Daniel Meoño Leitón, a sus 10 años, actúa con una madurez que supera su edad. No solo lo hace sentado en el piano, sino también al hablar.
“Me siento muy honrado”, dice con entereza a la hora de emprender una entrevista por su incipiente pero prometedora carrera.
Con solo seis años de estar envuelto en el mundo de las teclas y la música, es considerado una de las grandes promesas del piano tico y lo comprueba con creces desde el exigente Instituto Superior de las Artes (ISA), semillero de instrumentistas que han puesto el nombre de Costa Rica en alto como Daniel Chen e Izmael Pacheco.
Emociones desde el piano
Daniel Meoño Leitón comenzó en el piano por la fascinación de su familia. Su padre Mauricio, de hecho, es pianista, e incentivó al pequeño para probar qué tan cómodo se sentía con las teclas.
“Es un orgullo gigantesco”, dice Mauricio, a la luz de los recientes acontecimientos que ha vivido su hijo.
En setiembre, Daniel se presentó en el Carnegie Hall, el prestigio recinto neoyorquino de espectáculos musicales. Además, obtuvo dos primeros lugares en concursos internacionales (el Odin International Music Competition de la Unión Europea y el Four Notes International Piano Competition de Emiratos Arabes Unidos) y dos segundos lugares (el Internacional Music Competition Procida Island de Italia y el Great Piano Masters Rudolf Kehrer de Rusia).
Además, fue reconocido por la Universidad Nacional como estudiante destacado del 2022; cabe destacar que el ISA pertenece a este recinto académico.
“Es un orgullo muy grande el hecho de poder participar en estos concursos y aún más que me elijan del jurado de otros países y que reconozcan todas las horas de trabajo, esfuerzo y disciplina que implica preparar el repertorio”, afirma el niño.
Teniendo a Johann Sebastian Bach y a Serguéi Rajmáninov como sus compositores predilectos, Daniel ensaya dos horas a diario apenas llega a su casa de la escuela. Además, tiene tres clases a la semana en el Instituto Superior de las Artes, donde recibe la mentoría por parte de destacados maestros como Emanuel Avila, Ludmila Melzer y el director, Alexandr Skliutovsky.
“El país no puede perderle el ojo a músicos como estos que están para grandes cosas”, dijo Skliutovsky para referirse al talento del niño.
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Para Daniel, todas estas palabras son de mucho ánimo y, desde que se presentó por primera vez a los cinco años, le han ayudado a tener confianza suficiente en el escenario.
“Cuando estaba muy pequeño, casi que no conocía los nervios”, admite. “No siento que pueda pasarme algo malo en el escenario. Ha sido algo natural (tocar en público) y la interacción con la gente me genera muchas emociones y me entusiasma para seguir mejorando”, asegura Daniel.
Actualmente, el joven tiene a la vista dos obras: Etude no. 23 de Frederic Chopin y Piano Concerto No. 1 de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, con la esperanza de tenerlas listas por si otro concurso aparece.
“Me siento muy motivado y muy apoyado. Mis papás han sido un gran soporte y han puesto muchísimo esfuerzo para que yo siga creciendo. Me siento muy feliz y entusiasmado”, finaliza.