Las preocupaciones antes de la gran noche iban desde “tengo 4% de carga” hasta “no se separen, no se me pierdan”. Público tan variado en edades, con perspectivas totalmente diferentes de la vida, reunido en un mismo lugar y dispuesto a entregar el alma ante una superestrella: Justin Bieber.
Es tanta la influencia de Bieber que, desde el año 2013, ha sido el único artista que ha podido presentar pirotecnia en el Estadio Nacional, después de un notorio suceso en la inauguración de los Juegos Centroamericanos. No se le permitió a nadie más, sólo Bieber lo logró, y para bien de sus seguidores.
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Hay que decirlo: la euforia podía contagiar a cualquiera. La emoción y el éxtasis por ver a una estrella internacional de primer nivel, guste a quien le guste, fueron impresionantes. Pocas veces se da la oportunidad de escuchar a un ídolo mundial cantar en vivo y en el clímax de su carrera, de verlo bailar en directo, de cerca o de lejos.
La histeria colectiva se sentía desde temprano en los alrededores del estadio, pero nada se pudo comparar con la reacción cuando el canadiense pisó el escenario; ni la descripción de locura alcanza para esto.
La noche empezó a calentar con el Dj tico Bartosz Brenes, quien se encargó de preparar la cancha para Bieber. Tocó durante 45 minutos y abrió con la canción You , de su autoría, para luego acompañarse del saxofonista Fede Granados, del grupo Infibeat.
Solo Justin. 7:25 p. m., con una puntualidad sorprendente –en especial, porque la lluvia torrencial de la tarde en La Sabana amenazó con atrasar el espectáculo–, saltó a escena a quien miles esperaban. Bieber no usó la caja de cristal que ha llevado durante su gira mundial, pero no fue necesaria; así, sin nada que lo escondiera, se sintió más cerca de su público.
Purpose World Tour promociona el disco del mismo nombre y que alimenta la mayor parte de los conciertos, así que el arranque fue con Mark my Words y, de seguido la enérgica Where Are Ü Now... Fue entonces, exactamente, cuando todo se salió de control. La energía de Justin en el escenario, sumada al juego de pólvora, provocaron que ni las sillas del público sirvieran de mucho ni que las gargantas se calmaran.
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La intensidad nunca bajó durante el primer set del concierto. Get Used to It, I’ll Show You, The Feeling y Boyfriend volvieron locos a todos... Era la noche de los y las beliebers , era la cita perfecta para ver a su estrella, y Justin se dedicó a serlo tanto en la presentación musical como en el montaje del espectáculo. Aquello era de talla mundial: las luces, los bailarines, la música.
Bieber ha sabido quemar muy bien todas las etapas artísticas por las cuales ha pasado. A sus 23 años, pasó del niño prodigio con My World a ser el adolescente irreverente con Believe y más recientemente el adulto joven, a veces errático en sus acciones, pero artista consumado con su disco Purpose . Tal trayectoria la demostró la noche de este lunes, un día atípico para grandes fiestas como esta.
Euforia. La lluvia cedió en buena hora y minutos antes de que el canadiense saliera a escena paró el aguacero para darle lugar al espectáculo. Pudo tomarse como un buen augurio y un respiro para la fanaticada porque muchos fueron víctimas del aguacero durante la tarde.
Hubo un breve espacio para escucharlo con detenimiento, para que él y sus seguidores tuvieran un encuentro más íntimo. Con guitarra en mano, interpretó un doblete acústico compuesto por Cold Water y Love Yourself , con gritos silenciados aplausos.
Con mucho contacto visual con su público e interacciones medidas con las fans en primerísima fila, se dedicó a hacer bien su trabajo de complacer.
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Aunque muy consciente de su poder de convocatoria, tal vez a Bieber le faltó un poco de entusiasmo en las interpretaciones y se notó algo de playback, especialmente d urante As Long as You Love Me , pero todo cambio sustancialmente cuando llegó el turno de Children .
Ese fue el momento épico de la noche. El público entero se deshizo en un alboroto que hasta hizo cimbrar (literalmente) el Estadio. Tal vez porque se sabía que niños costarricenses iban a ser parte de la coreografía y eso era un hito, indudablemente.
El grupo de chicos lo hizo de maravilla y el propio Justin visiblemente emocionado lo reconoció. Tal vez Ana, Noah, Vicky, Natasha, Alonso y Fernanda, fuero las personas más envidiadas de la noche, ya que Justin se dedicó a conversar con cada uno, presentarlos y aplaudir su talento.
El artista se mantuvo hidratado con agua durante todo el show . Sólo hizo dos cambios de ropa. Después de haber lanzado su chaqueta al público y se puso una camiseta de los Blue Jays, equipo profesional de béisbol de Toronto, Canadá. Para el cierre salió con un suéter de color blanco con el nombre de la gira en la espalda.
Aunque la mayoría de las localidades eran numeradas, no sirvió de mucho, porque en los sectores de la gramilla del Estadio no se respetó el orden. Había gente sobre los hombros de otros, y no precisamente niños sobre los de sus padres: cualquiera era un buen soporte para ver mejor a Justin.
La producción confirmó que al estadio asistieron 24.000 personas, aunque el Nacional, en su imponencia, no se veía lleno.
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Who Wants to Be My Baby? trajo de nuevo la locura. Ya con ánimo más alto, Bieber hizo una regresión 10 años atrás. Él tenía 13 y apenas comenzaba a cantar profesionalmente cuando Baby lo convirtió en una estrella mundial. Al sonar el coro en Costa Rica, nadie se quedó callado. Aunque obviamente la voz es otra, el amor sigue siendo el mismo.
El cierre fue con Purpose . Durante la canción hubo mucha emotividad y la gente no quería que se fuera, pero llegó el momento. Salió por un momento del escenario y regresó para despedirse con Sorry . Sorpresivamente, vestía una camiseta de Deportivo Saprissa con el número 6 y su apellido en la espalda. ¿Cuántos nuevos saprissistas habrá a partir de este martes?
En la pieza final, Justin evidenció sin ningún asomo de arrepentimiento que había una pista detrás de su voz y se quedó callado en varias ocasiones mientras la letra seguía sonando, pero a esa altura del “partido” a nadie le importó.
Las palabras del adiós fueron muchos “Te amo” dedicados a sus fanáticos. Así terminó un hito en los conciertos en Costa Rica y el paso de Justin Bieber con su gira por América Latina.