Existe amor del bueno, del regular y del malo. Para este caballero en cuestión, es del último tipo el que le encanta vivir a los latinos: de ese sentimiento que parece desgarrar toda una vida en un solo suspiro.
Gilberto Santa Rosa tiene el panorama más claro que se pueda tener en la vida: nos gusta sufrir por “amor”, y las razones para justificar esto serían interminables. Sin embargo, él lo resume en una frase: “Esto nos hace sentir vivos”.
El cantante, que se presentó jueves y viernes en el Teatro Melico Salazar como parte de su gira En buena compañía , dio cátedra sobre lo que es ser un artista: movió cada una de las emociones del público que asistió a sus conciertos.
Durante dos horas, logró pasearse a sus anchas por la nostalgia, la alegría, la tristeza y hasta la esperanza de ese amor que más de uno ha perdido.
“Yo soy un especialista en corazones rotos. Seamos honestos y admitamos que a los latinos nos gusta sufrir por amor”, expresó el puertorriqueño segundos antes de interpretar la canción Para vivir .
Durante dos horas, el artista fue el mejor maestro de ceremonias para una batalla entre el amor y el desamor, saliendo ambos ganadores en una noche llena de mucha salsa, aunque pasada por lluvia.
Presentación. Cuando el reloj marcó las 8:05 p. m., el cantante salió al escenario vestido de traje entero, en medio de los aplausos y gritos de los asistentes, quienes en su mayoría, se ataviaron con sus mejores prendas para esta velada.
Yo no te pido fue el primer tema que interpretó Santa Rosa, acompañado de una orquesta integrada por 12 músicos. Desde los primeros acordes de este tema, el cantante parecía sellar un pacto de complicidad con el público.
Aunque en un inicio, la fórmula de fusionar la salsa con un teatro no resultaba muy alentadora para algunos de los asistentes, lo cierto es que el resultado superó cualquiera de sus expectativas.
A medida que escuchaban canciones como Un montón de estrellas , Sin voluntad , Pueden decir y Derroche , el cuerpo de cada uno de los presentes buscaba moverse donde y como pudiera. Cabezas, hombros, brazos y piernas se dejaban llevar por el vaivén del género tropical.
Para unas cuantas parejas, cumplir con el “protocolo” de permanecer sentados resultó una tarea más que titánica, por lo que decidieron adueñarse de algunos de los pasillos del Melico y dar rienda a sus dotes de bailarines, mientras de trasfondo sonaba el tema Almas gemelas .
Gilberto Santa Rosa sabía que era el momento de bajar un poco las revoluciones, por lo que la improvisada pista de baile se despejó con el inicio de uno de los momentos más románticos de la noche, cuando en su voz sonaron Si te dijeron y Vivir sin ella .
Mención aparte merecen las canciones Apaga la luz y No pensé enamorarme , que en esta ocasión tuvieron como cómplice a Tamela Hedström, quien demostró su gran capacidad vocal –y se robó aplausos por ello–.
Al igual que sucede con el amor, era necesario retomar las riendas del momento y jugarse el todo por el todo, por lo que el conocido Caballero de la salsa dejó su artillería pesada para el final de la noche.
Conciencia , Conteo regresivo , Perdóname , Que alguien me diga , Yo la agarro bajando y Déjate querer fueron las últimas cartas que se jugó este viernes Santa Rosa para dejar un muy buen sabor de boca en Costa Rica.
Mientras descendía el telón, la voz del fallecido Héctor Lavoe sentenciaba lo que, para algunos, es una de las más grandes lecciones de vida: “Todo tiene su final, nada dura para siempre”... Al menos esa noche, el amor –del bueno, del regular y del malo– pareció ser de esos que duran para toda una vida.