Algunos no se atreven a escribirlo, pero para muchos la música de Elvis Presley (y por qué no, el mismo Elvis) fue la definición de un orgasmo.
Fue rebeldía por todos sus frentes. Se engominó el cabello, vistió como le dio la gana, marcó con sus caderas la sensualidad y dio el banderazo de salida para que el vigor sexual se integrara por completo en la música popular.
“En público, me gusta llevar ropa conservadora, cosas que no llamen mucho la atención. Pero en el escenario… en el escenario me gusta ser lo más excesivo posible”, dijo alguna vez el Rey del Rocanrol, quien se apropió del frenetismo de sus canciones como filosofía de vida (y viceversa).
Por esa semilla plantada es que celebrar a Elvis es más que celebrar una fantasía, una que se apagó un 16 de agosto de 1977, es decir, hace 46 años.
En definitiva, los 42 años vividos por el Rey, antes del infarto que lo extrajo de este mundo, fue la suma de íconos que el tiempo nunca podrá desgastar.
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Quien empezó todo
El periodista Noel Ceballos dijo una vez, muy acertadamente, que aquejar que la música urbana no debería existir por sus atrevimientos sexuales significa también olvidar que, desde poco más de la mitad del siglo pasado, Elvis comenzaba a fusionar el vigor sexual con la expresión en la música popular.
Naturalmente, Elvis no fue el primero. La escena afrodescendiente ya había trazado este camino, pero con Elvis la explosión mediática cambió, algo que no caló demasiado bien puesto que la revolución del frenesí sexual vendría desde un hombre blanco.
“Elvis Presley fue el primero que le dio a la gente una música capaz de golpearles en lo más profundo”, dijo el periodista Robert Kaiser en el libro Race, Rock and Elvis, de Michael T. Bertrand. “En lo más profundo de sus emociones y, sí, incluso por debajo del cinturón. Otros cantantes llevaban generaciones haciendo lo mismo, pero eran negros”.
Las características inherentemente sexuales del blues se importaron a las radios de alcance masivo. El sexo quedó abierto de par en par como una revolución que no necesitaba de calles inundadas de manifestantes. No. Fue una revolución construida desde los pasos y seducciones de un hombre atrevido.
Toda esa música nacida en el sur estadounidense a finales del siglo XIX llegaría a los oídos del Rey desde temprano. Elvis Aaron Presley nació en Tupelo, Misisipi, pero a los 13 años debió mudarse a Memphis, Tennessee, donde conoció en los años 50 al dueño de una disquera, quien con ojo experto vio al muchacho como un megáfono para esparcir la semilla del blues. Tenía 19 años para ese momento.
Así fue como Elvis se acompañó del guitarrista Scotty Moore y el contrabajista Bill Black para fusionar ese blues efervescente con aires de música country. Ahora le llaman a esa mezcla rockabilly, aunque para Elvis era el destino concretándose.
De sobra, su carrera se construyó hasta consolidarse un par de años después, al firmar con la importante compañía RCA Records. Heartbreak Hotel apareció para convertirse en su primer número uno y fue cuestión de semanas para que se convirtiera en la bandera del rocanrol.
Mas no solo su talento importaba, sino su estética. La vestimenta de Elvis se creó de la mano con su ñoñería.
El Rey era fanático de los libros de cómics y su superhéroe favorito, Capitán Marvel, lo inspiró para copiar su vestimenta. Acuerpado por un diseñador de modas, se incorporaron joyas y capas a sus trajes de presentación.
El ingrediente faltante era el aceite. Sí, tres porciones de aceite con cera extra fuerte para asegurar un copete monumental que lograra mantenerse levantado como una estatua a la que se le debe rendir culto.
Para completar el combo, el aderezo final de su apariencia fueron sus extensas e interminables patillas. Su devoción por pronunciar la quijada con su corte de cabello transformó su rostro en un referente, incluso bastaría hacer una silueta en sombras para reconocerlo.
Pero no solo eso. Elvis fue una demostración de que el rocanrol no era un arte menor, sino que sus canciones dieron la bienvenida para explorar el amor y el deseo sin ataduras.
“Todos lo encasillamos con el rocanrol, pero su voz le permitía cantar como Sinatra, cantar gospel, country. Era una voz superdotada”, dijo una vez el conocido Sergio “Pirincho” Cárcamo, locutor de la radio chilena Futuro.
Así se logró que su música fuera un retrato del voluble Estados Unidos de la época, que vivía la difusión de la radio, la aparición del tocadiscos automático, el auge del capitalismo y la revolución sexual.
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El tren de la sexualidad
Enumerar los imitadores de Elvis es como hacer cuentas de la arena en la playa. El mundo no podía detenerse ante la posibilidad de imitar su peinado, pasos y voz y, en buena hora, muchos de sus adeptos comprendieron que para imitarlo (o rendirle homenaje) el punto cardinal de su interpretación se concentraba en la sexualidad.
El peculiar movimiento de sus caderas causó tanto revuelo en aquel entonces que se ganó el sobrenombre de Elvis the Pelvis.
Incluso sentado con la guitarra podía provocar el mismo frenesí. Posiblemente, era su carrasposa voz que subía y bajaba como montaña rusa la que bastaba para enloquecer a la fanaticada y basta encontrar cualquier video de Elvis dando un show acústico para comprobar cómo los gritos del público poco a poco se convierten en gemidos.
Esta locura escaló y también el Rey fue visto como un chance para monetizar su imagen. Incluso se creó el concurso ¿Por qué me gusta Elvis?, en el que participaron varios institutos de San Francisco. El premio era nada menos que un viaje pagado a Hollywood para obtener un beso del propio Rey del Rocanrol.
Porque nadie podía resistirse a sus encantos. Hollywood no fue la excepción.
Su filmografía es de 33 largometrajes (31 musicales y dos documentales de conciertos) que fueron bien recibidos por su público. Su historia en la gran pantalla comenzó en 1956 con Love Me Tender; luego vendrían otros títulos como El rock de la cárcel y King Creole.
De hecho, varias estrellas de la ciudad dorada fueron parejas del Rey: Natalie Wood en la década de 1950, Connie Stevens y Ann-Margret en los años 1960, incluso Candice Bergen y Cybill Shepherd fueron amantes de Elvis en la década de 1970, por situar ejemplos.
Aun así, siendo un ícono sexual para las mujeres, Elvis también fue mirado desde el homoerotismo. A la fecha muchos hablan de la supuesta homosexualidad de Elvis; a pesar de todos los rumores, no hay evidencia convincente de que haya tenido encuentros homosexuales ni la menor inclinación o curiosidad por ellos.
Aun así, en la prensa estadounidense se han publicado historias que sugirieron que el séquito de hombres de Elvis estaba haciendo más que comprar Cadillacs, irse de vacaciones a Hawái y coleccionar insignias de la Policía por diversión.
Los únicos encuentros homosexuales que tuvo Elvis, según lo verificado por los miembros de su séquito, fueron experiencias sin su consentimiento.
La investigadora cultural Yvonne Tasker dijo que “Elvis fue una figura ambivalente que articuló una peculiar versión feminizada de la masculinidad de la clase trabajadora blanca como una pantalla de agresividad sexual”.
Demasiado se podría decir de Elvis. Son miles los apelativos que siguen apareciendo 43 años después de la muerte del Rey, a quien dicen que no podías dejar de ver ni un segundo.
Un paseo nostálgico por sus éxitos
Suspicious Minds: La canción trata sobre una relación disfuncional y la necesidad de los involucrados por superar sus problemas para mantener el romance. Mark James, escritor de la canción, confesó que una noche estaba jugando con su guitarra Fender y usando sus pedales para una línea de bajo, se le ocurrió la línea principal del tema. En ese momento, estaba casado con su primera esposa, pero aún sentía interés por su novia de la infancia, que estaba casada en Houston. Su actual esposa sospechaba de sus sentimientos.
Jailhouse Rock: Sería muy fácil preguntarse si alguien se ha escapado del rock de la cárcel, pero más importante sería cuestionarse: ¿alguna persona no se ha movido al ritmo de una de las más irresistibles canciones para bailar?
Can´t´Help Falling in Love: Elvis grabó la canción el 23 de marzo de 1961 en Radio Recorders. El sencillo permaneció 14 semanas en las listas de éxitos de Billboard como más escuchada en Reino Unido. Posteriormente, la canción fue utilizada por Elvis Presley para cerrar sus conciertos en vivo, al igual que lo haría Celine Dion tiempo después.
Heartbreak Hotel: Esta canción convirtió al disco del mismo título como el primer álbum N.° 1 de Elvis, pues fue el sencillo más vendido de 1956. En el 2006, más de 50 años después de su lanzamiento inicial, Heartbreak Hotel volvió a encabezar las listas de Billboard tras una reedición. Según el sitio agregador de listas Acclaimed Music, es la décimo quinta canción más aclamada de todos los tiempos por los críticos .
Hound Dog: La cultura pop se ha apropiado de este pegajoso tema que, desde los años 70, ha aparecido múltiples veces en la pantalla grande. Ejemplos son American Graffiti, Grease, Forrest Gump, Lilo y Stitch e Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal.
A Little Less Conversation: Originalmente escrita para la película Live a Little, Love a Little de 1968, es una canción que seduce hasta al oído más escéptico. Fue publicada como un sencillo por parte de la disquera RCA Victor. Su grabación significó el primer trabajo del Rey con una orquesta en vivo en el estudio. El DJ Junkie XL exprimió la pieza para la incorporación del tema en la cinta Ocean´s Eleven, para una campaña publicitaria de Nike para la Copa Mundial de Fútbol de Corea-Japón y, finalmente, para la inclusión de su tercera producción discográfica.