Crónica: En México, la banda tica 424 busca una larga carrera

En el Foro Indierocks de la Ciudad de México, la banda nacional 424 dio este jueves 29 de noviembre su primer concierto en solitario, es decir, no como parte de una gira y no como parte de un minifestival. En cinco años de visitar el país, al grupo le han sobrado invitaciones.

El recinto del concierto se ubica en la Colonia Roma, un barrio histórico para la ciudad y la misma zona en la que los cuatro miembros del grupo (Felipe Pérez, Leo Valverde, Guayo Mena y Juan Carlos Pardo) vivieron en el 2013 un mes entero en la capital mexicana.

Aquella ocasión la aprovecharon para promocionar su primer LP, Oro (2012), con una gira de seis fechas. Hoy atraviesan el territorio mexicano tocando las canciones de Siempre mar (2016), en una gira patrocinada por una cerveza local.

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La parada por la capital mexicana no estaba planeada en esa gira, pero era inevitable para un grupo que ha estado en la ciudad en importantes teatros y festivales. En marzo, por ejemplo, harán su segunda aparición en el Vive Latino, festival más importante del rock latinoamericano.

“Estas son calles que conocemos, hemos caminado por aquí miles de veces”, señaló Guayo Mena, guitarrista, mientras se dirigía a la taquería Álvaro Obregón. Al finalizar de comer, un mesero se acercó con una tableta lista para cargarle a su tarjeta la comida. “Esto sí ha cambiado (poder pagar con tarjeta)”, agregó. Esa es de las pocas cosas que no se sintieron familiares aquella noche.

El concierto más largo

Después de la participación del grupo Baltazar, de Guadalajara --con un sonido que toma del indie y la nueva ola del rock psicodélico--, 424 llegó al escenario del Foro Indierocks cerca de las 11 de la noche.

Iniciaron con Ánimo, primer sencillo del álbum Oro (2012), el primer álbum que los trajo a México, y continuaron con Cediendo, del disco que promocionan en esta ocasión, Siempre mar (2016).

“Nos encanta estar de vuelta en México, ¡pura vida!”, dijo el vocalista Felipe Pérez al público. En frente suyo había una combinación entre jóvenes mexicanos y músicos ticos radicados en la capital mexicana.

El cantautor Daniel Patiño, por ejemplo, asistió junto a Lito y Diego Padilla, dos hermanos que lo acompañan en su nueva banda, como bajista y baterista, respectivamente. Ellos aprovechan cada visita de un grupo nacional para asistir (Diego Padilla, de hecho, acompañará al grupo Patterns esta noche en su concierto en el Teatro Metropolitan).

“Vamos a tocar el concierto más largo que hemos dado aquí en México”, anunció Pérez, después de interpretar Lengua, canción que los más cercanos al escenario recitaron entera.

Durante los temas En la mañana, Socórreme, Atlántico, la pantalla al fondo del escenario proyectó escenarios familiares: vimos en tomas aéreas un atardecer desde la montaña, cataratas, el volcán Turrialba haciendo erupción y Puerto Limón.

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Entre el público estaba Pablo Loaiza, baterista de jazz que reemplazará a Juan Carlos Pardo en los últimos conciertos de la actual gira de 424. “Yo soy de ahí”, me dijo cuando apareció el Volcán Turrialba en la pantalla. “¿Qué significa para usted una catarata ahorita?”, pregunté. “No siga porque lloro”, dijo entre risas, y se apartó.

Igual de impresionados con las imágenes estaban los miembros del público, que no desaprovechaban las pausas entre canciones para pedir que tocaran sus favoritas. “¡Las olas!”, “¡Gala!”, pedían a gritos.

El cuarteto interpretó Chica de humo y Gala acompañado por los coros del público, dos temas que reflejaron la cercanía entre 424 y México. Chica de humo es una versión del clásico del mexicano de Emmanuel y Gala, tiene un videoclip filmado en las cascadas de Aculco, en Estado de México.

La relación quedó patente cuando el público cantó con ellos esos dos temas, bailó y saltó de alegría. El clímax del concierto anunciaba también el final del mismo. Al ver a los integrantes del grupo salir del escenario, el público mexicano empezó a pedir más.

Los nacionales regresaron para tocar Las olas y Lógica y una vez más sobraron los que cantaban y bailaban con ellos. Los conciertos de Arcade Fire, grupos locales y el hecho de que era miércoles le puso cuesta arriba a 424 llenar el Foro Indierocks, al que asistieron unas 60 personas.

A pesar de no ser multitudinario, el concierto fue prueba de por qué un festival como el Vive Latino los querría de nuevo en su cartel y el público mostró lo mucho que aprecia una banda fresca a lo que pueden escuchar de su propia escena. En México el grupo ya tiene raíces, y este año está conociendo más ciudades. Queda la certeza de que este país será el vehículo para que los ticos tengan una extensa carrera.