Carlos Vives y Diego Torres conforman un binomio de alegría, de movimiento, pero también de reflexión. Es una inesperada pareja que seduce a públicos similares, a gente que busca bailar, pero sobre todo conmoverse con letras que invitan a buscar la luz siempre.
En la noche del sábado 12 de agosto, en Parque Viva, el argentino y el cafetero (colegas y compinches) regresaron a Costa Rica de la mano de la productora Jogo para reencontrarse con un público que, ellos bien saben, tiene energía para toda una noche de coros y gritos.
Noche conmovedora
Diego Torres es más que un telonero de lujo. El bonaerense apareció para calentar el ambiente previo a la presentación del colombiano Vives (uno de sus grandes amigos), pero quien pensó que su presencia era solo una “entrada” antecedente al plato fuerte, comprobó que es mucho más que eso.
A las 7:30 p. m., Torres entró dando saltos al escenario, con solo el micrófono en la mano. Sonaron los primeros acordes de Puedo decir que sí, una balada rítmica que hizo mover los brazos de todos de izquierda a derecha, y los gritos tomaron por completo el Centro de Eventos Printea, en Parque Viva, que estaba a reventar para esperarlo.
El argentino hizo una referencia ante el público y soltó sus primeras palabras “alza la mano Costa Rica. Mi gente linda. ¡Pura vida”.
Una vez celebrada su primera aparición, continuó con otro tema que evoca danzar de un lado a otro. Se trató de Por la vereda del Sol, una reimaginacion en español del clásico Walking on Sunshine.
El sudamericano saltó tanto que, para ese momento (apenas la segunda pieza) ya se veía bañado en sudor. Torres empezó a tirarse su cabellera hacia atrás para no tapar su vista del público tico, que no dejaba de levantar sus manos.
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Es curioso porque su música tiene un aire de iglesia: el público inevitablemente alza sus manos y sacude palmas de lado a lado, como una adoración. No es de extrañarse, pues el músico siempre ha dicho que lo que ha querido hacer con su música es conectar con cuanta gente pueda.
“Costa Rica, yo los quiero ver unidos cantando. Disfrutando este momento”, dijo.
Posteriormente, Diego decidió cantar uno de sus temas más sonados: Guapa. Apenas sonaron los primeros acordes, la emoción en el recinto fue palpable.
A la hora de llegar al coro, Torres direccionó su micrófono al público, el cual no dudó en gritar: “Y como un ángel cuidarás de mí / Cuando me pierda y deje de reír...”.
Tras la sudada colosal en el escenario, hizo una pausa. Respiró profundamente y tomó el micrófono, no para cantar sino para hablar.
“Después de tanto tiempo y siempre los encuentro. He esperado mucho este momento porque en redes siempre me preguntan cuándo voy a volver”, dijo el argentino.
“La vida es un sinfín de sueños y por eso hay que buscarlos. Como este instante que estamos viviendo”, agregó.
Precisamente el tema que le siguió al concierto fue Sueños, uno de sus temas, si bien más edulcorados, también uno de los que más conecta; todo el público lo coreó.
“Quiero que me mires a los ojos / Y que no preguntes nada más / Quiero que esta noche sueltes toda esa alegría / Que ya no puedes guardar”, cantó Parque Viva al unísono.
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Emotividad comunal
Abriendo caminos, otro de sus clásicos, volvió a confirmar ese aura de positivismo que transmite el argentino. Sus letras son una invitación a vivir en el día a día; Diego lo mostró abriendo sus brazos, como queriendo tomar en su pecho a todos los que gritan sus letras.
Le siguió Andando, una canción que hizo que la gente se tomara de los hombros y se balanceara.
Aprovechando el momento de emotividad, el argentino hizo otra pausa para hablar.
“Seguimos en tiempos difíciles. La pandemia nos hizo darnos cuenta de cosas que tal vez no teníamos en primer plano; que no nos habíamos dado cuenta de lo importante que eran”, expresó.
Estas palabras antecedieron a Amanece, balada que escribió durante el confinamiento.
Este tema —que grabó con la cantante colombiana Catalina García, el líder del grupo Bacilos Jorge Villamizar, y el catalán Macaco— fue un momento de reflexión necesario en medio del frenesí que llevaba el concierto. Torres se mostró conmovido en el escenario, cantando toda la canción con sus ojos cerrados.
Penélope, No lo soñé, Sé que ya no volverás, Tratar de estar mejor y otros referentes de su carrera fueron transcurriendo en la noche, siempre manteniendo el aliento de emotividad. Cuando la presentación asomó su cierre, llegó el momento esperadísimo: cantar desgalilladamente Color Esperanza.
Corear esta canción involucra prepararse para reventarse los oídos en un acto conmovedor; es uno de los himnos populares más grandes del continente en pos de la fe y la unión.
Diego Torres es capaz de pintar a todos con esa luminosidad. Realizar algo así, después de una pandemia, es un logro de hechicero.