Con 30 años de carrera, a inicios de esta década Los Ángeles Azules todavía no contaban con el renombre internacional que cargan ahora.
Si bien la agrupación había caminado un buen recorrido, su popularidad tuvo un refrescamiento significativo a partir de su participación en el festival Vive Latino del 2013 y el lanzamiento de un disco de duetos.
Desde entonces, el conjunto alcanzó a un público más amplio y variado, pero además se convirtió en una propuesta de moda más allá de las fronteras mexicanas, por ejemplo, en Costa Rica.
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Más allá de esa popularidad, su música es inevitablemente contagiosa, aunque esta se mantenga aferrada a los estándares de la cumbia clásica, sin mayores atrevimientos compositivos.
No toda cumbia tiene los mismos resultados con el público. Es decir, no cualquier ritmo movido es tan pegajoso como cuando lo interpreta una banda como esta.
Una muestra de estas diferencias podría identificarse en lo poco efectiva que fue la participación del dúo cumbianchero Elidian en el mismo concierto. Este proyecto se presentó rato antes de la agrupación estelar, y no dejó la mejor impresión.
La presencia de la dupla, acompañada por varios bailarines, tuvo espacio seguramente por el vínculo familiar de sus miembros con uno de los integrantes de Los Ángeles Azules pues no es un proyecto de calidad. Este sábado, al menos, ni la afinación ni la conexión con el público fueron parte de su show.
Dejémoslos ahí y volvamos a la banda protagonista de la noche. Es cierto que su repertorio puede resultar monótono por las similitudes entre algunos temas.
Sin embargo, entre ellos, aparecen algunos potentes, como Toma que toma o la obra instrumental La cumbia picosa. Con ellos, la oferta se revitaliza constantemente.
Muchas de las piezas comienzan con un motivo fácilmente reconocible que proviene del acordeón o el teclado.
Se le suman el bajo y una percusión con la característica güira, una maraca y las congas, mientras que un cuarteto de vientos aparece para darle más fuerza a la melodía principal o para replicar con un motivo adicional.
La alternancia de vocalistas durante el show también trae variedad, y pone en evidencia la presencia de diferentes coloraturas vocales que se aprovechan según lo que requiera cada tema.
Hay 17 integrantes en tarima y ninguno se queda sin aportar algo significativo; por ejemplo, los vocalistas, si no están cantando, se les ve participando en coreografías bien sincronizadas que, a su vez, resultan contagiosas.
Todo sumó para que Los Ángeles Azules ofrecieran un espectáculo de altura sin tener que recurrir a algo más allá de su enérgico y entretenido repertorio.
Más allá de lo musical, no puedo quedarme sin mencionar el hecho de que el público nacional incluyó un par de ofensas chabacanas gritadas en medio del coro de una de las canciones más populares de la banda.
La intervención se hacía previsible, debido al impacto que ha tenido la versión de esa pieza que interpreta una banda local. Aquello fue un lamentable acto de participación grupal en una manifestación de misoginia que pretende solaparse como “puro vacilón”.
Para cerrar con el bemol, cito un tuit de mi amiga Camila: “Hay dos tipos de personas. Los que cuando oyen Cómo te voy a olvidar, gritan ‘perra’ y ‘sucia’. Y los que no. Sean como los que no. Gracias”.
EL CONCIERTO
ARTISTA: Los Ángeles Azules
INVITADOS: Los Ajenos, Elidian
LUGAR: Anfiteatro Coca Cola, Parque Viva
FECHA: 26 de mayo
ORGANIZACIÓN: Arceyut Producciones