Hablar con Joaquín Sabina. Entrevistar a Joaquín Sabina. Escuchar su voz de lija por el teléfono contestando las preguntas que le hice. Aunque su relación con Costa Rica data de muchísimos años, hablar con el Flaco de Úbeda parecía un sueño; sin embargo, él, sencillo y travieso como es, hizo que la charla trascendiera como si fuéramos grandes amigos.
La llamada telefónica se efectuó a principios del mes de enero, no de abril –como a ambos nos hubiera gustado– pero la entrevista se dio con el fin de hablar de su próximo concierto en nuestro país (7 de marzo, en el Estadio Nacional) y de su último disco: Lo niego todo.
Cada respuesta estuvo cargada de fisga, de poesía y, sobretodo, de carcajadas que hasta por poco lo ahogaron de tos en un par de ocasiones. A mí, sinceramente, varias veces me dejó sin habla.
Con sus 69 años ya cumplidos, el poeta español mantiene su vigor y su buen humor. Justamente, en Lo niego todo se burla de sus muchos años, aborda la vejez con sinceridad, abre su corazón y suena un poco más joven gracias al apoyo del español Leiva, quien lo acompañó como productor y músico.
Joaquín pide a sus seguidores que le tengan paciencia y piedad para mostrar sus nuevas piezas en el Estadio Nacional, pide que les den oportunidad y que, en recompensa a ello, cantará sus viejas baladas y sus himnos.
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-Los fans de Sabina están que comen ansias por volverlo a escuchar y a ver en directo...
-Ustedes saben que yo no dejo de pasar por mi Costa Rica querida en ninguna gira. Aunque cueste y aunque no sea al principio del recorrido, siempre acabo cayendo por ahí.
-Hubo que esperar casi un año para verlo porque tuvo un quebranto de salud. ¿Cómo está, cómo viene de cara al concierto?
-Llevamos de esta gira casi 60 conciertos, estamos muy rodados, muy calientes. Paramos un mes para disfrutar de la Navidad y ponerse en marcha cuesta un poco más, pero han sido conciertos de mucha comunicación con el público, muy calientes, muy multitudinarios, esperemos que sea así en Costa Rica también.
-Dice que viene con energía y caliente. ¿Qué va a presentar en el espectáculo?
-Como hacía ocho años que no presentaba canciones nuevas y este año hemos grabado disco, en la primera parte del concierto daremos al menos ocho o nueve de las nuevas, que ustedes aguantarán con paciencia y piedad. Luego, en la segunda parte daremos más de lo que quiere el público que quiere oír las viejas baladas y los viejos himnos.
-Había dicho que no le daban vergüenza estas canciones. ¿Ya se acostumbró a ellas?
-Si me dieran vergüenza no estarían en un disco. Yo cuando acabo una canción pienso en mis amigos y pienso que si no va a parecer digna de mí o de ellos las tiro a la basura y no las toco más. Ya no las siento nuevas porque llevamos 60 conciertos cantándolas.
-¿Cómo fue el reencuentro con la grabación tras ocho años de no hacerlo?
-Estaba un poco harto del exceso de tecnología que hay en los estudios de grabación, me gustaba más como era antes, sin tanta tecnología. Pero esta vez me rodeé de un poeta y de un músico maravillosos los dos: Benjamín Prado y de Leiva, que es un roquerito muy joven y muy estupendo. Entre los tres nos calentamos lo suficiente para meternos de lleno en el trabajo y en la discusión; para mí fue una experiencia muy enriquecedora.
-¿Qué le aportaron ellos y usted a los temas?
-Ellos fundamentalmente me aportaron motor y energía. Yo aporté lo que hice siempre: mis historias y mi guitarra.
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-Había comentado que estuvo sin ganas de componer pero que en este disco sintió la misma energía del disco 19 días y 500 noches. ¿Cuál es la energía que tiene Lo niego todo?
-Cuando llamé a Leiva para proponerle que me produjera el disco nos fuimos a una casita que tengo en la bahía de Cádiz, en el mar. Entonces yo tenía un cajón lleno de cosas, de canciones empezadas o terminadas; la primera noche fue tan productiva que decidimos tirarlo todo de nuevo al cajón, volver a guardarlo todo y partir de cero, escribir las canciones nuevas, esa es la energía.
-¿Fue rápido, fluyó la inspiración?
-Sí, lo que es difícil es ponerse hacerlo, arrancar. No sabe usted lo que cuesta.
-Está negando las etiquetas que la prensa y el público le han puesto, está haciendo bromas y una retrospectiva. Pero de verdad, ¿qué es lo que está negando?
-Sobre todo de los tópicos que se agarra la gente para no estudiar o entrar más adentro de la realidad. Lo niego todo es una canción de broma donde digo que lo niego todo incluso la realidad; es una forma de tomarme poquísimo en serio a mí mismo porque para burlarse de los demás, primero hay que empezar a burlarse de uno mismo. Pero sí, se han dicho tópicos muy exagerados sobre mí. Recuerdo llegar a Chile y leer en el periódico: 'Llega a Chile el profeta del vicio'. Yo me tiraba al suelo de la risa, además pensaba: 'me están sobrevalorando, los voy a decepcionar’'
-¿No se le complicó burlarse de usted mismo, ser autocrítico?
-Yo llevo ese veneno dentro siempre. Empecé a hacer canciones porque no escuchaba en la radio la canciones que a mí me gustaban, sobre todo no las escuchaba en español, algunas eran en inglés, otras en francés. Pensé que tenían que ser canciones que contaran lo que yo quería contar, lo que yo quería oír. No he renunciado nunca a esa crítica y autocrítica, por eso algunas veces me tiro ocho años sin sacar canciones nuevas porque no las encuentro a la altura que yo quiero.
-¿Qué le gustaría afirmar a esta altura de la vida? (por un problema de comunicación, Joaquín escuchó firmar, la respuesta fue acompañada por más carcajadas).
-Cheques, muchos, muchos. Cheques al portador.
-Hablábamos también de burlarse de la vida, pero en el disco también está asumiendo la edad, la vejez, hay un hilo conductor en las canciones por ejemplo con Lágrimas de mármol...
-Sí lo hay. Cuando empecé a pensar en este disco pensé que siempre había hablado de las cosas que más me preocupaban, de las que me estaban pasando y lo que me está pasando ahora que estoy envejeciendo. Pensé que era muy delicado hablar de eso en un disco sobre todo en el mundo de la música pop rock donde nadie quiere hablar de eso, nadie lo quiere oír. Sin embargo, yo insistí que era un tema muy interesante, insistí que la música pop y la música rock han crecido, se han hecho adultas y ya se puede hablar de cualquier cosa como en los buenos libros.
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-Sé que está emocionado por llegar al los 69 años porque muy pocos artistas lo han logrado.
-Sí, y además porque es un número precioso.
-¿Cómo asume la edad?
-¿Quieres la verdad o quieres que te diga una tontería?
-Las dos cosas...
-Fatal (casi se ahoga de reírse). Estoy muy enfadado con la edad.
-¿Por qué?
Porque mira, fundamentalmente, porque me han desaparecido un montón de amigos que eran fundamentales y queridísimos para mí. A esta edad se te empieza a morir gente al rededor muy querida, no quiero seguir hablando de esto, pero fundamentalmente esa es la razón de mi enfado con la edad.
-El disco tiene fisga, es íntimo, confesional. ¿Cómo lo define usted tras haberlo escuchado la primera vez?
-Solo lo he escuchado una vez que fue cuando lo dejé terminado y le di el visto bueno. En mi casa no hay discos míos, ni se escucha jamás un disco mío.
-¿Por qué?
Primero porque canto las canciones y luego porque prefiero oír a un montón de gente maravillosa que hay por el mundo. Cuando le di el visto bueno es porque estoy conforme con el trabajo. Lo que dice usted de intimismo confesional es algo de lo que no me puedo librar, en cada disco pienso: ‘voy a contar historias que le pasen a la gente que no sea yo’, pero al final acabo hablando de mí, no he conseguido vencer eso nunca.
-En esta ocasión hay innovación por parte de Leiva, pero me gusta mucho, por ejemplo, que decidió cantar y tocar reggae, tex-mex, country... ¿Cómo se dio la elección de los géneros?
-A mí me ha gustado siempre toda la música. Siempre he sido muy ecléctico: voy de la rumba al tango o del rock and roll al reggae con muchísima facilidad y con ganas de que los géneros te enseñen a hacer cosas diferentes. Cada letra exige una melodía especial: cuando hago una rumba –que es muy de mi tierra andaluza– hago la letra para esa rumba; eso me divierte mucho. Nunca he sido sectario de que soy un roquero, un cantautor o un no se qué; me nutro de todo lo que veo y oigo a mi alrededor.
-¿Cómo le fue con el reggae?, tiene una relación muy vieja con el género.
-Sí, es que el reggae nació en unas discotecas de mi barrio de Londres, de Portobello. Cuando yo tenía 20 años estaba rodeado de negros por todos los sitios, el único blanco que entraba a las discotecas era yo, los demás no se atrevían y descubrí una música maravillosa.
-La gente lo ama por su identidad, lo ama por ser el mismo viejo zorro. ¿Sintió cierto recelo al hacer esos cambios?
-Yo no sé muy bien lo que el público dice. Ya sabe usted que no tengo redes sociales ni nada parecido, ni teléfono móvil. Yo me relaciono con el público desde el escenario, trato de ser lo más yo posible. Cuando escribo una canción no pienso para nada en lo que va a pensar el público ni las personas de la radio, pienso en mí y cuatro o cinco amigos.
-Los temas sociales son infaltables: en este disco toca la violencia contra la mujer, la economía. ¿Por qué no puede dejar esos temas por fuera?
-Soy un lector diario de prensa, del mismo modo que no tengo tecnologías de información de ninguna clase, todos los días leo tres periódicos. Todos los días me nutro de esa espiral tan absolutamente trágica que está llevando el mundo y mucho más desde que el señor Donald Trump es presidente de los Estados Unidos y niega que en Madrid está nevando tanto por culpa del cambio climático.
-Había dicho que sus musas estaban viejas y que tenían mal aliento. ¿Cómo está la relación con ellas en este momento?
-Ahora tenemos un romance, desde esas reuniones para escribir el disco nuevo y la cantidad de canciones que se quedaron fuera. Las musas y yo ya no tenemos sexo porque somos muy mayores, pero nos damos besos.
-¿Apasionados?
-Sí, con lengua.
Detalles de entradas:
Los boletos están disponibles en el sitio www.eticket.cr.
Los precios y localidades son: ¢29.500 (Peces de ciudad, gramilla de pie, ¢45.000 (Malas compañías), ¢55.000 (Calle Melancolía), ¢70.000 (Los de abril), ¢87.000 (500 noches vip), ¢99.000 (Momentos Credomatic) y ¢120.000 (Lo niego todo).