¿De qué está hablando el Cuarteto de Nos?, y, además, ¿qué es exactamente lo que está tocando?
Las dos preguntas son constantes a lo largo de su show. Sin embargo, no hace falta que las respuestas lleguen antes de que el concierto acabe. En su lugar, es inevitable caer en el disfrute y la sorpresa antes que en la necesidad de evacuar dudas.
Es asombroso el fraseo y la creatividad de las líricas de Roberto Musso (vocalista y guitarrista) en letras extensas que, cuando llegan al final, sumaron ironía, humor, crítica o existencial, indiferentemente si la canción era una crítica política o una anécdota imaginaria.
Más asombroso es todavía ver y escuchar cómo esas composiciones son coreadas de memoria de cabo a rabo por un público que nunca salió del éxtasis. (En Costa Rica agotaron tres noches en Jazz Café.) Cada línea trae una idea ingeniosa, una historia curiosa, una rima inteligente, una muestra de lenguaje amplio.
Para una muestra, un verso de la canción Hoy estoy raro: Y yo a media luz, ponía un blues y mi abuela a Jesús, le pedía que Gardel no fuera de Toulouse / Yo pinchaba con su cruz, los granos de pus por mi alergia al mousse, ¡achús!
Una banda muy rara es esta y por eso, justamente, El Cuarteto de Nos es una propuesta irrepetible. No hay una fórmula en un esquema tan abierto, dispuesto a ser irreverente hasta en la manera de estructurar su propia obra. Con la veteranía de esta banda también es evidente que se mantiene latente la intención de seguir divirtiéndose al tocar, al escribir, al motivar a la audiencia a sumarse con sus voces en cada melodía.
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Por primera vez visitando nuestro país, la agrupación hizo un repaso justo de su destellante discografía. En perfecta confabulación entre los cinco integrantes en tarima iniciaron el set con una serie de hits enérgicos (Punta Cana, El hijo de Hernández, Ya no sé qué hacer conmigo). Canciones matonas pero también un poco cómicas; cada una de ellas coreable.
Rítmicamente, la propuesta no se agota en versatilidad. ¿Rock rap ¿Cumbia? ¿Insinuaciones con el ska? De todo esto hay en el repertorio que es como una paleta de temperamentos. No hay pop como el género estrictamente lo demanda, pero aun así las piezas consiguen ser pegajosas, haciendo que la audiencia responda con cánticos como los de una barra eufórica en el estadio.
Musso tiene una presencia fuerte, igual que Santiago Tavella (bajo), quien a veces toma la voz principal, pero la solidez también es patente en la labor de Gustavo “Topo” Antuña (guitarra), Álvaro “Alvin” Pintos (batería), y el más joven del grupo, Santiago Marrero (teclados).
El sonido no fue lo más lucido de la noche, a veces impidiendo apreciar las líneas de cada instrumento. Se queda como el único elemento mejorable de un setlist que concluyó con un par de pistas icónicas en un encore obligado: la sátira Llegó papá y Yendo a la casa de Damián. Este y otras piezas de El Cuarteto de Nos deberían ser declaradas himnos latinoamericanos y estudiadas en las clases de Español. Esta es una banda tan rara como buena.
FICHA
Artista: El Cuarteto de Nos
Fecha: 28 de marzo
Producción: Jazz Café