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Ánama, Víctor Pérez, Berenice Jiménez, Frank Noguera y Karol Barboza son seis voces de la canción costarricense. Fotografía: Alejandro Gamboa Madrigal (Alejandro Gamboa Madrigal)
Sus voces quizá aún no sean tan familiares para muchos, pero los temas que vocalizan son conocidos para cualquiera. Berenice Jiménez, Víctor Pérez, Fabrizio Walker, Ánama, Karol Barboza y Frank Noguera tienen una relación fraterna en la que comparten y nutren sus canciones.
Cantan de amor, de desamor, de miedos, de discriminación, de hacer acuerdos. No hay escalas para medir la humanidad en sus trabajos o personalidades, pero hay canciones que muestran sus sensibilidades.
Para la sesión de fotos que acompaña este artículo, reunimos a los seis cantautores que lo protagonizan en Amón Solar, un lugar en San José que les ha acogido en distintas etapas de sus carreras.
Ahí se hicieron algunos conciertos del ciclo Kamikaze, un espacio en donde pudieron presentar sus canciones y una iniciativa que les permitió verse los rostros, compartir una cerveza e inspirarse.
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Viva reunió a los cantuautores en Amón Solar, en San José, un espacio que ha sido fundamental para su desarrollo. Allí se realizaban los concietros de Kamikaze, un ciclo en el que Víctor Pérez, Ánama, Berenice Jiménez, Fabrizio Walker, Karol Barboza y Frank Noguera se conocieron. Fotografía: Alejandro Gamboa Madrigal (Alejandro Gamboa Madrigal)
Desde entonces la dinámica es la misma: no importa el lugar de reunión –o si hay una sesión de fotos ocurriendo–, cuando se topan se muestran canciones, conversan sobre sus vidas, sobre cuerdas de guitarras, sueños... Se inspiran mutuamente.
El proceso no es forzado, más bien se ve como las conversaciones cotidianas que uno tendría con sus amigos. Conversaron sobre lo que les preocupa de su país, su comunidad y de sí mismos.
Las conversaciones, pasadas por el filtro de un talento incansable, se vuelven las canciones que hoy presentan.
Fabrizio Walker
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04/04/18. Amon Solar, Barrio Amon, San José, Costa Rica. Jóvenes cantautores. Fabrizio Walker (T-Shirt Roja). Fotografía: Alejandro Gamboa Madrigal (Alejandro Gamboa Madrigal)
A Fabrizio Walker se le conoce por cantar en Infibeat y por ser parte de la serie Dele viaje. Pero los últimos dos años se ha dedicado intensamente a hacer canciones suyas, que cuenten su historia.
Fabrizio fue uno de los primeros que se sumó al ciclo de conciertos Kamikaze y se dedicó de lleno a promocionarlo. Fue en esas noches, en lugares como el Teatro Urbano o El Sótano, en donde forjó su voz como cantautor.
“Kamikaze significó todo. Sirvió para articular esta yunta que tenemos, un colectivo de muchos cantautores que nos compartimos música, nos tallereamos, manoseamos las canciones de los demás, nos regañamos, aprendemos juntos”, explicó Walker de 31 años.
Tras varios intensos años de trabajo publicó en el 2016 La cola del pescado, un álbum en donde le canta el amor, a las personas obsesionadas con la nostalgia, a las tradiciones indígenas.
En temas como Los ausentes o La cola del pescado se oye su versatilidad: canta agudo, canta con voz profunda, toca una balada, un tema roquero o un blues. Lo que nunca cambia es la expresividad que le imprime a cada canción.
“Tener la compañía de tantos cantautores, no solo los que estamos en el reportaje, sino todos los amigos, es la mejor de las competencias”, señaló Walker.
“No es una competencia económica, creo que nunca hemos sacado ese tema. Somos adictos a hacer canciones. Entre más canciones más rico es uno”, agregó.
Lapislázuli
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04/04/18. Amon Solar, Barrio Amon, San José, Costa Rica. Jóvenes cantautores. Berenice Jiménez (Blusa Negra) y Víctor Pérez (Camisa Roja Manga Larga) son del grupo Lapislázuli. Fotografía: Alejandro Gamboa Madrigal (Alejandro Gamboa Madrigal)
La formación del dúo Lapislázuli está marcada por varios encuentros fortuitos. Primero, Víctor Pérez y Berenice Jiménez se sentaron al lado en una obra de teatro. Luego se toparon en la Universidad de Costa Rica. Luego, en fiestas aledañas.
Cualquiera con un poco de fe en el destino pensaría que estaban destinados a encontrarse. Quien haya escuchado la música que hacen juntos sabe que es así.
Desde el 2014 formaron el dúo Lapislázuli, no con la intención de hacer canciones y sentarse alrededor de cantautores, sino para poner sobre la mesa los temas que les preocupan.
En el 2017 grabaron en el estudio del Centro Cultural de España su primer álbum con 11 canciones originales. Entre ellas reluce De masculinidades y otros demonios.
“Son consejos para hombres que se creen este cuento de ser invulnerables y también sirve para defendernos de ellos”, dice Víctor Pérez, de 24 años.
La canción define bien el espíritu del grupo: es crítica, pero no explosiva. Trabaja desde el diálogo y del humor.
“Nuestro público, en primera instancia, somos nosotros dos y las personas que nos acompañan dentro de este movimiento social contra el machismo, contra el patriarcado, más capitalismo”, señaló Pérez.
“Hablamos de esos temas desde un lugar más trabajado, más consciente. No se trata de vomitar todas las ideas en el escenario, sino dar un incentivo para pensar, y para afinar sensibilidades”, agregó Berenice Jiménez, de 24 años.
Jiménez participó del Festival Internacional de Cantautores 2017, en donde obtuvo un tercer lugar. Es la tica que ha llegado más lejos en el concurso y celebra que eso le haya dado más prominencia a su grupo. Todo lo que desea es que sus mensajes se esparzan.
"Con el arte tenemos la posibilidad de abrir conversaciones e ir dejando cantos que traten situaciones. Lapislázuli es el reflejo de ese deseo", finalizó la artista.
Ánama
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04/04/18. Amon Solar, Barrio Amon, San José, Costa Rica. Jóvenes cantautores. Ana María Rojas "Ánama" (Short, blusa con rojo). Fotografía: Alejandro Gamboa Madrigal (Alejandro Gamboa Madrigal)
Ánama cuenta que fueron varios conciertos de amigos suyos los que la motivaron a tomar una guitarra y hacer sus propias canciones. “Siempre fui la que no le daba miedo hacer feo en la obra de teatro en el colegio. También empecé con el activismo desde el colegio”, comentó Ana María Rojas, de 23 años.
En el colegio intentó tocar guitarra, pero el esfuerzo no dio los frutos esperados. Se quedó con sus obras de teatro y luego, conoció el performance, una forma de expresión con el cuerpo, menos literal.
Tal vez le hizo falta expresarse con palabras o tal vez oír a su compañero de cuarto tocar guitarra por las noches la movió la suficiente para intentarlo.
“Cuando empecé a hacer performance más propiamente, se empezó a entrelazar con la música. En el performance había música y en los chivos había textos, monólogos, poemas”, agregó.
Ánama continuó con el performance en actividades culturales y protestas. “Yo creo en cambiar el mundo, porque me parece urgente vivir en un lugar distinto. Hay muchas cosas que me causan dolor y frustración y desde las que he luchado en toda mi vida”, señaló.
En la canción El mito, se escuchan estas preocupaciones. La canción inicia con un spoken word en la que critica la forma en que la sociedad se divide entre “lo mejor y lo peor” y las falsas soluciones que presenta el sistema.
“Más que artista o cantautora, me siento comunicadora. Creo en la necesidad de mostrar las situaciones que no se hacen de manera asertiva en un reportaje, pero se puede hacer mejor en una canción o en un poema, algo que se pueda sentir”, señala Ánama.
Frank Noguera
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04/04/18. Amon Solar, Barrio Amon, San José, Costa Rica. Jóvenes cantautores. Frank Noguera (Pelo Largao, Camisa de cuadros). Fotografía: Alejandro Gamboa Madrigal (Alejandro Gamboa Madrigal)
Ánama dice que si no fuera porque vio los conciertos de Frank Noguera, quizá no habría escrito un par de sus canciones. Fabrizio Walker dice que Frank es una máquina de componer, “las canciones le salen de las orejas”.
En temas como Exiliados y Los callejones se puede oír una influencia de la psicodelia de Spinetta o la crudeza de Charly García. Pero en el fondo se nota cómo aprecia la música en general: habla con respeto de los jazzistas, de los cantautores modernos, de los roqueros, del hip-hop. Eso se nota en canciones como Dígan me, de hip-hop y Jugo de sesos, de funk.
"Sí al inicio yo tenía mayor inclinación por ser baterista, pero desde el momento en que empecé a hacer canciones no he dejado de hacerlas", señaló el cantautor de 28 años.
En su repertorio hay canciones de hip-hop o baladas psicodélicas como Los callejones.
Durante la sesión de fotos solo se separó del instrumento cuando le tocaba estar en frente del lente; el resto del tiempo estuvo mostrándole canciones a sus amigos, compartiendo ideas.
Karol Barboza
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04/04/18. Amon Solar, Barrio Amon, San José, Costa Rica. Jóvenes cantautores. Karol Barboza (Pantalon largo beige Blusa oscura). Fotografía: Alejandro Gamboa Madrigal (Alejandro Gamboa Madrigal)
Karol Barboza aprovecha cualquier oportunidad que puede para compartir el álbum Canción nueva del sur, que incluye temas suyos y de otros cantautores de la Zona Sur del país.
Oriunda de Pérez Zeledón, Barboza aprendió el clarinete de joven y se formó en la Orquesta Sinfónica Juvenil pero, poco a poco, se interesó por la magia de la canción popular, por las composiciones de Violeta Parra, Mercedes Sosa.
“Formé con dos amigas el grupo Las Chicharras, para mantener vivo ese repertorio y poco a poco empezaron a salir mis canciones. Para mí las canciones están en cajitas en la mente y una tiene que encontrar las llaves para abrirlas y revelarlas”, dijo la compositora de 28 años.
Barboza también es parte del proyecto Circo Fantástico, una compañía que acerca a las artes a los niños y jóvenes en situación de riesgo. Ahora que no vive en el sur, el circo y la música son sus formas de mantenerse en contacto con su tierra.
“Creo que al sur le hace falta conocer a sus cantautores. Las canciones son también formas de conocer a las personas y mostrarles qué es lo que se piensa o se siente y eso hace falta en todo lado”, comentó Barboza.
En Canción nueva del sur, Karol aportó una de esas canciones de sus cajitas, Bronce y lava, un tema nostálgico y ebrio de ternura. Entre sus próximos planes está volver al estudio, a buscar de nuevo esas cajitas que la inspiran.