Entre nosotros y nuestros ídolos musicales existe una pared invisible, una que nos ‘echa en cara’ que nuestro vínculo con ellos no trascenderá nunca a un plano personal, por más que lo hayamos soñado. Aunque bueno, hay sus excepciones, ya que ciertas personas logran romper esa barrera misteriosa y terminan codeándose con aquellos que siempre admiraron.
Así le pasó a Gepe, un músico chileno de 43 años que ya tiene más de dos décadas de trayectoria, pero que hasta hace unos años era un nombre poco conocido en la escena latinoamericana. Actualmente, el artista está por lanzar un Undesastre, su más reciente disco, en el que colabora con Rubén Albarrán de Cafe Tacvba, Mon Laferte y otros músicos importantes.
El cantautor conversó con La Nación sobre el proceso detrás de este nuevo álbum -que verá la luz el 7 de diciembre- y la importancia de abrazar ‘los desastres’ que se presentan en la vida. Además, se refirió a cómo es trabajar con sus ídolos de juventud y hasta de cómo los movimientos sísmicos (temblores) pueden influir en la creación de las identidades.
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— ¿Por qué asociar un disco con el desastre?
—Es la idea de que en un desastre cabe cualquier cosa, de que todo es posible. Quería evidenciar que el proceso de grabación del disco fue súper orgánico, de hacer las cosas realmente como las vas sintiendo. También es una manera de desproteger las canciones. Hay nombres tan potentes que cierran el concepto del disco y dan la impresión de que cada canción se justifica por el título. En este es todo lo contrario, cada canción se vale por sí misma.
—¿Y por qué escribir el nombre del disco todo pegado? ¿De dónde nacen esos juegos tipográficos que usted suele hacer en los nombres de sus creaciones?
—Son herramientas para hacer más expresivas las palabras de lo que solamente la palabra entrega. Es decir, si pones PLAYA PLAYA, de alguna manera sería como gritarlo; en cambio, playa playa es como decirlo al oído. Escribir Undesastre, así unido, tiene que ver con hacerlo visualmente más atractivo y también con que los chilenos hablamos muy rápido (risas).
—¿Cuál fue el momento personal y creativo que lo llevo a componer Undesastre’?
—Los procesos internos siempre son súper contradictorios. Uno quiere una cosa y termina haciendo otra. En general, es muy difícil mantener siempre una línea y no ser contradictorio con las cosas que uno piensa, dice, hace y es.
“Cada canción es una aceptación de que muchas cosas pasan. Por ejemplo, la primera canción del disco, Araña pollito, habla acerca de los temblores en Chile, pero no describiéndolos, sino de como en el país y otras partes nos sobreponemos a desgracias tan grandes como esa”.
—Para mucha gente es difícil aceptar que no todo está en su control ¿Usted siempre tuvo presente la importancia de abrazar el caos o lo entendió gracias a la madurez?
—Más bien lo segundo. Tampoco sé si mi madurez es la suficiente para entenderlo, pero por lo menos lo intuyo y supongo que eso es un paso. Actualmente vivimos mucho caos, no solo interno, sino de lo que pasa en otros lugares por la gran cantidad de información que recibimos. Está bien querer estar conectado, pero otra cosa es querer estar viviendo todas las realidades posibles y eso sin duda genera una neurosis a su modo.
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—Mencionó los temblores, algo que también vivimos mucho en Costa Rica ¿Cree que factores como estar expuestos constantemente a estos fenómenos moldean nuestra aceptación de los desastres en general?
—Claro. Si tú estás acostumbrado a que todo se puede borrar de un plumazo, vives la vida con más intensidad, un poco más conectado a la vida que si no sucediera lo que sucede. Te pone los pies más en la tierra; uno intenta pararse constantemente ante ese tipo de desastres que son impredecibles. Aprender a vivir con eso genera una identidad muy distinta.
—Estamos saliendo de la pandemia por la covid-19, otro desastre que atravesó el mundo ¿Cómo lo impactó a usted creativamente?
—La verdad no me fue muy bien. Yo pensé que iba a ser un súper buen momento para estar encerrado haciendo canciones, pero no me salió nada. Estaba siendo víctima de un bloqueo compositivo y estuve así hasta el 2021. Fue un momento bastante oscuro, espero olvidarlo. Me hizo falta la conexión humana; la idea de que el otro es una amenaza me pareció terrible.
—Uno piensa que la labor del compositor es de lobo solitario, pero en este disco hay muchas colaboraciones ¿Su proceso compositivo es más gregario?
Absolutamente gregario. Este disco en particular, probablemente es el que involucra a más gente, en todo ámbito, no solo en lo musical. En lo compositivo, la combinación de personas es bastante amplia; hay 10 de las 14 canciones que compuse en colaboración con otras personas. Antes de este disco no era usual, pero la manera de salir del bloqueo creativo fue juntarme a escribir canciones con otras personas y eso fue clave. Nunca pensé que iba a ser así y me volví adicto a juntarme a escribir canciones.
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—¿Cómo es componer colaborativamente? ¿Es un desastre?
— (risas) Sí. Uno nunca sabe lo que va a pasar, hay veces en las que no resulta nada y se convierte todo en una conversación o en un ratico juntos. Pero en la mayoría de ocasiones uno se predispone a que algo salga y sale. Descubrí que lo mejor es juntarme con mis amigos cercanos y de ahí salieron canciones como Araña pollito, Banderas de arenas o Desastres.
—Cuando salió ‘Eres’, de Café Tacvba, usted tenía menos de 20 años y hoy graba con Rubén Albarrán ¿Cómo se vive eso?
— Es increíble, conocer a tu ídolo y encima trabajar con ellos es genial. En el disco anterior también colaboré con Vicentico y también fue genial. Trabajar con quien creciste escuchando es un regalo y me encanta. No solo con gente mayor, también he colaborado con Natalia Lafourcade, que es contemporánea y es una ‘ídola’ máxima.