El último adiós a Walter Ferguson, la leyenda del calipso costarricense, será este lunes 27 de febrero en la Cahuita de sus amores.
La vela de despedida al músico que puso en alto la cultura afrocaribeña con sus sabrosos calipsos se realiza este domingo 26, un día después del fallecimiento del artista a los 103 años, en la sala de eventos Coral Reef, en Cahuita, de 5 p. m. a 12 m.n. En la vela habrá diferentes grupos de calipso de la localidad honrando el legado de Ferguson.
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Las honras fúnebres será el lunes a las 10 a. m. en el Salón Reino de los Testigos de Jehová, también en la localidad limonense, según informó la familia del calipsonian.
Como la música de Ferguson trascendió a todo el país y los familiares saben del cariño de los ticos por él, dispondrán de un servicio especial para quienes no puedan asistir al funeral, el cual será transmitido vía Zoom.
Las personas interesadas pueden participar del servicio en este enlace: https://us06web.zoom.us/j/83059305388?pwd=M0VoaDhBei8zMWd3OW5VQm9oZzVCQT09.
El código para entrar es: 070519.
Un legado
Walter Gavitt Ferguson Byfield, símbolo y exponente por excelencia del calipso limonense, falleció este sábado 25 de febrero en Cahuita. El legendario músico tenía 103 años y su muerte se da solo dos días después de que la Asamblea Legislativa lo declarara Ciudadano de Honor de Costa Rica.
El artista falleció en su casa.
Walter Ferguson nació el 7 de mayo de 1919 en Guabito, el último pueblo del Atlántico antes de que el terreno de Panamá se cruce con el de Costa Rica. Nació en Panamá, sí, pero a los dos años ya estaba viviendo en Limón, y poco tiempo después Cahuita era el pueblo que lo cobijaba, al lado de sus padres.
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Hijo de un jamaiquino –Melsha Lorenzo Ferguson– y una tica-jamaiquina –Sarah Byfield Dykin–, se consideraba un hijo de Cahuita y un costarricense de sangre, más que un panameño. Tuvo ocho hermanos y durante su infancia a ninguno de los 11 seres humanos que vivían en su casa les faltó un plato de comida.
Si se ponía a sacar cuentas, decía que había compuesto más de 100 calipsos, pero nunca los grabó todos ni mucho menos apuntó las letras. Los tenía en su cabeza. Entre los 20 y los 40 años tocaba en fiestas y bailes con un grupo, mientras la costumbre original de las competencias de calipseros se iban quedando solo en la memoria de quienes las presenciaron.
No fue sino hasta comienzos del siglo XXI que pudo registrarse profesionalmente parte del cancionero de Ferguson, cuando la disquera Papaya Music trasladó un estudio de grabación a su casa en Cahuita para grabar, primero, Babylon (2002), y luego, Dr. Bombodee (2004).
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