La piel erizada. El corazón latiendo a mil y los ojos aguados. El sentimiento que imponía Chavela Vargas con su voz llorona a grandes composiciones de la música folclórica latinoamericana se sintió hasta el alma la noche de este miércoles.
Cinco grandes voces de mujeres espectaculares se unieron a los dotados guitarristas que acompañaron a Chavela hasta el final de sus días para serenatear a la Dama del Poncho Rojo en la plaza Máximo Fernández, en San Pedro.
Juan Carlos Allende y Miguel Peña, Los Macorinos le rindieron tributo a su Chamana en el concierto que se llevó a cabo en el marco del Festival Internacional de las Artes (FIA) para conmemorar los 100 años del nacimiento de la cantante.
Haciendo un repaso por letras de icónicos compositores como José Alfredo Jiménez, Juan Záizar, Álvaro Carrillo o Tomás Méndez. Esas canciones que en la garganta de la Macorina recorrieron calles, animaron fiestas o sufrieron penas, fueron interpretadas por Tania Libertad, Marisoul, Andrea Echeverri, Gaby Moreno y la costarricense Debi Nova, con una solemnidad que contagió a un público enamorado de Chavela y que agradeció cada nota, cada palabra, cada destello de amor.
La plaza Máximo Fernández, al ritmo de las guitarras de Los Macorinos se convirtió por un par de horas en lo que Joaquín Sabina había descrito en un bulevar de sueños rotos para enviarle amor y pasión a la Chavela que inspiró su canción. Bien lo dijo el español que las amarguras no son amargas cuando las canta Chavela Vargas, pero tampoco lo fueron esta noche en las voces de artistas de México, Guatemala, Colombia y, por supuesto, la Costa Rica que vio nacer a Chavela.
Recorrido cargado de amor. Un escenario que emuló los espacios que tanto le gustaban a Vargas. La sala de un lugar, una barra de bar, un piano de fondo, fue la escena que recibió a los artistas que le cantarían a Chavela.
Esa intimidad, cargada también con algo de humor y fisga que protagonizó la actriz Marisol Gazé con su personaje de cabaretera, conquistó al público que casi llena la plaza.
La lista de piezas demostró la versatilidad no solo de Chavela sino de estas artistas que se deshicieron en elogios hacia el talento de la costarricense que hizo su vida en México, pero que su corazón le perteneció a toda América Latina.
Desde que llegaron a escena juntas y cantaron Las ciudades, de José Alfredo Jiménez, pasando por Cruz de Olvido, Un mundo raro y Como Dios manda.
Escuchar cada interpretación con voces quebradas y extasiadas de alegría definitivamente fue un regalo para los amantes de la leyenda de Chavela.
Cada artista imprimió su sello y también hubo oportunidad de escuchar piezas originales de Gaby Moreno, Andrea y la propia Debi quien le dedicó Por última vez a la memoria de Chavela mientras tocaba el piano.
El cierre no podía ser diferente. El coro de las cinco voces unido al aforo de decenas de personas cantaron al unísino la icónica Llorona.
“Dicen que uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”, las palabras de Chavela se volvieron realidad la noche de este miércoles cuando su memoria volvió a la tierra que la vio nacer.