En medio del parque Central hay tres tipos con camisas negras. Uno tiene una guitarra en la espalda, ese es Federico Miranda; otro tiene una barba negra como su cabello y cuida con la vista a dos niñas que exploran el parque, es es Abel Guier; el tercero está rodeado de muchachos y hablando con comodidad, como si diera una charla, ese es Luis Montalbert-Smith, quien definitivamente atrae miradas donde sea que vaya.
Les hago señas y todos empiezan a caminar hacia la Catedral. En el Parque Central vemos una tapa de alcantarilla que tiene grabado el número “1993”. Lo señalo a los miembros del grupo y Luis entiende de inmediato: ese pedazo de metal tiene la misma edad que su grupo.
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La ubicación de esa tapa es aún más valiosa: es justo al otro lado de la calle del Teatro Popular Melico Salazar, en el que celebrarán esos 25 años que han pasado.
Puede parecer extraño para algunos, pero Gandhi cuenta el tiempo que ha existido el grupo desde la primera vez que tocaron, cuando algunos aún estaban en el colegio y tocaban más covers que canciones originales (hacían versiones de grupos como Red Hot Chili Peppers, por ejemplo).
Pero eso ha cambiado y ahora tienen suficiente material para tocar por dos o hasta tres horas canciones que el público reconoce y corea.
De eso se va a tratar la celebración de su 25 aniversario, con dos conciertos el 14 y 15 de setiembre, en el Melico, en donde ofrecerán una muestra de su legado musical y, además, harán algo que les gusta mucho: una puesta en escena para un teatro, un espectáculo completo.
Se reunirán con colaboradores como Debi Nova –quien siempre festeja que Gandhi fue el primer grupo que le dio trabajo como corista–, Ricardo Chamberlain –guitarrista de la era de Arigato No!– y las coristas Kumary Sawyers y María Laura Pinto.
También participarán figuras como Bernal Villegas, Ricardo Ramírez y Tapado de Éditus, Balerom y Alberto Ortiz, productor de varios discos del grupo. Los boletos se pueden comprar en publictikets.com y los precios van de los ¢13.500 a los ¢30.500.
Los de Gandhi han disfrutado los meses que se han tomado para revisar estos 25 años y ensayar viejas canciones, pero ven hacia al frente. No solo transitan su pasado para recordar los buenos momentos, sino para aprender de los puntos difíciles, que les han dado más carácter.
Cambios
En una esquina de la Catedral Metropolitana, el grupo se reúne con el baterista Mássimo Hernández. Juntar a los cuatro de Gandhi es ejercicio para la memoria.
Es inevitable que hablen de cuando estuvieron en el estudio con Claudia, la hija de Abel, y era una bebé de brazos. Ahora ella tiene 14 años y está con su hermana menor, Mia.
Estamos frente al teatro Melico, en donde estrenaron su primer disco y al que no han vuelto en calidad de banda principal. 21 años los separan de aquel momento y mucho ha cambiado.
“Habría sido chiva mantener el banner que pusimos la primera vez que tocamos en el Melico”, dice Luis. “¿Vamos a poner un banner?”, le pregunta el vocalista a Mássimo.
“Realmente no lo consideré, ya la gente que va a nuestros conciertos no pasa por aquí”, dice Mássimo. El baterista insiste en que la edad les ha dado la oportunidad de saber qué le conviene al grupo y qué no, analizar con cabeza fría.
¿Esta conversación habría terminado en pleito hace 20 años?, pregunto. Tanto Luis y Mássimo ríen. Sí, es posible que no tener un banner con el nombre del grupo habría causado roncha hace unos años, cuando eran carajillos.
“A cierta edad a uno le empiezan a valer ciertas cosas, te das cuenta de que no tenés que abarcar todo”, señala el baterista.
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La preocupación más presente sobre este concierto es la lista de canciones que interpretarán durante las dos horas en el escenario.
“Los fans de Gandhi son personas muy agradecidas y hay de todo tipo”, dice Abel.
“Están los fans que quieren escuchar las piezas más conocidas y los que quieren escuchar rarezas; sin mentir, hemos hecho como siete reuniones para definir cuáles vamos a tocar”, agrega el bajista.
Recuerdos
En sus inicios, Gandhi era parte de una escena vibrante, en la que existían grupos como El Parque, Bruno Porter o Índigo, una generación que compartía el sueño de ser firmados por una disquera.
Pero al desmantelarse esa forma de negocio, las bandas nacionales debieron crear cada una su propio camino. Y lo que le sirve al ganso, no necesariamente le sirve al pato.
“Cuando hicimos BIOS estábamos celebrando 10 años, parece mentira. Siempre habíamos querido hacer un disco en vivo y pensamos que era la mejor oportunidad para hacerlo”, expresa Luis.
Quizá lo que ha marcado el ritmo en este camino del grupo es el mito de las grandes bandas de rock. Queen, The Beatles, Led Zeppelin, esas bandas en las que cada miembro era irremplazable, y en las que cada instrumento era interpretado por un buen músico y un buen showman.
Zeppelin especialmente inspiró el camino de Arigato No! (2009), álbum para el que reclutaron a Stevie Salas como productor. El álbum, coinciden los cuatro, los relanzó a una nueva generación de ticos que fueron a un concierto por Estréllame y terminaron enamorados de temas como Quisieras, estrenados una década antes.
Celebraron la salida del disco con un multitudinario concierto en la nave de ladrillo de la Antigua Aduana, el viernes 22 de mayo del 2009, a las 8 p. m.
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Arigato No! llegó en un momento de cambio en las vidas del grupo. Luis Montalbert-Smith estaba empezando sus experiencias con la paternidad, haciendo que la mitad del grupo ya tuviera hijos.
“La paternidad ha sido un gran cambio en mi vida, ahora a las 10 p.m. a veces estoy cabeceando del sueño”, confiesa Luis. “¿A veces?”, bromea Federico, el tercero en tener bebé.
El último de ellos en tener hijos fue Mássimo y, de nuevo, la ocasión quedó cercana a la salida del último disco, Universo asimétrico (2015). Este álbum llegó primero a manos de los fanáticos que contribuyeron a lanzarlo y unos meses después, fue publicado en plataformas digitales.
Asimétricos
Universo asimétrico es un disco que ha sido poco discutido en entrevistas. De hecho, los temas del álbum han sido interpretados pocas veces en conciertos, algo que la banda atribuye al sonido experimental del disco, que quizá no va tan bien con una presentación en Palmares, abriendo conciertos internacionales (estas son de las últimas apariciones que ha hecho el grupo en un escenario).
“Se aprovechó el momento para hacer varas raras: la primera canción es instrumental, la primera voz que suena es de una mujer y canta en inglés”, señala Mássimo Hernández, quien cree que este es “el disco raro” que todo grupo tiene en su discografía.
Los cuatro miembros de Gandhi han escrito canciones famosas del grupo, y en Universo asimétrico todos quisieron aportar, trabajando por separado con Stevie Salas. Eso generó que el disco no sonara como “el Gandhi unido”, dice Mássimo.
“Durante ese disco hubo muy poco de Gandhi, los cuatro metidos en un cuarto (…) ¿por qué pasó eso? Pues como te digo, los tiempos ya no son iguales para todo el mundo y tanto personal como individualmente eso afectó”, señala Mássimo Hernández.
“Fue una época turbulenta en la que no nos estábamos llevando bien. Creo que es la época en la que más cerca hemos estado de tener problemas serios. Eso se nota en el disco”, confesó el baterista.
Hace tres años, la idea era hacer una segunda parte de Universo asimétrico, pero esos planes fueron descartados.
Algunas de las canciones que se compusieron para esa segunda parte y otras nuevas que compusieron los cuatro en el estudio formarán parte del nuevo álbum que preparan y que vería la luz a principios del próximo año.
¿Qué se puede esperar de la nueva música? Canciones hechas por los cuatro miembros del grupo sin un productor, con la energía de los carajillos que solo querían hacer música, pero la experiencia de aquellos que han dejado huella en el rock nacional.