En tiempos de prueba, carencia y pérdida, como fueron y han sido los de la pandemia de la covid-19, muchas personas se han aferrado a su fe, a confiar que aunque la tribulación a veces parece imbatible, Dios siempre cuida de sus hijos. Por ese motivo el sábado 3 de setiembre, en el Estadio Nacional, la noche se convirtió en una oportunidad para dar gracias, para adorar a ese Ser en el que se cree intensamente por medio del talento de Jesús Adrián Romero, cantante de música cristiana que dirigió un recital lleno de gozo y esperanza.
A las 7:54 p. m., y tras una cálida apertura de la velada a cargo de los costarricenses de MasterKey, apareció el mexicano interpretando el tema Mundo interior. El matiz de este concierto permitía que todas las personas se sintieran en sintonía, pues además de ver a un cantante de su agrado, muchos encuentran en este espacio la posibilidad de adorar y sentirse amados. Como anunciaron los artistas ticos: “Todos fuimos escogidos por Dios. Todos somos importantes”.
Durante el concierto (que tuvo como antesala una poderosa lluvia durante la tarde) Jesús Adrián Romero, quien se presenta en el marco del Tour de la esperanza, le habló a su audiencia de forma directa, compartiendo pequeñas reflexiones que precedían a sus canciones. Varias de sus palabras recordaron “como Dios está en todas partes, incluyendo a la niñez en situaciones de vulnerabilidad o en personas enfermas”.
“El Dios que nosotros buscamos en el templo, en la iglesia, el Dios que buscamos en la mañana en oración, lo podemos encontrar en el rostro de un niño pidiendo dinero, en el rostro de un enfermo y esta noche en las personas que están a tu lado, porque somos hechos a imagen y semejanza suya”, comentó el mexicano para empezar a cantar el tema Ayer te vi.
Se acaba todo, El anhelo de mi voz y Razones pa’ vivir fueron tres canciones más que deleitaron a una audiencia embelesada con el espectáculo.
De las hileras de sillas sobresalían las luces de los celulares que capturaban el momento, también se asomaban las manos extendidas en señal de adoración.
De repente, el cantante invitó a su público a ponerse de pie para entonar el tema Aquí estoy, con el que cada voz prometía ponerse a disposición para “servirle al Señor”.
Se desbaratan mis sueños fue el siguiente tema antes de que Jesús Adrián volviera a conversar un poco con la audiencia. Esta vez para recordar que apenas estamos viendo el final de un invierno (la pandemia), la cual arrebató millones de vidas. Al respecto, el cantante reveló que en los tiempos más duros él escribió Se quedó conmigo, tema que interpretó luego de comentar que “Dios no nos abandona”.
“Dios es fiel a sus promesas y va a terminar la obra que empezó en nosotros”, dijo.
Ese momento, que removió sentimientos y provocó que escaparan algunas lágrimas entre los asistentes, fue la antesala de una confesión: Jesús Adrián Romero no tiene una canción favorita, sin embargo, en un popurrí cantó algunas de sus piezas más icónicas.
Qué sería de mí, Este día especial, entre otras canciones, emocionaron al público. Nuevamente, Romero invitó a su audiencia a ponerse de pie y juntos entonar un tema más que conocido en la escena de la música cristiana: Sumérgeme. El momento fue sublime, pues con los ojos cerrados y manos elevadas al cielo muchos pudieron encontrar esa anhelada conexión con Dios.
Más tarde, de la adoración intensa el público pasó a la alabanza. Hasta un mesurado baile hubo después, cuando Romero interpretó Cuenta conmigo y Pegao’ a ti.
Un espacio para el amor
Tras presentar a su equipo de músicos, Jesús Adrián Romero cantó Mi vida sin ti, una de sus canciones más gustadas, incluso por un público que no necesariamente sigue la música religiosa. Se trata de un tema romántico que escribió para su esposa Pecos Romero. Ella, quien lo acompaña en todos sus conciertos, no pudo asistir en esta ocasión porque falleció su tío.
“Si tu ‘peor es nada’ está también aquí, se la puedes dedicar”, dijo bromeando el mexicano.
Siempre hablando de su amada, Romero cantó Una casa vacía, tema que le escribió para retratar esa etapa de la vida en la que los hijos “se van del nido” y ambos quedan nuevamente solos. En ese inevitable escenario, el cantante invita a su esposa a “enamorarse otra vez”.
El tiempo de adoración regresó: Mi universo, Me dice que me ama y Cómo la brisa fueron protagonistas de la penúltima parte del recital. Antes de cantar habló de esos corazones puros que tienen como centro a Dios. Los asistentes le respondían con coros de “amén”, reafirmando que estaban de acuerdo con esas palabras que recordaban que “todo gira alrededor de Él”.
La sentida Princesas mágicas, que dedicó a sus dos hijas, también fue parte de este segmento. La cantó con tanta emoción que incluso se le cayó el micrófono, un mini-incidente que confirmó que durante todo el recital Romero cantó en vivo.
Para despedirse de su público, Jesús Adrián presentó El brillo y En la Azotea. Fue así como finalizó una noche en la que unas 6.000 personas rindieron culto a Dios, pero sobre todo, en la que dieron gracias durante unas dos horas de recital.