Dos recuerdos se quedan en mi memoria como momentos que definen la euforia de la segunda fecha del Festival Picnic 2023. En la tarima Jogo, Los Fabulosos Cadillcas y su veteranía llegan al coro de una de sus canciones más reconocidas y la euforia, como por arte de magia, une a una multitud con tres poderosas sílabas: MAL-BI-CHO. Esta, quizá, fue la palabra que resonó más fuertemente en Pedregal este sábado 4 de febrero, durante un show del que pareció ser la banda con el mayor pegue intergeneracional.
El otro momento que pareció impactar significativamente a la audiencia fue la aparición de Reik durante el show de Ozuna, para junto interpretar la pieza Me niego. La ocasión fue valiosa para ofrecer en vivo la colaboración que grabaron juntos en el 2018, pero especialmente para que el público aflojara el galillo.
LEA MÁS: Festival Picnic: Ozuna y Reik cantaron juntos en un candente cierre
Es innecesaria la comparación entre la primera y la segunda fecha del festival, pero noté mejor armada la alineación de artistas para el sábado 4 de febrero, con mayor concordancia en su generalidad. Como puntos positivos estuvo el orden, la puntualidad generalizada y la ausencia de Eladio Carrión.
Temprano en la tarima más grande, la banda nacional Entrelíneas dio un show con las mejores condiciones técnicas, frente a una audiencia aún escasa. En el escenario Jogo el reggae de Mentados vibró enormemente.
Caloncho, de México, estuvo ahí poco después. Tras su visita el año pasado al Mercadito de La California, una presentación mucho más masiva fue un justo premio a su vínculo amoroso con la audiencia tica. Él y su banda manejan muy bien al público con temas frescos de amigables melodías. Puntos extra para la invitación de la nacional Abbie, que subió a tarima a cantar Como éramos antes.
La tarima Hideout, de música electrónica, tenía una sobretarima muy llamativa, con luces LED que reforzaba la gran pantalla trasera. Ahí vi al dúo In Be Twin y a otro local, Will the Kreator. El pecado del espacio fue la contaminación sonora y molesta que se colaba desde el escenario Jogo. Estando ahí dentro, bajo techo, se podía reconocer perfectamente cuál canción interpretaba el artista que estuviera afuera.
Otra oportunidad de mejora en cuanto a tarimas es replantear el escenario de artistas nacionales. En él se presentaron locales con amplia espuela como La Milixia, Kadeho, Alphabetics, Pedro Capmany, Voodoo o Magpie Jay. Picnic tiene el atributo de incluir a exponentes ticos desde su primera edición, pero resulta ofensivo para el talento local exponerlo a amenizar la cena de los comensales. Sin duda la intención es buena, pero la ejecución bien mala. Apoyar no es solo cumplir con cuotas de presencia.
Volviendo a lo bueno, Cafres, con una propuesta clara y los estándares altos, no falló con su reggae contagioso. Con quienes me sorprendí fue con los mexicanos Reik, uno de los puntos altos del día. Balada tras balada mantuvieron al público extasiado, a veces mezclando reggaeton con pop, otras veces con interesantes armonizaciones vocales y un excelente manejo de la audiencia. Quedó claro que su repetición consecutiva en el festival fue un mérito de la producción.
LEA MÁS: Festival Picnic 2023: una fiesta donde cada quien es feliz a su manera
No pude ver al acto curioso del día, Elvis Crespo, pero sí encontré una sorpresa más con Jhay Cortez, con un show dinámico, una buena banda, bailarinas y una presencia siempre cercana y atenta al público. Jowell y Randy, en cambio, muy buenos, pero como para show del entretiempo de un partido de fútbol de segunda división. Una pareja para el olvido.
Dentro de lo mejor estuvo Café Tacvba, banda que tuvo poco más de una hora para volarse con 11 temas de su amplia discografía. Su show ha evolucionado poco durante los años, pero vale más el espíritu de armonía y jolgorio que se arma cortesía de sus canciones. Sus letras significativas e imaginativas unen y eso se agradece cada vez que se les ve en vivo.
Con Fabulosos Cadillacs ocurre algo similar, solo que con un poco más de fiesta. De su catálogo se desprenden temas inolvidables que levantan la energía incesantemente. Si Malbicho encendió la mecha, Matador reventó la bomba para un público agradecido. A pesar de la amplificación llevada al límite, ganó la euforia y las ganas de celebrar la energía incansable de los señores argentinos.
Ozuna, que cerró el escenario principal, fue artífice de permanente emoción. El “negrito de ojos claros” usó gafas oscuras durante toda su presentación cargada de hits, desde Criminal hasta Te boté. Merecedor del espacio de headliner, el puertorriqueño fue sudor y éxtasis.
El festival Picnic cerró otra edición que, hace pensar, si quizá algún día podrían potenciar la idea de realizar no uno, sino varios festivales para públicos metas más segmentados. Por ahora, lo hace muy bien como un festival con colores para todos los gustos.