José Emilio Villalobos ponía sus discos de tango cada vez que podía para bailar y tararear sus letras por toda la casa.
Estaba tan enfocado en la música que ni se enteraba de que, con eso, sembraba en su única hija, Marianela, un amor incondicional hacia el género.
Ese cariño y esa pasión eran tan grandes, que llevó a aquella niña a probar suerte, más de 20 años después, en la cuna del tango: Buenos Aires, Argentina.
Nela, como le dicen sus amigos, sabía bien que si quería sobresalir en este género, debía no solo conquistar a los argentinos, sino que debía echarse al bolsillo a todos aquellos quienes tuvieran la oportunidad de escuchar su voz.
Pero, ¿cómo sobresalir en un país en donde debajo de cada piedra hay un cantante de tango? He ahí la cuestión.
Tras diez años de andar de escenario en escenario tico, esta cantante costarricense de tango se fue en el 2007 a vivir a Buenos Aires, logrando, para sorpresa de muchos, gran éxito en esta aventura.
¿El resultado? El mes anterior recibió su primera nominación a los Grammy Latino por su disco debut Amor y tango (2013).
Aunque ella considera que el talento que tiene habla por sí solo y que fue eso la que la ayudó a surgir, conseguir el éxito no fue tan sencillo. Tuvo que lidiar con argentinos conservadores que creen que los únicos que pueden hacer tango son ellos, por lo que le cerraron las puertas.
“Eso a mí nunca me desanimó. Me daba hasta más coraje para seguir luchando”, comentó Nela, de 34 años.
¿Cómo fue? Antes de tomar la decisión de irse permanentemente a Argentina, las dudas inundaron su cabeza y no era para menos: dejaría a su familia para comenzar una vida sola, desde cero, en las tierras del Sur.
Mucho lo pensó y lo meditó para, al final, dejar todo en manos de una “señal divina” que la orientara. Y eso que tanto pedía llegó: en el 2007, hicieron una sede en el país del Campeonato Mundial de Tango.
No era un concurso de canto, pero era la oportunidad para viajar por segunda vez a Argentina (la primera fue en el 2005 en un viaje con amigos). Inmediatamente después de que se enteró de la noticia, llamó a su amigo y compañero de Fantasía de Tango, David Hernández, quien hoy es uno de los coreógrafos del programa Dancing with the Stars , de canal 7.
El campeonato tenía dos categorías: tango show , que consistía en hacer más acrobacias, y tango de piso, que es más técnico. Luego de convencer a Hernández, Marianela participó y ganó en la segunda modalidad. “Sabía que era mi oportunidad. Fueron cuatro semanas muy intensas de baile”, recordó.
Con eso, la pareja debía de viajar a Argentina para representar al país en el Mundial de Tango y ella aprovechó para ver cuán viable era vivir allá. “No ganamos, pero hice todas las vueltas para estabilizarme allá: busqué un apartamento y una profesora de canto”.
Nela regresó a Costa Rica para despedirse, y con maleta en mano volvió a su tierra soñada, Argentina, un año después (2008). “El primer año que viví ahí no trabajé. Solo estudié. Mis papás me ayudaban con dinero y yo tenía ahorrado lo que me gané cuando era profesora de Música en Costa Rica”.
Sin embargo, ya extrañaba la adrenalina de estar subida en un escenario, que experimentó con el grupo costarricense Fantasía de Tango cuando tenía apenas 18 años. Comenzó a tocar puertas de cuanto bar existiera y ahí comenzó la parte más difícil.
A los dueños de esos locales les llueven currículos de personas que desean surgir como cantantes de tango. Entonces, ¿ella qué podía ofrecer diferente? “Mi voz”, responde segura.
Otra cuestión en su contra era no tener un mánager que le diera credibilidad ante los propietarios de los bares.
“Tener un representante es algo importantísimo por más artista pequeño que sea. Pero no tenía dinero para contratar a uno, así que cuando había alguna contratación iba solo yo y eso les generaba curiosidad”, comentó Nela, quien hasta la fecha no tiene mánager.
Así, sola, ella se construyó su camino, hasta llegar a hacer Amor y tango (2013), su primer disco, que creó por insistencia de su pareja Nicolás Guerschberg, quien también es músico y arreglista.
“Yo no estaba segura de si era el momento para hacerlo. No me sentía preparada, pero en parte veía necesario hacer un disco en el que se recopilara mi repertorio”, explicó.
Por medio de un amigo suyo que trabaja en el sello Pire Records, logró grabar el material y luego contactaron al sello ESPA Music para que lo distribuyeran en Internet. “Todo se dio muy naturalmente”.
Si hacía las cosas, las hacía bien y, por eso, sin pensarlo dos veces, interpretó temas de los maestros del tango: Astor Piazzolla y Carlos Gardel. “Entré como las grandes. Quería hacerles un tributo a ellos, los papás de este género”.
También incluyó una versión en tango de Pablo Puebla , tema de Rubén Blades, con quien, curiosamente, disputa la categoría de mejor álbum de tango, en los Grammy Latino.
“Debe de pensar que quizás si no estuviera la canción de él, no me hubiera logrado colar en la categoría”, bromeó. “En serio, es curioso, porque a él siempre lo he admirado muchísimo”, apuntó.
Cuando ya tuvo en sus manos el disco, se sintió satisfecha y fue por eso que aplicó para ver si lograba una nominación a los Grammy Latino. “Debo admitir que lo hice sin ninguna esperanza, no por dudar de mi trabajo, sino porque era imposible”, dijo.
La Academia Latina de la Grabación envío un documento con la lista a su casa, en donde aparecían los artistas que habían sido postulados y que estarían más cerca de la nominación.
“Yo estaba temblando. Me busqué, eran muchísimos y yo estaba en el último puesto. Cuando vi los que estaban ahí, perdí toda esperanza. Me dije: ‘Qué lindo fue todo, pero hasta aquí llegué’”, recordó.
Sin embargo, la historia no terminaría ahí. El 24 de setiembre, su pareja Nicolás estaba en la computadora y vio que Nela estaba nominada. “Me gritó: ‘Mi amor, estás nominada’. Me pareció superpesada esa broma, le dije que no me molestara con eso porque me iba a enojar. Como vio que no le creía, me tomó de la mano y me llevó a la computadora. Casi me muero”.
Una hora después, ella seguía sin creerlo, hasta que colegas argentinos y su familia la llamaron para felicitarla. Luego vio que competía con figuras imponentes en el tango –Carlos Franzetti, Tanghetto, Rubén Blades y Mónica Navarro– y volvió a pensar: “Si gano sería lindo, pero ya con esto soy una persona satisfecha”.
Como la noticia le cayó tan de sorpresa aún no sabe si irá a la ceremonia, que se realizará el 20 de noviembre en Estados Unidos. “Estoy con los trámites de la visa a ver si puedo ir. Estoy poniéndole porque esta oportunidad no sé si se repetirá dos veces en la vida”, mencionó.
Aunque aún no le ha llegado ninguna oferta laboral, sabe bien que esto le abrirá muchas puertas porque, aunque no tenga mánager, ya tiene un disco y una nominación a los Grammy Latinos que la respaldan. “Casi nada”, bromeó.
Primeros pasos. Cuando Nela salió del colegio, en 1998, tomó un año sabático para tomar un curso de guitarra clásica que daban en la academia de música Juan Bansbach. Paralelo a eso, se metió al grupo folclórico costarricense Kamuk, en donde era la cantante principal.
En esa agrupación se relacionó con uno de los bailarines de Kamuk, Ricardo Jara, quien la invitó a incorporarse al grupo Fantasía de Tango.
“A partir de ese momento empezamos a dar presentaciones por cuanto hotel, bar o fiesta privada”.
Lo que nunca olvida es la primera presentación que dio ante un público que no fueran sus compañeros de colegio ni sus familiares. Fue en 1999, en la Casa Italia, donde acostumbraban a hacer una milonga, que es un baile argentino, y Fantasía de Tango tenía la labor de mantener buen ambiente.
“Yo veía gigante aquel salón, pero enorme. Nunca sentí nervios incontrolables, más bien tenía mucha adrenalina. Agarré el micrófono y ahí me perdí en la música. Canté La Cumparsita (del uruguayo Gerardo Matos), que es un tango muy arrabalero”, contó.
Para ese momento, tenía un año de experiencia, pero aún desconocía cuál sería la reacción que tendría un argentino cuando le cantara un tango.
A pesar de los nervios que sentía, era algo que necesitaba hacer cuanto antes: quería escuchar opiniones distintas. El favorecido fue el músico argentino-costarricense Adrián Goizueta, quien fue profesor suyo en la carrera de Educación Musical, que comenzó en la Universidad Nacional, en el 2000.
Luego de que la escuchó, floreció una amistad y relación de trabajo que los puso a cantar juntos en varias ocasiones en el Jazz Café.
Eso, aunado a sus estudios en la universidad y las presentaciones con Fantasía de Tango, dejaban a Nela sin tiempo para fiestas.
Como si no tuviera ya bastantes cosas que hacer, en el 2001 comenzó a trabajar como profesora de Música en la Escuela Las Gravillas, en Desamparados, donde estuvo interina hasta el 2004.
Los tres años restantes, dio clases en el Colegio María Inmaculada, en Moravia. “¿Quién iba a pensar que esta profesora y amante de la música estaría nominada en una categoría de los Grammy Latino y que la disputaría con grandes del género? Eso ni yo me lo imaginaba”.