El ingeniero de sonido Óscar Marín, un hombre que se siente cómodo manteniendo un bajo perfil, es el costarricense con más nominaciones a los Latin Grammy. El rompecabezas de su historia está armado con piezas de osadía, esfuerzo, talento y de saber cuándo aprovechar las oportunidades.
Marín, de 51 años, recibió el pasado martes 28 de setiembre la noticia de que de nuevo está postulado en dos categorías de los galardones que premian la excelencia musical latina. Esta vez su nombre aparece entre los candidatos de los apartados de mejor álbum del año (por Salswim) y mejor álbum salsa (por Salsa Plus), ambos del cantautor panameño Rubén Blades, con quien el tico trabaja de modo habitual.
Con las nuevas nominaciones, Marín alcanza un total de 10 en los Latin Grammy (ya ha ganado tres gramófonos). Además, suma una más en los Grammy estadounidenses, la cual le deparó otra estatuilla. Todas las postulaciones han sido de la mano de Blades, músico con quien empezó a trabajar por casualidad e iniciativa.
En su historia profesional, el tico también recibió la importante nominación en la categoría de Mejor ingeniero. De esa ocasión, en el 2003, tiene un simpático recuerdo.
“Esa vez ganó un disco de Maná que había grabado un señor que se llama Benny Faconne. La noche anterior a la entrega, en la cena de la gala, me senté a la par de él y me dijo: ‘ay, usted es Óscar. Ese disco es el que mejor suena, pero el Grammy me lo voy a ganar yo”, dice entre risas.
En esta nueva edición de los Latin Grammy, además de Marín, el costarricense Eddie Mora también cuenta con una nueva postulación: él en la categoría Mejor Obra/Composición Clásica Contemporánea.
Además, el panameño Blades será homenajeado por la Academia Latina de la Grabación como Persona del Año.
“Ir a jalar las maletas”
Hoy Óscar Marín vive en Alajuela, pero es originario de San José, provincia en la que creció y mientras el tiempo pasaba su deseo de ir de gira por el mundo se hacía más grande. Inicialmente creyó que sería como músico y fue así como él empezó en este camino.
Siendo muy joven, Óscar creó el grupo de rock Oxígeno. Empezó a hacer el sonido de la agrupación y así fue como arrancó su nueva ruta. Antes de dedicarse a la ingeniería de sonido estudió música y biología en la Universidad de Costa Rica.
Con la ingeniería tiene casi 30 años y en esta labor encontró la satisfacción y la oportunidad de cumplir el sueño de “girar” por el mundo, aunque no siendo él a quien aplauden en escena. Y para Marín esto está bien: es un hombre que no se considera extraordinario, sino solo alguien que se siente realizado al hacer bien el trabajo. Los premios son parte de, pero para él, insiste, lo esencial es trabajar bien.
Eso sí, cada vez que se entera de una nominación o un premio continúa sorprendiéndose.
“Uno hace las cosas no pensando en si va a ser nominado o no. Mucha gente me molesta porque nunca pienso si voy a estar en los Grammys, no me acuerdo muchas veces que los discos se nominan. Uno lo hace porque le gusta y quiere que el trabajo salga bien.
“El hecho de que el trabajo sea con un artista como el que es (Rubén Blades), entonces le da a uno una ventana más amplia para que la gente se fije en el producto y pueda llegar a ser nominado en esas categorías tan importantes”, comentó.
Para Óscar, Rubén Blades no es un jefe, sino su amigo. Su relación laboral empezó en los años 90 y la actualidad del costarricense tiene mucho que ver con las oportunidades que buscó y aprovechó en aquel momento.
“El contacto empezó con el disco Tiempos. En ese momento él (Rubén) inició una relación con el grupo Editus. Yo estaba grabando otro disco en el mismo estudio en el que estaba Editus. Ellos ocupaban acelerar un proceso de grabación (...), me pidieron ayuda, dije que sí. Empezamos a grabar maquetas para Tiempos en el 96 y 97. Conocí a Rubén. Con este disco ganamos el primer Grammy”, recueda.
Ese fue el primer acercamiento, pero lo que lo cambió todo fue la osadía de Óscar cuando supo que Blades se iba de gira a Europa para promocionar Tiempos. De frente estaba la oportunidad de sus sueños y no permitió que se le escapara.
“Me atreví a ofrecer ir para hacer monitores y a jalar las maletas con los equipos para poder ser parte de la gira. Ese fue un momento decisivo. Gracias a Tapado, Edín y Ricardo (de Editus) que le dijeron a Rubén y él dijo que sí; sabía que yo había ayudado a mezclar el disco y a él le gustó, entonces dijo que yo podía ayudar a hacer el sonido”, rememora.
Aquello propició una relación de trabajo en conjunto de más de 25 años con el ídolo canalero. En medio se han dado muchas anécdotas, pero sin duda para Óscar esta es la principal porque le abrió el camino.
“Dije que yo iba a hacer monitores (el sonido que escuchan los músicos) sin saber qué era. Trabajaba muy entusiasmado. Era la oportunidad más cercana que tenía para hacer lo que quería. Lo vacilón es que el ingeniero que iba haciendo la sala (sonido que oye la audiencia), Guillermo Gómez, quien ha sido mi socio durante estos años, decía que Óscar no podía ir, decía que yo no sabía. Y tenía razón (risas). Pero fui y aprendí”, cuenta.
Óscar Marín prefiere mantener su vida privada al margen de su carrera y no es una persona que hable demasiado de sí mismo. Edín Solís lo describe como “un gran ingeniero de grabación” y una “persona humilde”.
“Lleva muchos años ejerciendo como ingeniero de sonido en vivo y de monitores. Lo conocí en la época cuando trabajamos con Rubén. Tengo las mejores referencias de él como persona. Hasta fuimos socios en un estudio en Barrio Escalante”.
Solís continuó: “Ha tenido experiencia con artistas de grueso calibre, principalmente, en América Latina. Eso demuestra su capacidad, también su humildad. Es reservado y no presume de sus logros, sino que enfoca su energía en el trabajo. La excelencia de su trabajo habla por él. Entre músicos hacemos chiste de que Óscar Marín tenía los Grammy sosteniendo la puerta para que el viento no la cerrara”, añadió Solís, quien señala lo satisfactorio de ver crecer la industria en Costa Rica.
“Tanto Óscar como Eddie Mora, muchos otros como Carlos Pipo Chaves y Wálter Flores que siguen desarrollando proyectos que tienen repercusión, así que en buena hora Costa Rica ha crecido mucho musicalmente y esos son signos que alientan a la industria local a seguir trabajando y buscar mejorar”, aseguró.
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Carrera sólida
Los otros reconocidos artistas internacionales con los que ha trabajado Óscar Marín, además de Blades, son Ricardo Arjona, Chayanne, Armando Manzanaro, Juan Luis Guerra y Ricky Martín.
“Antes de la pandemia estuve en la gira Circo Soledad, de Ricardo Arjona. Era ingeniero de monitores, que es de lo más difícil de este trabajo: tenés que lidiar con todos los músicos y el artista. Luego del DVD que sacaron de Circo Soledad el sonido en vivo que sale es el que grabé”, cuenta.
Otros artistas con los que ha girado son los reguetoneros Wisin y Nicky Jam. Para Chayanne trabajó como ingeniero RF, lo que significa que estuvo haciendo todo lo relacionado con radiofrecuencias para sonidos inalámbricos. Para Ricky Martin también laboró en monitores.
Cuando a Óscar se le pregunta por la mejor experiencia de todos estos años, convencido responde que es hacer tours. Ahora mismo se prepara para uno pequeño en Estados Unidos junto a Rubén Blades. En esta ocasión él trabajará en el sonido que escucha la audiencia (la sala).
“Luego de tantos años haciendo monitores eso me ha dado un respiro. Lo que más me gusta del trabajo es viajar y los tour. Las puestas en escena en cada país”, dice.
Posiblemente también participe en una nueva gira con el guatemalteco Ricardo Arjona, pero como aún estamos en tiempos de pandemia, hay que esperar cómo resulta todo.
Este ingeniero de sonido vive satisfecho, pero no se conforma: en realidad nunca se queda quieto. Siempre quiere más.
“Los premios son consecuencia del trabajo pero no son tan importantes, lo importante es el trabajo y lo que se vive día a día. Desde muy joven quería hacer tours. Eso me llena. Hay diferentes tipos de tours que quisiera hacer, pero realizado sí estoy”, comenta y admite que a veces el trabajo puede ser duro por tener que separarse de sus hijos cuando sale de gira, mas cuenta que ellos lo han aceptado.
Cuando no está de gira, se dedica a su estudio Arenas, en Sabana Sur; en ocasiones trabaja con el grupo Marta y los del Barrio, pero hace muy poco aquí. “Como uno pasa afuera seguro por eso no lo toman en cuenta (risas), pero cuando estoy aquí es generalmente en el estudio”, dice.
Óscar es entusiasma y un trabajador vehemente. Aún quedan muchas piezas para completar el rompecabezas de su camino profesional. Ante la consulta de si tiene una nueva gran aspiración, él responde que tal vez puede estar viviendo mejor que cualquier sueño y eso lo aprendió hace muchos años.
“Al principio andábamos todos los músicos de Costa Rica, Editus, Wálter Flores, éramos un montón de amigos de gira, paseando por todo el mundo. Era muy bueno porque además de que nos conocíamos todos, teníamos confianza de decirnos las cosas y así aprendimos mucho. En ese momento soñaba girar con los Rolling Stones, con Madonna…”, cuenta.
“Una vez me encontré en uno de los conciertos a un stage manager de los Rollings Stones y le dijimos que el sueño de nosotros era girar ahí y él dijo que su sueño era girar como nosotros, que éramos todos amigos, que podíamos divertirnos todos juntos porque a ellos no los dejaban hacer nada, tenían jefes como en un trabajo normal, debían pedir permiso a tres o cuatro personas para mover un cable. Ahí aprendí que quizá lo que uno sueña no es lo ideal, que tal vez lo que uno tiene es más bien lo mejor”, confió.
El 18 de noviembre se conocerá si Óscar Marín suma uno o dos gramófonos más a la colección que atesora con modestia. Este 2021, la ceremonia de los Latin Grammy se realizará en formato presencial en el MGM Grand Garden Arena, en Las Vegas. El ingeniero de sonido aún no sabe si podrá asistir.
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