Hace no mucho, cuando Daddy Yankee hizo una colaboración con Bad Bunny y Lunay para el tema Soltera, se viralizo un tuit que decía: “así se ve el pasado, presente y futuro del reguetón”.
Rápidamente, apareció otro internauta para corregir lo dicho: “el presente, pasado y futuro es Daddy Yankee”.
No se equivocaba: aún mientras se escriben estas líneas, en el concierto de despedida de Daddy Yankee para Costa Rica, la afirmación es válida.
Porque aunque Daddy Yankee esté en su gira de despedida, nada cambiará: seguirá sonando en celebraciones (sea en un antro o una fiesta colegial) por siempre.
El domingo 23 de octubre, en su segundo concierto de despedida en suelo tico, Daddy Yankee dio la última saboreada en vivo de sus dotes con el micrófono en mano.
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Sí, legendaddy
Puede que el último álbum del “Cangri”, lanzado a comienzos de este año, esté lejos de ser uno de sus mejores. Pero no importa: el puertorriqueño lo títuló como Legendaddy por la simple razón de que, en primer lugar puede, y en segundo para que quede como el testamento final de su carrera.
Algunos de esos temas aparecieron en su segunda noche (como Campeón y Remix) y, si bien no sacan la misma llama que su catálogo más exitoso, comprueba que en su voz está el hechizo de la fiesta.
Justo con esas dos canciones comenzó la bellísima noche del domingo, plenamente despejada, libre de lluvia... Casi prefabricada para que esta despedida ocurriera.
Allí salió con un traje dorado y negro y su invisible corona. Para abrir, preguntó: ¿quieres saber qué significa Legendaddy? Lo dijo más como una profecía de lo que se vendría en las siguientes dos horas.
Daddy Yankee apareció con el holograma de gorila que mueve los labios mientras cantaba Machucando, pieza que desde el 2005 mantiene una explosión única. Desde el inicio, el puertorriqueño mostró que sigue rapeando increíble a sus 45 de edad.
En Rumbatón hizo lo que debía hacer: mover su cuerpo. Puño arriba, bailando y sacudiendo su cadera, hizo lo que pocas veces deja ver en sus videoclips. Daddy Yankee se movió al grito de cumplidos de los ticos.
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Tú me dejaste caer gritaron después las bocinas y el “Big Boss” empezó a lanzar piropos entre las estrofas. Improvisando líneas y dejando ver su garganta prodigiosa, fue simplemente explosivo. Apareció más fuego en el escenario y el más bello caos se desató en casi treinta mil personas que corearon el tema.
Mayor que yo deja ver el secreto de su éxito: cantar coros pegajosos que luego se intercalan de estrofas rapeadas que solo su talento podría conjurar.
Después, Daddy Yankee ejecutó una astuta suerte de remix. Debo confesar, tras ya varios años de ver conciertos de reguetoneros, que nunca había visto una puesta en escena tan astuta.
El puertorriqueño cantó Mami no me dejes solo, Tu Príncipe, Yo voy, Sal y perrea, Soltera, Despacito, Baila baila, China, La Santa y X última vez acompañado de hologramas de Wisin, Zion, Pitbull, Luis Fonsi, Sech, Ozuna y Bad Bunny, diseñados especialmente para la gira, una decisión completamente refrescante.
El cuerpo de baile también brilló. Hubo dos segmentos del conciertos en que Daddy Yankee dejó el escenario para cambiarse de ropa y dejó en solitario a los bailarinas en escena. Las pantallas del concierto recrearon un barrio en el que los bailarines se movían, dando a entender que la música de Daddy Yankee pertenece allí, a las pequeñas comunidades que escuchan sus temas desde un altavoz compartido.
Precisamente, después de ese interludio sonó Somos de calle, pieza del 2008 que escuchada hoy suena no solo como un himno, sino como una apología de los condimentos del reguetón. El género es de la calle para la calle —por eso nos susurra tan al oído a los latinos— y es gracias a Daddy Yankee que se institucionalizó, más allá de cualquier crítica por parte de los sectores más conservadores de la música.
“Vamos a aprender de los regalos que nos da el barrio”, dijo tras cantar, con tono nostálgico. “Yo vine desde cero, desde la absoluta pobreza y cumplí mis sueños. Quiero que sepan que ustedes también pueden”.
Tras la jornada de éxitos musicales, la pregunta vuelve a aparecer: “¿quieres saber qué significa Legendaddy?” Pues significa no tener chance de bajar el celular para quedar grabar todas las canciones; involucra incluso sacrificar los apuntes para escribir esta crónica. Involucra soñar, desde cada trinchera, en acabar los días con una corona invisible como lo hizo Daddy Yankee, el más grande.