Cinco son los pilares fundamentales de la longeva carrera de Juan Luis Guerra: el amor, el sabor latino, la familia, la fe y la crítica social; y en el show de Todo tiene su hora, concierto que ofreció la noche de este sábado en el Parque Viva, cada uno de estos elementos estuvo presente.
No es fácil resumir en un concierto cuatro décadas de trabajo impecable, pero Guerra lo intentó y el público que llenó el Anfiteatro Coca-Cola lo bailó de principio a fin.
Puntual, la cita con el dominicano comenzó a las 9:05 p. m. Guerra solo necesitó del apoyo de su gran banda, la 4.40; cinco pantallas para ilustrar su música con imágenes y una cabina telefónica –al estilo de los años 50 y 60– en el escenario para evocar el sentido retro de su último disco, publicado en noviembre del 2014.
No fue necesario nada más, ya que a puro son, bachata, merengue y salsa, el espigado cantante de barba se echó a la bolsa a cada uno de los asistentes.
La crítica social fue la bandera de salida del espectáculo con la canción Cookies and cream . El horno no está pa’galleticas, cookies and cream. Esta novela no tiene fin. ¿Dónde va el por ciento de la educación? , cantó Guerra. Más adelante, en este mismo ámbito, interpretó la movidísima –y muy querida– El costo de la vida.
Con merengue comenzó el baile. Guerra no tomó respiro y soltó tres éxitos seguidos: La travesía , el clásico Ojalá que llueva café y La llave .
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Comprometido con su público, lo cual tiene como costumbre y ha comprobado a lo largo de sus numerosas presentaciones en suelo tico, el dominicano fue toda entrega en el escenario. La pasión por su música se le nota y el agradecimiento por el apoyo lo demuestra en cada pieza.
Para bajar un poco las revoluciones, mas no la intensidad, interpretó Mi bendición. La primera bachata del show marcó la presencia del amor por su familia. El tema, dedicado a Nora, su esposa desde hace 31 años, fue también ofrecido para los matrimonios en el lugar. “El que ama a su esposa se ama a sí mismo”, dijo antes de cantar. En la misma línea también sonó Mi muchachita linda , escrita para su hija.
Según datos de la productora, unas 10.000 almas bailaron al ritmo del dominicano, quien es una cátedra viviente de música latina. Sus obras son propiedad ya del imaginario colectivo de América Latina; ahí está otro de los pilares del artista.
Guerra es virtuoso y con la grandiosa 4.40 como eterna cómplice mostró su versatilidad al hacer un mix de salsa combinando temas del pasado como Carta de amor y del presente como Dime Nora mía.
En la tarima se vivía una fiesta: tanto músicos como cantante gozaron al máximo, se les notaba. Abajo, en las graderías y en la gramilla del anfiteatro se compartió la celebración. ¡Qué rico bailar en vivo con Juan Luis!
La fe tuvo su espacio. Hace muchos años que Guerra le dedicó su carrera a Dios y no duda en hacerlo parte de sus espectáculos. Para ti la cantó al “ser supremo que me saca adelante todos los días”.
Los temas del disco Todo tiene su hora fueron la gran mayoría del repertorio que cantó y no se sintieron extraños a pesar de que el álbum es relativamente joven. Los nuevos trabajos se vieron acuerpados por las canciones que son éxitos atemporales como Niágara en bicicleta , Visa para un sueño , La bilirrubina y A pedir su mano.
Guerra es sencillo. Sin aspavientos, ataviado con su inseparable boina, un chaleco contra el frío y una camisa de manga larga, fue todo amor para el público.
Precisamente, el último pilar de su carrera estuvo presente de principio a fin en el espectáculo: el amor es lo que encierra todo lo que él hace.
Para el cierre de la presentación, el artista le dio un espacio especial a sus músicos para que se lucieran. Las bromas y el buen humor fueron el punto alto de este tiempo invertido en la 4.40.
La base inseparable de Juan Luis Guerra desde hace más de 40 años sabe muy bien cómo encender al público.
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La despedida no quería llegar, tras más de hora y media de música, sabor y baile, los fans no podían bajar las revoluciones de adrenalina, pero todo tiene su hora y la del final llegó.
Guerra tenía preparado para despedirse varios éxitos más: A pedir su mano , Bachata en Fukuoka, Bachata rosa , Frío, frío y Las avispas .
Teloneros del sabor. Previo a la bachata y el merengue imparables de Juan Luis Guerra, los nacionales de Los Ajenos comenzaron puntuales. Con su acostumbrada energía sobre el escenario, los costarricenses lo entregaron todo.
En un puro vacilón, guiados por la grave voz de LuisGa, su cantante, emocionaron hasta al más serio de los presentes.
El sabor se sintió, músicos y público se unieron en “el chiringue” del estrambótico merengue de Me vale un cu y, de seguido, con La cumbia de los locos , pieza que suena a fiestas de fin de año.
La divertida irreverencia del grupo sirvió de forma perfecta como abrebocas para calentar el ambiente.
La verdad es que ellos saben bien como hacerlo y con temas como Pamela Chu y la queridísima Mireya , en la cual todo el público repitió la graciosa coreografía que acompaña al estribillo. La descarga de adrenalina fue grande, apenas para calentar piernas para la bailada que siguió.