En poco menos de dos horas, el repertorio Ricky Martin se convirtió en vehículo para la nostalgia, combustible para el baile y chispa para encender el enamoramiento.
Todos esos son fundamentos básicos en la obra del boricua. Por lo tanto, era previsible encontrar variedad, dinamismo y mucha energía en su espectáculo. Al agregarle toda la orquestación sinfónica diseñada para el concierto, aumentó la calidad de su música y se exaltaron los sentimientos presentes en sus canciones.
Su presentación consiguió mantener vivo el disfrute evocando principalmente sus éxitos noventeros. No es que no tenga material relevante proveniente del siglo XXI, pero, para efectos de centrarse en los éxitos, el grueso del setlist proviene del siglo anterior.
Parte del encantamiento del público está justamente en la evocación de otras etapas de sus vidas por medio de las canciones. Además, como el artista se mantiene con tan buen nivel, el show hace que esas memorias se sientan aún más vívidas.
La realidad es que el cantante está en plena forma. Lo dejó claro con la proyección de su voz, su vivacidad en el escenario y el ánimo con el que bailó cada vez que pudo. Otro de sus atributos, si se quiere ver así, es su conciencia para no sobre-esforzar la voz en ciertos momentos. En el coro de Vuelve, por ejemplo, eligió cantar la voz más grave del coro (son dos voces en la grabación), sin restarle ímpetu a la gran balada.
La misma canción presentó uno de los arreglos orquestales más completos de la noche. Las capas que agregaron los vientos y las cuerdas a la instrumentación habitual, crearon un ambiente redondo, acentuando la melancolía de la pieza.
Livin la Vida Loca fue otro de los temas con los arreglos más entusiastas, dándole una nueva piel a la canción, con un aire que la hacía sonar como si hubiera sido adaptada para una película de James Bond.
Dentro del aspecto orquestal me quedé con el sinsabor de que la directora Luissana Padilla tomó la batuta solamente en la pieza Fuego de noche, nieve de día. Al final, fue el maestro Marvin Araya quien estuvo por más rato al frente de la orquesta ensamblada para este concierto. La ejecución de 40 mujeres músicas añadió tanto solemnidad como profundidad. Ojalá pudiéramos ver más seguido a una orquesta con esta conformación. ¡Aplausos para ellas!
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Por otra parte, destaco el protagonismo que tuvo la cellista Beatriz Rojas en la canción Asignatura Pendiente, donde sobresalió acompañando a Ricky en una versión que no tenía más que cello y piano. Uno de los mejores momentos de la noche fue la ovación masiva que vino cuando el artista resaltó su participación.
La dinámica del repertorio se manifestó con un arreglo folky en Con tu nombre —muy apegada a la versión del MTV Unplugged del 2006— o la encarnación audaz de la obra tropical La Bomba.
Los aires bailables también se mantuvieron despiertos en temas como La mordidita (el tema más reciente del repertorio - 2015) María (que no tuvo arreglo de orquesta) y Lola, Lola, dando espacio para que la banda de Ricky sobresaliera. ¡Qué pedazos de músicos bajo la dirección de Dave Cabrera!
La puesta en escena para el acomodo de la orquesta, los visuales elegantes y la calidad del sonido se sumaron a hacer de este uno de los mejores espectáculos que han pisado estos suelos este año. El show de Ricky Martin con orquesta fue dinamita pura.
EL CONCIERTO
ARTISTA: Ricky Martin + orquesta
FECHA: 31 de agosto
LUGAR: Parque Viva
ORGANIZACIÓN: ONE Entertainment