Un interlocutor es todo lo que se necesita para que Jorge Drexler active un extraño don de fluir y para que términos corrientes como “antes”, “vos”, “jardín” compongan oraciones extraordinarias.
Sílaba a sílaba, la conversación florece en un juego de palabras y un compartir de sentimientos sobre su segunda visita a Costa Rica, sus proyectos y el recital en el que se reencontrará el cantautor uruguayo con los ticos.
El ritmo está marcado por la calidez y la apertura de un músico, que aún se esfuerza por estudiar y absorber todo lo que puede de cada uno de los países que visita.
Ayer, antes de su segundo concierto en el país, Drexler nos deja visitar ese jardín de palabras y melodías de dónde brotan temas, como
Cuando estoy de gira, no acabo de salir del escenario. Estoy todo el día pensando en que mañana voy a estar en el escenario, en que ayer estuve, en la secuencia de canciones, en la guitarra... Recién me acabo de dar cuenta que hay que cambiarle las cuerdas a la guitarra.
“Eso, mezclado con una recepción muy ávida de información a los lugares a los que voy. Trato de hablar mucho, pregunto más de lo que respondo porque me interesa mucho Costa Rica... Estoy muy curioso con este país. Me dan muchas ganas de que, cuando terminen las entrevistas, ir al centro, ver, ir a comer y observar cómo habla la gente”.
La erre (risas). No... Una especie de actitud que sobrevuela al país. Una mezcla de civilización con algo natural, que es muy bonito. Me parece un país muy inteligente... Me hace recordar Uruguay, en muchas cosas.
“Dos cosas que me fascinan, aunque conozco muy poco: el Pacífico, nos fuimos a Esterillos, que eso es impagable, y, luego, Wálter Ferguson, que es una de mis obsesiones personales.
A veces sí, a veces sí. Cuando estoy de viaje estoy más concentrado en aprender.
A mí no. El día que las cosas me den lo mismo, me voy a buscar otras cosas que me interesen. En mi vida, nunca nada me da lo mismo. Soy muy goloso, muy curioso, me gusta saber.
“Creo que el día que deje de interesarme por las cosas, me retiro, no solo de la música sino de la vida. No se me ocurre desperdiciar la oportunidad de conocer cosas de un sitio; lo único que lamento es no poder quedarme más”.
Creo que el estar abierto a las cosas, el disfrutar de ellas me carga las pilas, me hace feliz. Cantar me carga las pilas, no me quita energía. Yo salgo mejor físicamente de un
¿El ánimo de la gente hace que usted cambie el concierto?
Sí, sí. No en el rendimiento profesional. Hay una base profesional que está dada más allá de la respuesta del público.
“Yo estoy muy abierto en los conciertos, no ando con el piloto automático. No me da igual. Mi compromiso es con estar presente, si hay un problema técnico paro y lo intento arreglar”.
No sé... Simplemente voy ahí, trato de estar relajado, de disfrutar del escenario, de no dejarme arrastrar por el vértigo de estar expuesto, de tratar de ser consciente de que el
“En nuestro concierto, el silencio es la materia prima; no tenemos ni siquiera focos móviles para evitar el ruido de los ventiladores. El silencio del que partimos, especialmente en este teatro, que es precioso, es como el de un concierto de guitarra clásica”.
Ese concierto fue muy diferente del que van a ver hoy... Este es un
Pues se equivocan. Yo soy más cancionista que poeta. Hasta hace un año, te hubiera dicho: no soy un poeta, pero, a través de Twitter , he empezado a escribir versos sin música. Me gusta mucho la utilización de la palabra. La palabra y la melodía, pero sobretodo la palabra; es mi documento de identidad de alguna manera.
¿Qué palabras lo definen cómo persona?
Me cuestan mucho las definiciones, más sobre géneros artísticos, más sobre una persona, y más si esa persona soy yo; no tengo perspectiva. Me cuesta mucho la concreción, soy una persona dispersa, tiendo a dispersar las cosas.
Pero sus canciones están llenas de momentos muy concretos.
Bien, bien. Acepto el
Al principio, no me gustaban mucho las letras, eso fue una evolución. Primero, me consideraba un guitarrista; después un compositor; recién, un cantante; demoré mucho en que me gustara cantar y que estuviera contento con hacerlo. Después, recién empecé a estar contento como letrista. ¿Muy raro, no?
Yo ahora veo las letras de los primeros discos y no están mal. No entiendo por qué esa obsesión.
Las letras toman mucho trabajo, cuando me encontré con la primera canción y la letra tomó cuatro meses, dije no, esto es mucho trabajo, así no se puede, que alguien escriba las letras, pero no conseguía alguien que me gustara.
“Sigue costándome mucho escribir, aunque hay mucha gente que me gusta como escribe; es muy difícil meter a alguien en una canción”.
Acabo escribiendo siempre desde mí, aunque escriba para otra persona. Estás ahí, dando vueltas con la guitarra y, de golpe. algo te emociona... Esto es como si entraras en un jardín y sintieras un perfume, y no sabes muy bien de dónde viene. Te vas moviendo por el jardín, y aquí está más fuerte, y se va y vuelve; lo vas buscando a ciegas, y lo agarrás, lo incorporás y se te fue. Eso es escribir para mí.
“Luego, tienes que hacer una cosa para renovar el perfume, porque si te quedas un tiempo ahí oliendo, a veces puedes perder la primera emoción que tenía”
Estoy metido en algunas cosas que no he hecho nunca. He escrito música para ballet, que se va a estrenar en mayo, en Uruguay; son 24 minutos de música instrumental y estoy muy orgulloso de esa música. Voy a estrenar un filme como actor; es una locura del director argentino Daniel Burman, y se llama
“Estoy metido en un proyecto de canciones nuevas, que estoy empezando a desarrollar. Son canciones para aplicaciones de tabletas y
¿Cuándo lo podremos probar?
En un par de meses, va a estar más claro. Tenemos recién un primer prototipo, todavía no puedo mucho hablar, pero sí que va a salir. Es un proyecto de “aplicanciones”.