En las manos de virtuosos de la guitarra clásica de América y España, desde hoy, a las 8 p. m., la música cobra vida para endulzar los oídos de los públicos más exigentes, asombrar a los incrédulos sobre las bondades del instrumento y alimentar el alma de todos los melómanos de hueso colorado.
¿Dónde? En la decimoctava edición del Festival Internacional de Guitarra, que una vez más toma el escenario del Teatro Nacional.
La fiesta del instrumento de seis cuerdas comenzará esta noche, con Marco Tamayo (Cuba) y Anabel Montesinos (España), dupla que llevará al espectador por un viaje en el tiempo, desde Johann Sebastian Bach hasta la época de John Lennon y Paul McCartney.
Ellos tendrán el honor de inaugurar el festival: a veces estarán en solitario y otras, a dúo.
Además, desde México, vienen dos jóvenes promesas, quienes estarán en el festival el jueves. Se trata del niño Sergio Bucheli, de 13 años, a quien han llamado prodigio desde hace un lustro, en su país, y José Alfredo Amezcua, de 20 años.
Esa misma noche dedicada a la guitarra joven estará en el escenario el Cuarteto de Guitarras de Costa Rica, quienes presentarán su primer disco
Y el cierre, la cereza en el pastel del viernes será el regreso de Juanjo Domínguez (Argentina), músico capaz de crear una “locura colectiva”, según comentó el crítico Alberto Zúñiga, luego de escucharlo tocar en la edición de este encuentro de cuerdas 1999.
Marco Tamayo comenzó su viaje por la música cuando cumplió los tres años. Lejos de ser una ocurrencia infantil de un chiquillo que jugaba a ser músico, él comenzó a destacar y a los seis años ofreció su primer concierto abierto al público.
Cuando cumplió los 10 años, comenzó su periplo internacional, luego de conquistar los escenarios en su país. Desde entonces, no para de viajar, de tocar y de ganar concursos de gran prestigio.
Los viajes lo llevan con frecuencia a México, Finlandia, Italia y Rusia; de hecho, es llamado para ser solista de orquestas como la Filarmónica de Torino o la Filarmónica de San Petersburgo, bajo la dirección de Leo Brouwer y Philipe Bender, entre otros.
Y si es de enumerar premios, la lista sería igual o más grande; suficiente es decir que tiene el primer lugar de competencias importantes en el mundo de la guitarra, como el Certamen Internacional de Guitarra Clásica Andrés Segovia, en España.
Tamayo aseguró que, pese a estar lejos de Costa Rica, sabe que existe un fuerte movimiento guitarrístico y por eso se interesó en aceptar la invitación.
Su experiencia le permite saber que participar en un festival de guitarra es más exigente que un concierto tradicional, porque el público que asiste suele ser fiel al instrumento y, por ende, demanda más del músico.
Lejos de generarle presión adicional, él le preparó al espectador un programa que espera los deje más que complacidos. Para el concierto, él preparó obras del periodo barroco, del compositor Johann Sebastian Bach y de Niccolò Paganini –quien, además de violinista, fue guitarrista–; obras españolas de Joaquín Rodrigo y hasta arreglos para dos guitarras de temas de The Beatles, como
“La reacción del público a este tipo de conciertos siempre resulta muy positiva, porque tratamos de mostrar eso, que es imposible pensar que la música clásica y popular deberían estar separadas, solo hay una música: la buena y la mala”, afirmó el guitarrista cubano.
Siendo de Andalucía, España, para Anabel Montesinos la guitarra siempre fue algo cercano a su oído. Al principio, se interesó por el violín, pero a los seis años dio un giro por el instrumento de las seis cuerdas y las grandes curvas.
En su carrera, hay varios premios importantes, pero, sin duda, tres galardones obtenidos en el Certamen Internacional de Guitarra Francisco Tarrega le terminaron de abrir las puertas internacionalmente.
Ser mujer no le ha hecho el camino más difícil, pero eso no la libra de comentarios negativos. No obstante, ella saca fuerzas de esos comentarios para hacer su trabajo con más fuerza y ser ejemplo para otras guitarristas.
Algo que también los marca como músicos, es el ser esposos y ofrecer recitales a dúo. Para ella, es algo que se puede hacer porque tienen bien marcados los límites entre su carrera y el matrimonio. Ella asegura que son muchos los beneficios, en especial por el aporte constante de ambos para mejorar sus interpretaciones.
Amezcua llega con el reconocimiento de varios premios bajo el brazo; sin embargo, para él eso es algo superficial en la música.
Este joven de 19 años cree que es más importante ser tocado por la música, que sea una experiencia casi mística y gracias a esa experiencia lograr ser mejor persona, músico y mostrarle eso al público.
En su presentación, incluirá obras como
“Estoy en la búsqueda de hacerme un guitarrista completo, un artista completo. Para hacerlo, se necesita técnica, la parte expresiva y el aspecto cultural, no es solo saber dónde poner los dedos en una guitarra”, expresó Amezcua.
La presentación de Bucheli, niño que el mismo Amezcua reconoce como alguien que “toca increíble” y un “niño virtuoso”, así como la demostración del talento de los costarricenses Julio Monge, Edmundo Núñez, Erik Cascante y Manuel Durán, del Cuarteto de Guitarras, ofrecerán una buena oportunidad para comprobar el buen futuro que tiene el instrumento.
Regresa al escenario del festival, con el espectáculo
“Es un espectáculo que vengo desarrollando hace años. No tengo nada estipulado antes de subir al escenario, veré de qué tengo más ganas”, explicó Domínguez ayer cuando llegó al país.
Además, acerca de juego sin red que propondrá, adelantó que es muy posible que pueda interpretar un tango y que sea acompañado por Majo Lanzón, cantante argentina del género, quien además es su mánager.
Lo que es un hecho es que el folclor será parte importante de su repertorio, como lo ha sido desde hace cinco décadas y lo seguirá siendo. Eso es algo que lo hace un referente de la música argentina en el mundo y el mismo público no le permite dejar esa música de lado.
Domínguez es consciente de que, a su paso por cada escenario, deja una estela de calificativos superlativos por su trabajo. El crítico Zúñiga, aseguró en una de sus visitas anteriores: “Tiene un estilo tan personal y peculiar en la guitarra, que transforma su ejecución en un ritual”.
A pesar de eso, el artista argentino asegura que pese a lo importante que resultan esos comentarios, no permite que le alimenten el ego y solo los usa para tomar fuerzas. Con cada concierto, él pretende seguir mostrándole al público lo que mejor sabe: hacer de la guitarra su compañera inseparable.