Para explicar las obras que interpretará en su primer concierto en Costa Rica, el violinista estadounidense Joshua Bell comparó el programa musical con los platillos de una cena. Luego, habló de su Stradivarius del año 1713 como si se tratara de un corcel mañoso.
Su modo de hablar a través de imágenes se asemeja a la forma en que interpreta su instrumento: en cada concierto procura dibujar imágenes con el arco de su violín.
“Tocar música debe ser como contar una historia, debes lograr tocar las emociones más profundas en las personas”, explicó el violinista.
“Hamlet no significa nada hasta que alguien le da vida y eso es lo que hacemos en la música clásica, tratamos de compartir esta experiencia emocional con el público; de eso se trata todo, de contar una historia a través la música, una abstracta, pero potente”, finalizó.
Joshua Bell estará por primera vez el próximo lunes 29 de agosto junto al pianista Alessio Bax. Las entradas están a la venta en eticket.cr y van desde ¢20.000 hasta ¢129.000, según la localidad deseada.
Carrera. En el escenario, Bell, de 48 años es tan suelto y directo como lo es en entrevista; se comporta como un conocido agradable, que no teme expicar sus motivaciones. Con un violín en las manos, dista de ser un tipo regular: es uno de los mejores intérpretes vivos.
Su carrera ha sido la de un niño prodigio que nunca ha decepcionado. Su primer recital grande fue a los siete; interpretó música de Bach. A los 14 hizo su primer gira por Europa y a los 17 tocó por primera vez en el Carnegie Hall.
En su adultez se le ha otorgado el Premio Avery Fisher a mejor solista (en el 2007) y la revista Musical America lo eligió en el 2010 como Instrumentista del Año.
En el 2007, se sumó a un reportaje del Washington Post que exploraba el arte y el contexto. Tocó en el metro de Washington D.C. en modo incógnito y la documentación en video se transformó en un viral.
Gracias al experimento su nombre se replicó en distintos medios y eso, sumado a su amplia discografía de unos 40 álbumes, lo transformó en una especie de rockstar del violín. La música clásica es la espina dorsal de su carrera, pero él no es un purista: apuesta a las colaboraciones mientras impere la calidad.
“Disfruto muchos estilos diferentes. He colaborado en muchas ocasiones con artistas de jazz, bluegrass u otros de pop, como Sting, también he hecho arreglos para violín de piezas de ópera,... Me interesa llevar la música clásica a una audiencia más grande y más joven y por eso experimento bastante”, comentó a Viva por vía telefónica.
Para Bell, los conciertos no deben ser actos solemnes. Él conversa con el público entre canciones y trata de prmover un ambiente distendido.
“Creo que mucha gente tiene miedo de la música clásica porque tienen que aplaudir en un momento específico y no cuando lo sienten, o tienen que vestirse formales y eso es una pena”, comentó.
Los autores que interpreta –Beethoven, Ravel, Vivaldi, Debussy– no son culpables de este prejuicio. Al contrario, él cree que el valor de estas obras es casi universal.
“Creo que esa distancia con la música clásica es un problema más de imagen que de contenido (…) No creo que necesitemos cambiar Beethoven para hacerlo más colorido, porque no hay nada más colorido que Beethoven”, explicó Bell.
Esa bandera es la que ha llevado a distintas partes del mundo. Con la Academy of St Martin in the Fields, una de las orquestas más importantes de Londres, ha viajado por Europa y África. Él es actualmente director y primer violín de esa orquesta.
Aunque su agenda le demande interpretar las mismas canciones una y otra vez, Bell no muestra señas de desánimo; al contrario, celebra la existencia de esas obras como el eje de su vida.
“Las piezas que tocaré en este concierto, como la de Beeethoven, las enfrenté por primera vez a los 14 años y para mí, siguen siendo un gran reto; sigo encontrando nuevos elementos en estas obras y nuevas formas de interpretarlas.
”Esa es la belleza de la música clásica: puedes vivir toda tu vida con estas obras y siempre verlas como un reto, sigue siendo interesante.”
Repertorio. Durante este concierto de piano y violín, Bell mostrará algunas de sus obras favoritas. Al público tico, le prometió “una noche muy especial”, considerando que será su debut en el país y “un menú de degustación de diferentes tipos de música clásica.”
“Iniciaremos con Chaconne de Vitali, una pieza de violín que solía ser muy popular y que nos dará un inicio potente para el concierto. Luego vendrá la icónica Sonata Kreutzer ( Sonata n.° 9 ) de Beethoven, que será como la carne con papas del concierto.
”En la segunda parte del concierto, la sonata de Ravel ( Sonata n.° 2 para piano y viola ) en la que Alessio incorporará algo de blues y jazz, para dar contraste. Al final, tocaremos algunas sorpresas, esos serán los postres”, detalló Bell.
A este concierto, Bell traerá su bien más preciado: un violin Stradivarius de 1713, de la era dorada del luthier italiano más famoso: Antonio Stradivari.
El estadounidense adquirió este instrumento por $4 millones, después de vender otro Stradivarius por $2 millones. El portal TMZ ha dicho que, en manos de este nuevo dueño, el violín ahora podría estar valorado en unos $15 millones.
Más allá de la leyenda, o los signos de dólar, Bell defiende su violín a toda costa. En varias entrevistas ha expresado que ha sido su mejor inversión, por las posibilidades musicales que le ha abierto.
Con sus palabras, trata de pintar imágenes que explican el valor que tiene el violín para él, pero es en sus interpretaciones cuando tiene la posibilidad de dibujar paisajes, estaciones y mundos enteros.
“Un Stradivarius no se toca solo; los violines modernos son mucho más fáciles de tocar, de hecho. Los Stradiviarius son como montar un caballo viejo y temperamental pero si sabes, montarlo, puedes encontrar los matices más sutiles y puedes ser el mejor”, finalizó Bell.