Si U2, Madonna o AC/DC por fin pusieran Centroamérica en sus mapas de giras, Costa Rica sería la bendecida.
La razón: es el único país de la región con venues clase A. El Estadio Nacional y Parque Viva pusieron al país al nivel de México, Argentina, Chile y Brasil en materia de conciertos.
De acuerdo con productores de conciertos como Andrés Guanipa (Move Concerts) o Don Stockwell (RPMTV), hay artistas y bandas que solo manejan shows clase A, aunque la mayoría tienen también espectáculos de tipo B y C; es decir, un poco más modestos.
“Lady Gaga, Guns N’ Roses, Paul McCartney y Pearl Jam solo vinieron a Costa Rica”, destaca Stockwell.
Pero ¿qué hace que un venue sea de primera clase? El aforo, las facilidades para montaje y desmontaje, la configuración de la sede y facilidades como camerinos y lounges.
“Lady Gaga casi no viene por un centímetro. Teníamos que meter (en el Estadio Nacional) una grúa enorme porque tenía que levantar el castillo (parte de la escenografía del Born This Way Ball Tour).
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”La grúa entró bajándole las llantas, creando una rampa especial y por un centímetro entró hasta la gramilla. Y si no pasaba esa grúa, no se hacía el show en Costa Rica”, reveló Stockwell, quien asegura que la artista trajo consigo 62 contenedores con material para el concierto.
De los recintos que albergan conciertos masivos, el Estadio Nacional es el que cuenta con mayor capacidad, pues tiene la posibilidad de reunir un máximo de 42.000 espectadores, si el escenario se ubica hacia el sur.
El concierto más multitudinario hasta ahora en ese recinto ha sido el de la colombiana Shakira, quien en abril del 2011 estuvo a cargo del espectáculo musical para la inauguración del estadio. En tan solo los dos primeros días de venta de los tiquetes, se colocaron 38.500 de las 40.000 entradas que se lanzaron al mercado.
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En Parque Viva, por su parte, el concierto con el mayor llenazo hasta ahora ha sido el de Ed Sheeran, realizado en junio pasado. De acuerdo con la gerente general, Mariela Rodríguez, el Anfiteatro Coca-Cola recibió a 19.000 personas para ese espectáculo.
“El Parque (Viva) es el mejor lugar, como tal, para ver un concierto”, asevera el empresario Ernesto Arceyut, de Arceyut Producciones.
Según el productor, contar con dos grandes venues para la realización de conciertos, aunado a la calidad técnica de los equipos de audio, video e iluminación y la estabilidad política que hay en Costa Rica, hace que el país recientemente retomara el liderazgo en la producción de eventos en Centroamérica.
“En términos de tour es importante, porque al pasar de norte a sur, estratégicamente vale la pena parar en Centroamérica, y Costa Ria se ha vuelto un potencial en ese sentido”, comenta.
Guanipa concuerda en que Costa Rica es el “país centroamericano mejor dotado” en cuanto a infraestructura técnica. Por ejemplo, resaltó que la empresa RCTV cuenta con equipos de audio y video de primera calidad y mencionó que esta es una facilidad que no encuentra en Ecuador, donde debe importarlos de Argentina o Perú.
Arleth Arroyo, quien durante los últimos 30 años se ha dedicado al montaje técnico para varias empresas productoras de conciertos, confirma que los proveedores nacionales hacen que la producción resulte impecable, algo que no siempre sucede en las naciones vecinas.
“Para mí, Costa Rica es el Hollywood de Centroamérica. He producido en Honduras, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana y Punta Cana, y puedo decir que Costa Rica es uno de los países latinoamericanos con más alto nivel de producción”, dice.
“Aquí los stage hands, que son los que cargan y descargan los equipos del artista y apoyan en la producción, llevan su póliza, su buen pago y su comida incluida. A los otros de Centroamérica les llevan la comida en una bolsa, no los dejan ir a dormir y no se bañan. Casi parece esclavitud”, asegura Arroyo.
“En Centroamérica son hasta 24 horas trabajando porque todo está roto, todo está mal, no previenen, no hacen preproducción”, añade.
Obstáculos
Los venues, las comodidades y las garantías que ofrece Costa Rica no representan suficientes incentivos para atraer a bandas y artistas internacionales.
Las cargas impositivas por la venta de tiquetes –que alcanzan el 30,5% de cada boleto–, la excesiva y muchas veces lenta tramitología de permisos, los riesgos financieros en los que deben incurrir las empresas productoras y los montos que pueden pagar a los artistas por venir a un país con público relativamente pequeño representan obstáculos que hacen que, en muchas ocasiones, Costa Rica quede fuera de las giras.
“Los precios que podemos cobrar aquí, demográficamente, son muy diferentes a lo que pueden cobrar en Río de Janeiro, en Bogotá, Buenos Aires o en el D.F.”, explica Stockwell.
“La prioridad para los artistas categoría A son los mercados principales donde van a cobrar más. Y si quedan una o dos fechas, ahí es donde los mercados pequeños empezamos a competir”, agrega.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Cultura de este 2017, tan solo 15 de cada 100 personas mayores a 5 años disfrutan de al menos un concierto al año.
Entre las razones citadas para no asistir destacan el desinterés (38%), falta de tiempo (22,5%), falta de dinero (17%) y lejanía de los recintos (10,3%).
Sin embargo, el público de este tipo de espectáculos sí compra boletos, en promedio, tres veces cada año.
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Las cifras son mucho menores cuando se trata de talento nacional. Apenas la mitad de las personas mayores de 12 años que sí van a conciertos asiste a presentaciones de artistas ticos.
Una nueva era
Si se compara el panorama actual con el de hace una década, Costa Rica avanza a pasos de gigante en la cantidad de conciertos y en el nivel de los artistas que eligen presentarse en los escenarios nacionales.
“Costa Rica no existía en el ámbito del entretenimiento latinoamericano. No había empresas serias y se pensaba que era un mercado pequeño”, comenta Guanipa. “Resulta que Costa Rica es un país importante y lo hemos demostrado”.
“Las agencias grandes de los artistas anglosajones saben que en Costa Rica hay una competencia para traer a los artistas. Ahora saben que existen productores dispuestos arriesgar para traerlos”, dice, por su parte, Stockwell.
En el 2017, se autorizaron un total de 102 espectáculos masivos. De esta lista 65 corresponden a artistas internacionales, mientras que 30 conciertos son de músicos y agrupaciones costarricenses. En las autorizaciones también se cuentan un total de cinco shows foráneos y dos ticos que recibieron la declaratoria de interés cultural.
Para efectos de este conteo, se tomaron en cuenta tan solo aquellos eventos que, a razón de la preventa de entradas a través de medios oficiales como tiqueteras o boleterías propias, requerían autorización del MEIC, así como aquellos que contaban con declaratorias de interés cultural. No obstante, en el país se realizan decenas de conciertos cada mes en recintos de menor aforo y en los cuales no media un permiso del ministerio.
Desde la publicación de la Encuesta Nacional de Cultura del 2013, ya se advertía el potencial económico de la industria de conciertos, con una generación de ¢8.840 millones por producción de presentaciones musicales en vivo y por interpretación y ejecución musical. Sin embargo, la encuesta más reciente no actualizó dicha cifra.
“Gana usted, el que cuida los carros y hasta el de la reventa, el del parqueo, el del barcillo de la esquina, el que vende souvenirs”, comenta el productor Juan Carlos Campos, de la empresa One.
De hecho, conciertos como el de la banda Pearl Jam, realizado en noviembre del 2011, registró el ingreso de entre 400 y 500 personas extranjeras, según informaciones del semanario El Financiero.
El nuevo boom de los conciertos trajo un aliciente para municipalidades como la de Alajuela, que percibió ¢124 millones solo por la construcción del Parque Viva, recinto que hoy acapara la mayoría de shows internacionales.
Aunque el departamento de Hacienda del municipio no fue capaz de detallar el ingreso específico por la realización de conciertos, señaló que en el 2016, luego de la apertura del Parque Viva, sus ingresos aumentaron en casi ¢200 millones con respecto al promedio del 2011 al 2015.
Sin embargo, este factor sí representó una baja financiera notoria para la Municipalidad de Belén (donde se ubica el Centro de Eventos Pedregal), pues pasó de percibir ¢12 millones por conciertos en el 2012 a ¢6 millones en el 2015 y repuntó a ¢8,6 millones en el 2016. Empero, en lo que va del año, los espectáculos musicales le han inyectado ¢18,9 millones.
Pero, sin duda, el más afectado con la construcción del nuevo Estadio Nacional y Parque Viva fue el municipio de Tibás (localidad del estadio Ricardo Saprissa), que en el 2010 percibió ¢147 millones por conciertos y el año pasado la cifra llegó a tan solo ¢22 millones.
Por su parte, la Municipalidad de San José no entregó ningún dato financiero sobre conciertos, pese a las múltiples solicitudes por parte de Viva. Esa instancia se beneficia con lo recaudado por espectáculos en el Estadio Nacional, el teatro Melico Salazar y el Teatro Nacional.
“Hemos avanzado, hemos creado mejores eventos y mejores facilidades para el público. Esta industria solo crece cuando el público está feliz”, dice Stockwell.
“Yo soy un gran niño. Para estar en este negocio, hay que estar un poquito loco. Yo creo que la reacción inicial es con el corazón: ¿a quién te gustaría ver tocando en nuestro país?, ¿con quién te gustaría llenar los sueños? Al final del día, usted se para como productor de ese evento y ve que está llenando los sueños para 20.000 o 30.000 personas. Emocionalmente, te significa mucho”, asegura el empresario.