de la posibilidad de que asistiera público a ver al uruguayo al Teatro Popular Melico Salazar, esta nueva versión en línea fue hasta más efectiva: se viralizó y se internacionalizó sin por ello exponer al público a la posibilidad de afecciones de salud.
Ante el cambio de planes, Drexler pudo haber destinado su noche a aplanchar la oreja contra la almohada y la productora a evacuar inquietudes de quienes ya tenían tiquetes, pero en vez de preocuparse, ambas partes más bien se ocuparon y eso es lo que más se agradece.
Hay artistas que prefieren mantener su música en un baúl al que solo quienes paguen por ella tendrán acceso. Otros en cambio, tienen la disposición de democratizar su obra y hacerla pública sin que venga con mala cara.
Este concierto queda como un recordatorio de que el ingenio puede sobrepasar el miedo ante las alertas y que, definitivamente, hay momentos donde parece que algo está a punto de perderse y, más bien, todo se transforma.
EL CONCIERTO
Artista: Jorge Drexler
Organización: Interamericana de Producciones
Fecha: 11 de marzo
Lugar: Teatro Popular Melico Salazar / Facebook Live