“Chivo gratis de Semana U con El Parque, Kadeho, Suite Doble, Tango India, Balerom, Inconsciente Colectivo y, Gandhi”. En los tiempos de los CD; de las radios Oxígeno y 979; de Fama Music; de los Rock Fest; de El Escondite; de los Tikici@ Rock , y de BMG y DDM, un concierto así significaba un llenazo, fácil.
Curiosamente, ese cartel nunca llegó a darse como tal en la ciudad universitaria Rodrigo Facio, a pesar de que muchas de esas bandas dejaron parte de su ombligo en alguna Semana U de la Universidad de Costa Rica, y con los años fue común verlas presentarse en las tarimas de Ingeniería, Económicas, Educación, Generales, y en el pretil. El bendito pretil.
Y aquí estamos, años (décadas) después, viendo por primera vez a esta cofradía de amigos juntarse en una misma cita ante el público universitario. Fue la tarde-noche de este jueves 28 de abril del 2016. El cómo aquel concierto más propio del 2001 provocó a estas alturas un llenazo es tanto motivo de análisis como de alegría, al menos para nosotros, los veteranos.
Allá, en los 90. La última vez que vi a El Parque en una Semana U, Los Rabanes fueron sus teloneros. Pasó en el parqueo de Educación y el mosh de empujones y patadas fue épico.
A Gandhi lo descubrí el día que Luis Montalbert repartía volantes para un concierto del joven cuarteto en Bellas Artes. Luego, en el pretil, los escuché repetir Quisieras –su primer éxito radial– para aplacar el “¡otra, otra!”, tras interpretar todos los temas de su disco debut.
Sus bandas –y otras contemporáneas como Índigo, La Nueva P, Bruno Porter, y, desde luego, Café con Leche– fueron las primeras (y casi que únicas), que a fuerza de popularidad lograron vencer la cerrazón de los programadores de radio. Que hoy los “grandes éxitos” del rock tico se desprendan de sus repertorios es un signo de sus tiempos.
Una generación de incómodos, curtida por los malos tratos (¿o maltratos?) de algunas compañías discográficas; cuyos éxitos artísticos no garantizaban la estabilidad financiera; de falta de estímulos estatales y privados para su arte; de tocar donde fuese que los necesitasen.
Estudiantes muchos de la UCR, en sus pasillos sus bandas echaron a perder en el proceso de aprender. Aquí derrotaron a la idolatría por los covers para imponer la creación original. Y fue ahí donde volvieron este jueves, frente a una generación que ya no compra discos; que no conoció al MTV que sí daba música; que a varios de ellos no los puede encontrar en Spotify, que tal vez ya ni se acuerda de cuando en el campus de San Pedro sí dejaban fumar.
Rock del corazón. Luis Arenas se llevó la mano a la boca, visiblemente emocionado. Marta Fonseca agradecía una y otra vez. Juan Diego Villegas tenía los ojos llenos de agua. No es cuento: los sentimientos fueron algo serio para quienes pasaron por la tarima de Ingeniería.
Cuando Frágil fue número uno en Radio 103, en 1992, gran parte de los miles de muchachos que se apuñaron en el parqueo no había nacido. Y aún así, la cantaron de memoria, a todo galillo, al igual que El invisible, Cuantas noches, Sola, Voy por ella, Profanar, Esperaré, Al final, Dime qué puedo hacer sin ti, Juana Escobar, Cautiva del mar, Duerme en mi piel, Azul ... Si hubo un concierto que sonó los Greatest Hits del rock tico, fue este.
Si bien el chivo pudo llamarse Nostalgia Fest, su nombre oficial fue Rock FEES, en un obvio juego de palabras con la recordada franquicia de festivales roqueros de Ernesto Adduci. La convocatoria la hizo la Federación de Estudiantes (FEUCR) para defender el financiamiento de las universidades estatales.
Aunque al inicio del evento hubo algunas intervenciones estudiantiles en micrófono para arengar sobre el tema de fondo, al final el componente musical se impuso por mucho. De los artistas, la mayoría se abstuvo de participar de la discusión, aunque Patricio Barraza sí fue explícito (“¡la UCR no se toca!”). Montalbert y Arenas también externaron su respaldo a la defensa del FEES, e incluso el vocalista de El Parque aprovechó también para señalar a los que dañan al río Tempisque.
Por cercanía de edad con el público, Kadeho fue la banda más “nueva” del cartel. Los porteños han dado algunos contados conciertos desde su separación, pero no hubo herrumbre en su acto. Su formación original estuvo presente en un 75%, más un refuerzo en teclados.
Otros grupos no fueron tan apegados a su alineación clásica: El Parque ya no tiene a Inti y Churro, pero sí al tremendo guitarrista Alfonso Chinchilla; Tango India llevó nuevos integrantes acuerpando al dúo inseparable de Juan Diego y Felipe Solís; Balerom canta a Evolución pero con su banda, ya sin Moldo y Wash; Pato actuó con la más recientes de las encarnaciones de Inconsciente, siempre él como pilar.
Indestructibles: Suite Doble y Gandhi. Los primeros con Marta y Bernal, con el apoyo incombustible de Chalo de Trejo (bajo), y Carlos Morales (batería). Gandhi –que cerró la noche– con los cuatro caballeros. Siempre será un gusto ver a Mássimo, Luis, Abel y Federico juntos.
La jornada se prestó para todo: Federico y Bernal protagonizaron varios duelos de maestros guitarristas; Mássimo tocó con casi todos los grupos; Marta –única mujer en el escenario– le aportó su voz a otros colegas; Tango India aguantó a Esperaré lo suficiente para estrenar piezas nuevas; Balerom desempolvó temas del primer disco de Evolución; Inconsciente le hizo un guiño a los Cadillacs con un pedacito de Malbicho .
La velada cerró con todos los cantantes (menos Balerom y Mechas) sumándose a Gandhi en Seca roja reja , pieza que tiene sus 20 Semanas U a cuestas.
A las 10 p. m. terminó la música y el “publicazo” (dijo Balerom) se dispersó. Algunos se internaron en una Calle de la Amargura irreconocible para quienes aún lloramos a Mosaikos, El Ballenato, El Pulpo, La Villa (de antes, con olor a orines) y La Tortuguita. Otros apuraron el paso, que el último bus de la U emprendía su última carrera.
Algunas cosas no cambian.