
Las venidas de Señor Loop a Costa Rica suelen ser citas dobles, pues una sola no basta.
La capacidad de convocatoria de la agrupación panameña no ha mermado en los más de 10 años que lleva visitando nuestro país; por el contrario, se mantiene en crecimiento. Un Jazz Café se les va haciendo cada vez más pequeño.
Curiosamente, me atrevo a decir que su calidad interpretativa también ha venido en alza. Es difícil pretender hacer una comparación cualitativa entre cada una de sus presentaciones anteriores, pero al menos es la sensación que acompaña tras presenciar un concierto fluido e inspirador, con numerosos picos, una ejecución visiblemente honesta y, además, en el que no hubo fallos evidentes.
La banda, que ha tenido múltiples inspiraciones musicales, tiene un rendimiento igual cuando da potentes muestras cargadas de rock, así como también cuando sus canciones tienen aproximaciones de sonidos más latinos.
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Sin establecer lineamientos estrictos, en otros temas celebran algunas influencias de jazz y encantan de la misma manera con temas reposados que resultan reflexivos.
Su último disco, Vikorg (2013), es la muestra más fiel de la mezcolanza que habita en la piel de este cuarteto. Es la tercera vez que la agrupación visita Costa Rica con dicho disco a cuestas, por lo que su repertorio no necesariamente apuesta por las sorpresas.
Los arreglos para los conciertos, sin embargo, siempre incluyen adaptaciones alejadas de las versiones en estudio. Algunas de esas variaciones se identifican en los puentes extendidos o en outros que se elevan eternamente hasta reventar al final.

Las interpretaciones en directo evidencian que las canciones de la banda tienen construcciones que funcionan como arcos dramáticos, donde se van cargando poco a poco, intencionalmente, hasta alcanzar un clímax que se identifica claramente.
La banda es muy buena para darle personificación a su lírica inteligente con un dramatismo que se acentúa con la excelente ejecución de matices.
Ahí se valora la amalgama perfecta del conjunto, favorecida porque el cuarteto base se ha mantenido intocable desde el 2007, un hecho que va más allá de ser un detalle.
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Además de ellos, en concierto se les suman el percusionista Tony Drums y el experimentado trombonista costarricense Andrés Cervilla, quien, si bien no está en tarima en todas las piezas, sus inserciones adquieren relevancia con algunos solos o pequeñas melodías significativas. El trombón tropicaliza pero le aporta también a la beta jazz con buen tino.
En las composiciones de Señor Loop sobresalen los detalles. Son pocos los temas cargados de capas sonoras. En la mayoría, más bien, la base rítmica se sostiene y sobre ella van cayendo elementos puntuales y va sumándose la lírica hasta que, en conjunto, se elevan con intensidad hasta la culminación potente.
Ese juego de emociones consigue una conexión indivisible con la audiencia y, probablemente, es eso lo que provoca la sensación de que, como concierto, es una experiencia inmejorable. Sin duda es una fortuna tener a la banda en el vecindario y poder verla en vivo sin que el tiempo de espera se haga largo.

El grupo se presentará de nuevo este sábado 30 de setiembre en Jazz Café San Pedro, a las 10 p. m. El costo de la entrada es de ¢12.000.
El concierto
Artista: Señor Loop
Lugar: Jazz Café Escazú
Fecha: 29 de setiembre del 2017.