Hay espacios con el potencial para convertirse en una buena vitrina de proyección, pero mientras no haya público, el resto se queda en las buenas intenciones.
Ayer pasó algo así en una tarima que le sirvió de vitrina a grupos ticos muy poco conocidos, así como a otros artistas de mayor trayectoria. Había buen escenario, buenas luces y buen sonido, pero en un terreno enlodado no eran tantos los fanáticos valientes dispuestos a mantenerse de pie frente a la tarima.
Los que se quedaron vieron cómo la tarde le daba espacio al aguacero, sin que por eso cesaran el rock alternativo, la mezcla del blues con funk, la nueva canción y el reggae roots , entre otros géneros más.
A las 8:30 p. m. aún no habían pisado tarima ninguno de los invitados internacionales: Renato, de Panamá; Los Amigos Invisibles, de Venezuela ni el británico Boy George, por lo que hasta esa hora el Osastock solo le había facilitado el espacio a bandas locales.
El primero en presentarse, a las 2:10 p.m., fue el grupo Raza de Bravo, proveniente de Pérez Zeledón. Rock y más rock fue lo que compartió el grupo en su corta presentación, antes de darle espacio a otra banda joven llamada Zancudo Neón, con una propuesta de blues.
Alonso Solís y su banda Leyenda disfrutaron de un poco más de público y parecieron dejar una buena impresión con su pop latino. A ellos le siguieron los cantautores Esteban Monge y Luis Ángel Castro. Luego vino la lluvia, con la lluvia el lodo y con el lodo el caos.
Ya era de noche y el camino hasta la tarima se hacía incómodo, pero el reggae y los ritmos latinos tenían que sacar la tanda para los que se guarecían bajo toldos o paraguas. Así pasaron por tarima Palo Malo, Un Rojo y el grupo Ojo de Buey, que tocaba al cierre de esta nota. De las bandas nacionales todavía faltaban los shows de República Fortuna, Garbanzos y Mechas, mientras el agua no le daba tregua a Ciudad Cortés.