Un accidente automovilístico acabó con la vida del inconfundible músico José Luis Cheo Feliciano Vega, la madrugada del jueves pasado. El artista tenía 78 años.
Su natal Puerto Rico amaneció de luto cuando se supo que colisionó contra un poste eléctrico en un vehículo que conducía sin el cinturón de seguridad puesto. El incidente ocurrió cuando Feliciano regresaba a su casa después de visitar un casino en Cupey, ubicado en las afueras de la capital San Juan.
Su muerte significa una gran pérdida para la escena de la salsa y el bolero, los géneros en los que se desenvolvió cantando por más de medio siglo. Así lo hicieron ver familiares, amigos, colegas y admiradores suyos, quienes desde el mismo viernes han manifestado el dolor por su deceso.
“ Cheo , mi pana , qué dolor siento. Siempre será uno de mis héroes. QDEP rumbero de mi corazón”, tuiteó el salsero neoyorquino Willie Colón, mientras que Marc Anthony escribió: “Hoy hemos perdido una de las grandes voces y sin duda alguna uno de los gigantes de nuestro legado musical”.
“Su muerte me ha dejado muy afectado. Él fue ejemplo de redención, gentileza y dedicación al arte”, declaró su pianista y amigo Larry Harlow, quien compartió escenarios con él en sus días como miembro de las Estrellas de Fania.
Legado. Cheo Feliciano nació el 3 de julio de 1935 en Ponce, Puerto Rico, donde se inició estudiando en la Escuela de Música Libre, y al trasladarse con su familia a Nueva York, siendo un adolescente, empezó su carrera profesional como percusionista del grupo Ciro Rimacs Review.
Trabajó también en la orquesta de Tito Rodríguez, pero alcanzó el éxito como vocalista del Sexteto del percusionista Joe Cuba, con el que grabó, en poco más de diez años, temas como A las seis , Como ríen y El pito , para luego pasar dos años a la banda de Eddie Palmieri. En 1971 firmó como cantante de la legendaria Estrellas de Fania.
Como solista, Feliciano grabó más de 30 discos, en los que se incluyen éxitos, como Amada Mía, Anacaona, Canta, Triste problema y Juguete . Su legado se extiende por más de cinco décadas, que se celebraron en 2008 con un gran concierto en el Madison Square Garden.
En junio del año pasado, el cantante confirmó que padecía un “cáncer tratable” y estaba recibiendo quimioterapia. Nunca más se refirió a su estado de salud.
El puertorriqueño visitó Costa Rica en dos oportunidades. La primera de ella fue en el 2006, cuando fue elegido para protagonizar el concierto de cierre del Festival Internacional de las Artes. La cita con la salsa tuvo lugar al costado este del Estadio Nacional. “Por fin. Doy gracias a Dios de poner un pie en este país”, dijo en aquella ocasión.
Dos años después, regresó a otro FIA para dar un concierto en la Plaza de la Patria (antes parque Juan Santamaría). Ahí se hizo acompañar de los nacionales Son de Tikizia para interpretar un repertorio nutrido, principalmente, de boleros.
En aquella visita, cuando el crítico Alberto Zúñiga de La Nación le preguntó si pensaba en el retiro, él respondió: “Esa palabra no existe en mi diccionario. Me gusta esto y no pienso parar..., la música resume todas las épocas de tu vida. La música es una crónica de tu vida y la de los pueblos”.