Docenas de miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica (OSN) perdieron, este lunes, a un padre.
No estuvo siempre con ellos, pero sí en un momento crucial: su infancia y juventud. El maestro Irwin Hoffman, estadounidense e hijo adoptivo de Costa Rica, falleció este 19 de marzo a los 93 años.
"Mi amor, mi esposo, mi compañero de vida ..acaba de dar su último suspiro", escribió su esposa, la violinista Lourdes Lobo en su perfil de Facebook. Asimismo, los voceros del Centro Nacional de la Música (CNM) confirmaron la partida del maestro.
Las causas de su muerte y las fechas de sus honras fúnebres serán anunciados posteriormente. Este martes, el cuerpo del Maestro Irwin Hoffman se estará velando en el foyer del Teatro Nacional desde las 10 a. m. y hasta las 3 p. m.
A la 2 p.m. la Sinfónica y el Coro Sinfónico Nacional le brindarán un homenaje musical en el recinto, casa de la OSN.
Este año, Hoffman estaba designado para conducir el noveno concierto de temporada oficial de la OSN junto a su hijo, Gary Hoffman, como solista invitado. "También tenía programado la dirección de un concierto especial para instrumentos de cuerdas a finales del mes de setiembre", informó el CNM en un comunicado.
Hoffman fue el director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de 1987 al 2011, una época en la cual se consolidó como orquesta profesional con personal costarricense, realizó giras a Europa, Asia y América, y fortaleció la institucionalidad que hoy goza de buena salud.
“Lo que intento lograr, lo que me da placer y la razón por la que continúo haciéndolo, es crear una experiencia para el público. Estoy creando una realidad que no estaba allí antes”, dijo una vez a La Nación.
Su esposa, Lourdes Lobo, fue violinista en la orquesta. Residían en San Antonio de Escazú, aunque sus compromisos como director orquestal lo mantenían en constante viaje.
En el 2013, fue nombrado director emérito de la Orquesta Sinfónica Nacional, y en el 2016, fue galardonado con el Premio Nacional de Música 2015 en la rama de dirección por su trabajo con la Orquesta Sinfónica Juvenil.
En noviembre del 2015, anunció su retiro, pero pocos meses después se volvió a presentar con la Juvenil y la Nacional.
Trayectoria musical
Hoffman, quien nació en Nueva York el 26 de noviembre de 1924, comenzó sus estudios musicales de violín y piano a la edad de seis años. “Cuando mi padre colocó ese violín bajo mi barbilla, a los seis años, yo era demasiado joven para entender de qué se trataba la música”, contó a La Nación.
Tener el violín en sus manos fue una imposición de su padre. “La música no fue algo natural para mí, como niño estaba haciendo cosas que los demás no estaban haciendo. Cuando salían de la escuela, otros jugaban béisbol y yo tenía que practicar. Tuve que ver a niños de mi edad haciendo otras cosas mientras yo me desgastaba en el violín”. No obstante, la música se convertiría con el tiempo en parte consustancial de su vida: la batuta y él se hicieron inseparables desde su adolescencia.
Posteriormente realizó estudios como violinista y director en la Juilliard School of Music. Durante los veranos, bajo la batuta Serge Koussevitzky, en el Berkshire Music Festival, siguió estudiando y las puertas se abrieron para dirigir orquestas por todos los Estados Unidos, tras debutar, a los 17 años, frente a la Orquesta de Filadelfia. También sería director musical de la Vancouver Symphony (1952-1964) y director asistente, entre otros cargos, en la Chicago Symphony Orchestra, de 1964 hasta 1970.
Como director titular, estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica de Colombia en tres temporadas a partir del 2000. En Chile fue director titular de la Sinfónica de Santiago, a partir de 1994. Fue director artístico del Festival de Flagstaff, en Arizona, desde 1983 hasta 1996.
Cambios profundos. Hoffman debutó con la Orquesta Sinfónica Nacional en 1977 en el Teatro Nacional; interpretó dos obras de Chaikóvski. Aquel era un periodo de ajuste que, desde 1970, con la fundación del Ministerio de Cultura, había significado la regencia del maestro Gerald Brown, la contratación de nuevos músicos extranjeros, la formación de la Orquesta Sinfónica Juvenil y otros programas formativos, y la adquisición de instrumentos (incluyendo una donación de $1 millón en instrumentos por parte del gobierno estadounidense).
La estrecha relación de la música tica de entonces con la academia y los estándares estadounidenses dejaría uno de sus mayores frutos en la vinculación de Hoffman con la OSN.
Sin embargo, la trayectoria ascendente de la orquesta se vería interrumpida por la crisis económico global y costarricense: la devaluación del colón ahuyentó a los músicos extranjeros y nuevas inversiones quedaron paralizadas.
No obstante, el contingente de jóvenes músicos que se había formado bajo la batuta de Brown estaba listo para dar un salto. En 1987, Hoffman fue contratado como titular, e inauguró así el que muchos consideran el periodo más espléndido de la Sinfónica Nacional.
“En 1987, encontré a una orquesta muy joven, con mucho talento, y mucho potencial. Mi rol era crear una orquesta que pudiera tocar cualquier cosa en el repertorio orquestal”, recordó Hoffman en el videorreportaje 3/4 de siglo, de La Nación.
“Durante el tiempo que la conduje, la orquesta creció de una edad promedio de 20 años, probablemente, a cerca de 35 años cuando la dejé. Esos son años formativos en la vida de un ser humano, y yo fui parte de sus vidas”.
Bajo Hoffman, severo como maestro y musicalmente conservador, se afinó una experticia musical de calidad internacional que llevó a la orquesta de gira por Estados Unidos; Hungría, Checoslovaquia, Taiwán, Alemania y España. También se grabó en la época el primer disco compacto de la OSN.
Tenía fama de exigente y persistente. “Sé que tengo la reputación de ser muy estricto que he arrastrado desde el inicio de los ensayos, cuando algunas personas llegaban un poco tarde o poco preparados, y yo no aprobaba ese tipo de comportamiento”, decía.
Apostó por el repertorio clásico y romántico como herramienta formativa para sus músicos y útil imán de público. “Una orquesta sinfónica es como un museo de arte musical, un repositorio de material que pasa de generación en generación. Mucha de la música que se compone desaparece; la mejor es la que pasa de una generación a otra”, decía.
LEA MÁS: ¿Para qué carretas sin marimbas?: Tras los mitos de la música en Costa Rica
Era conservador en su selección musical: en su regencia, optó por afinar las herramientas de sus músicos y retarlos con el canon del arte musical centroeuropeo; de ese modo, hubo muy poca música de compositores latinoamericanos, costarricenses o contemporáneos.
Partida y retorno
A pesar de la estrecha relación que tenía con la orquesta, los lazos oficiales se cercenaron en el 2001 vía llamada telefónica. Él estaba en Colombia y se le dijo que el Centro Nacional de la Música no prorrogaría su contrato; se adujo que la OSN había llegado a un tope y requería renovación.
La salida de Hoffman abrió un periodo de búsqueda extenso, de más de año y medio; finalmente, el director japonés Chosei Komatsu ocupó su lugar.
LEA MÁS: Tras un breve retiro, Irwin Hoffman regresa para dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional
El 17 de junio del 2011, casi diez años después, volvió a dirigir a la Sinfónica en el Teatro Nacional. Continuó siendo invitado a dirigir a las orquestas del Centro Nacional de la Música e, indefectiblemente, sus conciertos eran ocasiones de celebración y cariño por parte de músicos y público.
En el 2015, anunció su retiro de la dirección orquestal. Pronto se arrepintió. “He dirigido orquestas por siete décadas. Lo que significa es que dirigir es la esencia de mi existencia. Intenté negarlo recientemente, pero fue caprichoso. La verdad es que debí quedarme callado y si hubiera esperado un poco más no hubiera dicho nada”, dijo al retornar, en marzo del 2016.
Era difícil para él alejarse del podio. Incluso, recibió el Premio Nacional de Música 2015 en la rama de dirección por su trabajo con la Sinfónica Juvenil. “Cuando me invitaron a trabajar con la Orquesta Juvenil fue como si mi vida continuara en Costa Rica con una nueva generación. Me da mucho placer continuar contribuyendo a la cultura musical del país que me adoptó”.
“Me gustaría que los costarricenses supieran que tienen mucho talento en sus jóvenes; que supieran que, para un país relativamente pequeño, la proporción de personas con talento musical no tiene comparación”, opinaba.
En el 2017 llevó a al Sinfónica Juvenil de gira por Centroamérica, para celebrar 20 años de los Acuerdos de Paz. Su último concierto con esta orquesta fue en las Ruinas de Copán, en Honduras.
Ese mismo año dirigió por última ocasión a la Orquesta Sinfónica Nacional, como director invitado. Alzó la batuta para dirigir obras de Fauré, Berlioz, y Prokófiev, en el Teatro Nacional.
"Nunca he dirigido o dirigiré una orquesta que tenga el espacio en mi vida que tiene la Orquesta de Costa Rica", aseguró Hoffman en aquella ocasión, aún cuando venía de trabajar con orquestas en Hungría, Colombia y Guatemala. "Hay un sentimiento que tengo cuando ensayo y dirijo esta orquesta que no tengo con ninguna otra, son como mis hijos musicales", agregó.
Hay generaciones de músicos costarricenses que no llegaron a tocar bajo la batuta de Irwin Hoffman. Sin embargo, si les preguntan a sus mayores, sabrán que su esfuerzo fue ingente y prolongado; con sus matices, fue una guía contundente durante un periodo crucial de maduración para la música costarricense.