Jorge Drexler, muy respetuosamente, pidió antes de cantar el tema Corazón Impar que el público tico pausara las palmas para construir, entre todos, el rumor de cómo sonaría un corazón.
La aclaración era necesaria pues todo Parque Viva, este 5 de noviembre, comenzó a aplaudir sin cesar ante el pulso que da pie a esa canción, pero el uruguayo rogó para que todos, en vez de juntar las manos, pisaran al mismo tiempo.
“Qué lindo es escuchar esto. Siento que escucho el corazón de Costa Rica”, dijo.
Justo hacia ese sitio (el corazón) apuntó el espectáculo de Drexler; una conjunción de una carrera de 30 años transformada en un concierto de dos horas. El sudamericano, sensible, generoso y talentoso, dio todo de sí en una noche en que miles quedaron satisfechos.
Una experiencia religiosa
Una vez que terminó Corazón Impar, los aplausos estallaron. Eso sí: Jorge volvió a tomar el micrófono y un silencio abrupto tomó Parque Viva.
Todo lo que tiene por decir Jorge Drexler parece venir desde un púlpito; es un hombre inteligente, tanto para escribir canciones como para hablar. Por eso, la gente se silenció para oírlo.
“Oigan, en este silencio puedo escuchar una chicharra”, expresó el sudamericano entre risas. “Me encanta la naturaleza porque nos pone a pensar”, dijo.
“Es maravilloso lo que hace la naturaleza. Nosotros estamos aquí desde que un átomo decidió unirse a otro. Venimos desde lo más pequeño y es fabuloso pensar en eso y saber que estamos aquí juntos celebrando, gozando, tantos miles de años después en la historia de la humanidad”, agregó.
Así dio inicio a la primera mitad del concierto, una sumatoria de canciones movidas y emotivas sobre el amor y sus maravillosas contradicciones.
Además de Corazón Impar, Drexler abrió el show con esta seguidilla de canciones: Plan maestro, Deseo, Transporte, Cinturón blanco, Fusión, Universos paralelos e Inoportuna. Todos temas escritos en distintas épocas de su vida, pero siempre trazadas en la cartografía principal de su obra: los vaivenes del corazón.
“A veces canto una canción como Corazón Impar y luego Fusión. Son dos canciones que se contradicen. Una habla sobre disfrutar las diferencias en una relación de pareja y otra en abrazar por completo los dos seres como uno solo. Pero bueno, así es el amor y por eso escribimos canciones de esto desde que se tiene registro”, reflexionó Drexler.
Otro espacio para el cancionero
Después, aclaró que venía una pieza “distinta” en su repertorio. La irónica Oh algoritmo que él mismo describe como “una plegaria a ese oráculo tecnológico al que rendimos culto todos los días”, refiriéndose a cómo estamos en manos de los algoritmos digitales que nos controlan.
El público, como fue costumbre en todo el concierto, coreó con el cantautor. “¿Quién quiere que yo quiera lo que creo que quiero”, cantó Parque Viva al unísono con Drexler, repitiendo el coro una y otra vez, reafirmando un ambiente casi religioso que se sintió durante el espectáculo.
Inclusive Drexler se lanzó a rapear la parte que le corresponde en la pieza a Noga Araz, artista con la que colabora en la pieza. El uruguayo, siempre sonriente e irradiando carisma, bromeó con el público moviendo su mano como si fuera un rapero de cepa. Los ticos le agradecieron con ovaciones.
Las canciones sobre el corazón se mantuvieron en pausa un rato más pues Drexler siguió el concierto con Tinta y Tiempo, tema que da nombre a su último disco y a la gira actual.
Es una pieza sobre el bloqueo artístico y cómo las victorias de un cantautor se encuentran, justamente, cuando sus canciones se encuentran con un público.
“Para mí esta es una canción de cuna para el compositor. Aprender que uno no comanda el proceso de escritura es un alivio y estar aquí compartiéndolo con ustedes es ganar la batalla de la escritura”, afirmó.
Para seguir con las canciones de pulsaciones bajas, Drexler cantó junto a la vocalista Myriam Latrece (quien hace coros en su banda) el tema Asilo, que fue grabado con la chilenomexicana Mon Laferte.
Esta canción, que vuelve a tocar temas sobre amor, fue uno de los momentos más sentidos de la noche. Con solo su guitarra y voz, Drexler mostró que también es un cantante con un rango vocal impresionante, subiendo y bajando tonos como si nada. A sus 59 años se escucha en un perfecto momento de madurez de todas sus capacidades.
Acto seguido, el uruguayo se sentó en un banco y dijo que iba a cantarle a Costa Rica “como si estuviéramos en el living de la casa”.
De forma íntima, cantó Noctiluca, canción escrita para su hijo Luca antes de que naciera. El propio Drexler se conmovió, se llevó la mano al pecho y respiró profundo, como aguantando algunas lágrimas. “Muchas gracias”, solo alcanzó a decir, antes de continuar su concierto con temas como Soledad, Sanar, La Edad del Cielo, Salvapantallas y la infaltable Milonga del moro judío.
En conclusión: muchas emociones
Jorge Drexler es un músico que ya había probado, muchas veces, su valía en escenarios cerrados, en recintos que aparentemente serían más íntimos.
Con su presentación en Parque Viva mostró que puede poner a la gente a bailar, a conmoverse inclusive en un espacio al aire libre. El uruguayo es un hombre sin poses, cercano y que le habla al público como un viejo amigo con el que toma café un día cualquiera y le da uno que otro consejo para remendar una herida sentimental.
Sean boleros, baladas pop, funk, trova, milongas, tangos... Jorge Drexler puede tocar cualquier género en cualquier lugar y su resultado será el mismo: el público quedará abrazado con su carisma y su música, como dice una de sus canciones, nos hará sanar siempre, aunque el corazón a veces duela.