En la rueda del slam, esa que a simple vista solo es un grupo de personas bailando en círculos con gran euforia, los abrazos no faltaron. En pleno baile alguien paraba para saludar con efusividad al amigo que no veía hace más de dos años.
En medio de la algarabía hubo tiempo para el reencuentro, para el cariño, para la alegría de estar presencialmente con viejos conocidos y para disfrutar y apoyar a la música hecha en Costa Rica. El Finca Fest fue eso, emoción y felicidad durante más de 10 horas de música continua. El festival sirvió para dar el banderazo de salida a la nueva realidad que vive el arte tico tras la pandemia.
El chivo empezó afuera. La camaradería se vivió desde tempranas horas de la tarde del sábado 5 de marzo, cuando decenas de amigos se juntaron, como lo hacían antes, para disfrutar de una carga intensa de rock nacional. Poco a poco los grupos de compas -muchos ya pasando los 40 años- calentaron el ambiente previo a la edición 2022 de la ya consolidada franquicia Finca Fest, la gran cita que junta bajo un mismo techo a bandas veteranas que surgieron de la escena under de los años 90 y a agrupaciones más jóvenes y ya con nombre entre los seguidores del punk, el reggae y el ska criollos.
El club Pepper y el bar Criteria, ubicados uno junto al otro en Zapote, fueron el epicentro de este convivio. El encuentro juntó artistas y a los trabajadores del sector que se han visto duramente afectados por la covid-19 con un público deseoso de bailar y cantar a todo pulmón.
El ímpetu no se apagó tras la pandemia, por el contrario, todos los protagonistas (desde músicos, vendedores de carnes, cuidadores de carros, personal de seguridad, producción y fans) trabajaron como una gran orquesta bien afinada para que el show saliera a la perfección.
Hace exactamente dos años que el nuevo coronavirus silenció de golpe la música en vivo en Costa Rica. Días antes de aquel triste 10 de marzo de 2020, cientos de ticos habían cantado y bailado como si no hubiera un mañana durante el Finca Fest, el último gran festival de música costarricense que se vivió previo a que la covid-19 hiciera guardar amplificadores, micrófonos y guitarras. El sábado fue de nuevo el Finca un hito en la historia de los espectáculos en vivo, ya que regresó por todo lo alto al convocar a más de 1.300 personas, una cifra inusitada en tiempos pandémicos.
Los primeros en llegar a esperar que las puertas abrieran fueron unos amigos que desde hace muchos años se juntan para ir a estos eventos. “Hemos ido a los Finca de Cartago, a los chivos en Aranjuez, a Picachos, Barajas y Las Caidas. Tenemos más años en estos de los que quisiéramos recordar”, contó entre risas Rodrigo López, quien en compañía de sus compas calentaba motores antes del concierto escuchando música en su carro desde que arribaron al lugar a las 11:30 de la mañana.
“Esta es una escena que sigue siendo underground, pero es parte de nuestra idiosincrasia. Somos siempre la misma gente fiel, las personas que disfrutamos de la misma línea de música, los que somos compas de los músicos. Es una hermandad”, dijo López. Él, en cuanto empezó a tocar la banda Dogandul, fue uno de los primeros en sumarse al gran slam que se armó frente al escenario de Criteria.
El festival se organizó con dos tarimas por las cuales desfilaron las bandas invitadas. La música fue constante desde la 1 p. m., cuando los DJ Selecta Marcus y Six abrieron el encuentro con una selección de mezclas muy acorde: allí se escucharon desde Los Fabulosos Cadillacs hasta piezas icónicas de Todos Tus Muertos y Caifanes.
Incansables
La reunión de grupos nuevos con bandas consolidadas atrajo a un público mucho más joven, tal vez a esos muchachos y muchachas que no vivieron en carne propia los chivos de La Finca de Cartago en los 90, pero que aprendieron de sus hermanos mayores, tíos o papás la adrenalina que se vive en estos festivales. Sin embargo, como mencionamos antes, fueron los incansables cuarentones los que abarrotaron el espectáculo y no pararon de bailar y de cantar.
Fue emocionante ver a cientos de personas pasar de un escenario al otro sin descanso. No más terminaba una banda de tocar en Criteria y ya la otra en el escenario de Pepper estaba dando sus primeras notas.
El viaje musical estuvo protagonizado por Dogandul, Buena Suerte, Shuffle Time, Askatasuna, Seka, Mentados, El Guato, La Milixia, República Fortuna, Adaptados y Los Garbanzos. Cada grupo, además, le rindió un homenaje a la emblemática agrupación Calle Dolores, interpretando en sus repertorios un éxito de la recordada banda cartaginesa.
“Aquí lo que sobran son abrazos. Esto nos supera a todos, es una emoción que no podemos controlar”, dijo uno de los asistentes al show que desde temprano no paró de bailar y abrazar a sus amigos. “Mae, gracias por estar aquí, gracias por existir”, le dijo a uno de sus compas. Y es que así fue como se vivió durante todas las horas el Finca Fest, no hubo alguien que no se emocionara por volver a los chivos y por reencontrarse con los suyos.
Reactivación
Más allá del público y de los artistas, otro grupo de personas también se mostró feliz y agradecido por volver, por retomar sus trabajos luego de muchos meses de haberlos perdidos.
De acuerdo con la producción, más de 100 personas trabajaron en el montaje y realización del Finca. Mauricio Zamora, de Jaika Producciones, y Donovan Camacho, de House of Artists, encargados del festival, confirmaron que entre oficiales de seguridad, acomodadores y personal de las productoras, se le dio trabajo a mucha gente.
Súmele a esa lista los empleados de los recintos, así como los vendedores de mercadería de las bandas (camisetas, afiches, discos, postales), los señores que en las afueras de Pepper y Criteria instalaron su puesto de carnes y hasta los cuidadores de carros. Todos volvieron a trabajar.
“Estoy muy feliz de volver a hacer esto. Tengo 14 años de trabajar en seguridad de eventos, pero durante la pandemia no tuve trabajo, tuve que pulsearla hasta vendiendo ropa como polaco. Hoy (sábado) volvimos, nos reactivamos. Mucha gente está agradecida de que podamos tener trabajo estable”, comentó Norbin Zúñiga, oficial de seguridad que estaba encargado de la revisión de la entrada de las personas a Criteria.
“La emoción es mucha, teníamos mucho tiempo sin sentir esta adrenalina que también nos hace estar agradecidos de poder reactivar la industria y llevarle al público una opción para salirse por un rato de todo el estrés de la pandemia”, afirmó Camacho, de House of Artists.
La escena del rock tico marcó la pauta, lo hizo con muy buen tino y una organización que cumplió con los requisitos de esta nueva normalidad. El público respondió, las bandas encantaron. ¡Volvimos!