Hace 20 años, Deborah Nowalski cumplió 14 veranos y aceptó su primer trabajo en la música, como corista de la banda local Gandhi. “Era una carajilla. No sé cómo mis papás me dieron permiso. Mi primera gira fue a Guácimo”, recuerda.
Debi Nova es el nombre bajo el cual la archivamos hoy. Una musa de ojos verdes que cuando habla de giras piensa un poco más allá; con ambiciones de invadir al público latino del mundo con su música original. No obstante, tras más de 10 años de carrera en solitario, sus expectativas se han transformado.
Debi se dio a conocer al trabajar con artistas como Sean Paul, Ricky Martin y Britney Spears, antes de lanzar su primer éxito, One Rhythm , en el 2004. Sin embargo, su primer disco llegó en el 2010, titulado Luna nueva y editado por la disquera anglosajona Decca Music.
Drummer Boy –primer sencillo del álbum– alcanzó bastante popularidad en Costa Rica y mediano alcance en el mercado estadounidense, al cual iba dirigido el tema, con una producción similar a la de artistas latinas que han irrumpido en Estados Unidos, como Shakira.
Después del disco, Nova decidió enfocarse en el público latino, gracias a la oportunidad que le ofreció el cantante venezolano Franco de Vita de colaborar con él en un tema y acompañarlo en una gira de 60 conciertos por Latinoamérica.
Así las cosas, la tica lanzó en junio de este año su segundo álbum, Soy , completamente en español y con temas que considera más suyos que los de su material de debut. Tanto es así que, en entrevista con Viva, comentó que siente que este es, en realidad, su primer disco.
Lea a continuación un resumen de esa entrevista, en la que Nova se extiende acerca de su percepción del mercado musical y de la música latinoamericana contemporánea.
Su primer disco lo produjo Gustavo Santaolalla, y Soy lo trabajó con Cachorro López; grandes nombres de la música latina. ¿Cómo se diferencian los aportes de los dos?
Trabajan de manera muy diferente. Santaolalla es una persona que se va más por impulsos e ideas; él tiene una visión y comunica esa visión, y la gente que trabaja con él ayuda a ejecutarla. Cachorro es lo contrario; él se mete al estudio, probablemente sin una visión tan clara, y empieza a trabajar para descubrir esa visión. Con él trabajábamos seis días a la semana, como de 11 a. m. a 10 p. m., por dos meses, y él estuvo ahí todas esas horas conmigo, sin moverse del estudio.
Luna nueva salió bajo el sello Decca Music, y Soy salió bajo Sony Music. ¿A qué se debió el cambio?
Con Decca había expectativas que no dieron frutos. Es una disquera norteamericana y allá el mercado es complicado. Después de ese disco, decidimos mutuamente que tal vez no era lo mejor seguir trabajando juntos, y luego atravesé por un cambio muy fuerte después de Luna nueva ; de hecho, por eso fueron cuatro años los que tardé en hacer el nuevo disco... Fue un cambio duro. Escribir en español conllevaba que necesitara una disquera en Latinoamérica, y Decca es de música en inglés. Ahí entró Sony.
¿Cuáles eran las expectativas de Decca en ese momento? Desde acá se veía como un gran proyecto.
Sí, exactamente. De hecho, yo hasta como cantautora me sentí un poco perdida en el proceso porque Drummer Boy –el sencillo– no reflejaba el resto del disco. Si vos escuchás Luna nueva es un poco más ecléctico, y esa pieza salió por las ganas de crear este monstruo pop multinacional, que está muy bien; igual la escribí y me identifico con el mensaje de la canción, pero sí siento que Soy es muchísimo más allegado a lo que quiero decir como artista. Casi lo siento como mi primer disco; se siente como de verdad, finalmente, tengo este espacio para mostrarme como soy y para mostrar mis temas sin que sea pretencioso. Es como: escribí esto y ojalá que les guste; por eso es Soy .
¿Cuáles canciones del primer disco quedaron en el repertorio?
Ashes & Pearls es una pieza que me gusta mucho; We Were Young es otra canción que me gusta; y Corazón abierto la toqué bastante en la gira con Franco de Vita. Drummer Boy obviamente la tengo que tocar, pero le hacemos un arreglo más cercano a lo actual, menos electrónico y un poquito más acústico.
El concierto de Música Claro, en marzo, marcó su primera presentación pública en el país, después de más de cuatro años de promocionar su música en Costa Rica. ¿Cómo sintió la reacción del público?
Me sentí muy bien. Hubo un momento del que ya todos hemos hablado, en el que los fans de Cocofunka querían escuchar a Cocofunka y me lo hicieron saber, y la verdad es que yo me fui de polla porque no sabía qué estaban diciendo y se los pregunté... pero eso pasa, y eso no opacó el resto del apoyo que sí sentí. A mí, el público de Costa Rica es el que más me apoya. Sí creo que tengo que tocar más aquí porque obviamente uno no puede pretender venir a tocar después de mucho tiempo y que todo mundo se sepa sus canciones porque eso no sucede en ninguna parte del mundo.
En una industria que ya no se basa tanto en la venta de discos, ¿cómo hace para sostener su carrera?
Lo importante para un músico es hacer música. Sin preguntárselo mucho, hay que hacer canciones, y me pasa que ya terminé este disco y estoy pensando en el próximo porque así es como uno se mantiene vivo: haciendo canciones. De ahí a lo que pasa con las canciones está fuera del control de uno; yo no sé qué va a pasar con este disco, no sé cuán lejos o no tan lejos me va a llevar, no sé si voy a poder irme de gira... Obviamente, quiero que mi carrera se siga expandiendo, pero lo que puedo controlar es mi trabajo; entonces, es muy importante mantenerme activa en ese aspecto.
¿El mercado anglo lo ve como un capítulo cerrado o postergado?
Creo que sí, que por ahora me concentraré en este material en español. De hecho, todo lo nuevo que estoy escribiendo es en español, así que creo que por ahora me enfocaré en Latinoamérica y en el mercado latino de los Estados Unidos.
¿Por qué es tan difícil lograrlo en el mercado anglosajón?
Es un mercado gigante. De nuevo, creo que viene de las canciones; no me gusta forzar las cosas. Sentí un poco con Drummer Boy que hubo un esfuerzo innecesario de gente alrededor mío tratando de crear algo, que está muy bien porque eso también lleva su mérito, pero siento que cuando las cosas son honestas uno no pierde porque no hay nada que perder. Creo que en Estados Unidos para estar en el mercado mainstream tu sonido tiene que ser una manera; la imagen también; hay cierto protocolo que uno no se puede saltar y, en este momento, me interesa más presentar canciones y que la gente las escuche.
¿Cuál fue la espina que la motivó a enfocarse en Latinoamérica?
En el 2011, De Vita me invitó a estar en lo de Primera fila , y lo conocí y después tuve la oportunidad de irme de gira con él y conocerlo más, y, a través de él, conocer a un montón de artistas latinos y empaparme de lo que está pasando en la música latina. Luego, me di cuenta de que había escrito 40 canciones en español. Simplemente me gustó la experiencia; eso lo inspira a uno.
¿Siente que es un momento especial para la música latina?
Dentro de la música latina como que se ha expandido mucho la aceptación de otros géneros. Ya ser latino no es sinónimo de Livin’ la vida loca o baladas románticas. Ahora, hay campo para hacer música muy especial, como Natalia Lafourcade o Julieta Venegas, que a las dos las admiro muchísimo. No por ser latino tiene que sonar de cierta forma.
¿Qué sigue en su carrera?
Me encantaría irme de gira; eso es lo principal. Nunca lo he podido hacer de forma sostenida con mi material, y eso es lo que me muero por hacer. Con Franco recorrimos casi todo Latinoamérica, y cuando salió Luna nueva hice fechas en España, México, Venezuela, Panamá, Chile, Nicaragua, Colombia, Miami. Pero no he hecho una gira; han sido cosas esporádicas.