Han pasado 22 años desde que el colombiano Juanes visitó por primera vez Costa Rica. De aquella presentación musical, que se realizó con poco público, en un recinto pequeño y donde subió al escenario con tan solo una guitarra, mucha agua ha corrido.
Hoy por hoy el artista, galardonado con varios premios Grammy, es sin duda uno de los cantautores más consolidados de la industria latina. Sin embargo, no deja de tener ese mismo sentimiento de gratitud y, hay que decirlo, de sincera modestia, que trae consigo desde que era un soñador muchachito de Medellín, cuyo único anhelo era hacer música por amor.
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El sábado por la noche, en la primera fecha del festival Picnic, un Juanes muy roquero, pero también con tintes románticos y hasta salseros, fue lo que el público se topó en el escenario. Su presentación fue espectacular; no hay mejor palabra para definir lo que fue su show, uno de los más esperados de una jornada extenuante, pasada por agua, pero llena de energía y felicidad.
Fue precisamente esa energía y buena vibra la que derrochó Juanes en la tarima, pero más allá de lo que el público pudo percibir del artista -tanto musical como personalmente-, hay que decir que el cantautor ya se encontraba de muy buen humor minutos antes de subir a escena. Así lo comprobamos durante una entrevista breve pero sustanciosa que mantuvimos con el artista, el mismo que recientemente ganó su tercer Grammy anglosajón a mejor disco latino de rock o alternativo por el álbum Origen.
Juanes es un hombre amable, que curiosamente se sonroja cuando habla de sus logros y se emociona al abrirse un poco sobre su vida familiar. “Mis hijos y mi esposa son el motor de mi vida”, comentó orgulloso el intérprete de La camisa negra, que en su concierto en Picnic echó mano no solo de este clásico, sino que también se encargó de honrar su nueva producción de estudio.
En la charla previa al concierto, Juanes recordó con cariño que Costa Rica siempre ha sido como un hogar para él. Del disco, de su relación con nuestro país y de lo que significa ser parte de un festival como el Picnic, el colombiano habló con Viva.
-Una vez más de visita en Costa Rica, ¿cómo se siente de regresar?
-Me siento muy feliz, encantado de estar con ustedes. Es un país con una energía muy muy especial. Siempre, desde el primer día que vine, hace 22 años; desde ese momento hasta hoy he tenido un recuerdo de la gente maravilloso y un cariño diferente. Es una cosa muy bonita, de una vibra que se siente aquí. Somos muy parecidos, tenemos la diferencia de la “r”, pero es muy parecido.
“Hoy (el sábado) me desperté en la mañana y veía por la ventana del hotel y era como si estuviera en mi ciudad Medellín, la montaña, todo bello”.
-¿Y en la cultura?
-Creo que si tú te pones a pensar desde México hasta la Patagonia hay muchas similitudes, es más lo que nos une que lo que nos separa. En general somos muy similares en todo.
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-¿Se siente en casa?
Yo me siento en casa, definitivamente. Hay algo que me sorprende siempre en este país y es que como que la imagen de la policía o el ejército no es la que nosotros tenemos, ese tipo de cosas tan disruptivas me llaman la atención. Pero sobre todo, sobre todo, lo que más me encanta es la gente.
-Y esa gente es la que lo está esperando para el concierto. ¿Qué opina de volver?
-No sabes, significa demasiado para nosotros. Para todos los músicos, los artistas, para toda la gente con la que trabajamos, fue muy duro este impacto sin poder hacer música (por la pandemia). Yo, desde los 13 o 14 años, estoy haciendo esto y de pronto haberme encontrado en esa sensación extraña fue muy raro y también, obviamente, cambian los niveles de prioridades. Lo que te puedo decir es que hoy estoy demasiado agradecido y feliz de estar aquí. El escenario, creo que más que nunca, es un lugar sagrado donde queremos dar lo mejor para todo el público.
-Estar en el escenario, ante miles de personas, cantándole al amor a la unión, a la buena vibra...¿qué tan importante es la música para llevar estos mensajes?
- La música es muy importante, el arte en general, porque creo que el mundo está muy complejo. Existe demasiada enfermedad mental y mucha tensión por diferentes razones. Estos momentos de encuentro a través de la música son maravillosos porque estamos por encima de toda la filosofía, la ideología, la religión; lo que estamos es conectados por el sentimiento de las canciones y eso es lo que vale más que nunca.
-¿Como ser humano, ¿cómo se siente de esa conexión y esa necesidad de encontrarnos?
-Siento que la naturaleza nuestra es esa, convivir, estar juntos, rodeados en manada. Es algo tan importante para nosotros la sonrisa, quitarnos la máscara y ver la sonrisa, los ojos, esa conexión y los abrazos. Dábamos por hecho todo antes de esto (la pandemia) y de repente te das cuenta de qué tan importante es.
-¿Cómo se logra un trabajo tan bien hecho como el disco Origen? ¿Qué significa tocar la banda sonora de su vida?
-Ese álbum era muy importante, era como regresar a la infancia y recordar la esencia de lo que soy; mis padres, mi casa, mi vida entera. Desde la música de Carlos Gardel, de Julio Jaramillo, Fito Páez y Juan Luis Guerra; todos estos personajes que han marcado mi vida. Haber recurrido a estas canciones, visitarlas, deconstruirlas y construirlas otra vez en mi vida y en mi mundo, fue un reto. El disco fue una oportunidad maravillosa de rendirle homenaje a esos personajes que amo tanto y también, debo decir, que conecta mucho con mis canciones y mi música.
“Fue un honor gigante trabajar con Sebastián Krys, con quien coprodujimos el disco al que le pusimos demasiado amor. Es un trabajo mano a mano casi de carpintería, artesanal, con mucho cuidado, mucho cariño y mucho mucho respeto. La verdad ha sido una alegría inmensa.
-¿Es afortunado entonces?
-Sí, me siento muy afortunado. Sobretodo porque cuando terminamos este álbum fue justo cuando empezó la pandemia. Me quedé en la casa encerrado y dije: ‘¿Ahora qué hago?’ y pues, qué iba a hacer, pues ponerme a componer música como loco. Fue muy afortunado haber hecho toda esta música nueva -que es inédita- después de Origen. Ya verás que mi música nueva tiene mucha conexión.
-¿Cómo mantener la esencia de las canciones y también su propio estilo?
-Queríamos conectar todas las canciones entre sí con varios elementos y uno de esos era la percusión, porque el Caribe es muy importante para mí. El Pacífico y el Atlántico colombiano son muy importantes para mí en cuestión de ritmos, así como la guitarra, que viene del mundo del rock. Esa era una manera de conectar las canciones de diferentes épocas, regiones de Latinoamérica y España a través de estos elementos que tienen mucho que ver conmigo como la música popular, la cumbia, el vallenato, los boleros, la bachata.
-¿Fue difícil escoger las canciones? Lo digo porque el gusto y la influencia a la que te refieres es muy amplia.
-Yo tenía un playlist como de 55 canciones, pero obviamente todo se tiene que resumir. Había canciones con el mismo tipo de ADN, entonces escogimos una de cada una de los grupos. Quedaron muchas por fuera, pero las que están ahí representan mi infancia, mi adolescencia y una etapa más adulta.
-Hace 22 años, cuando usted vino por primera vez a Costa Rica, fue en un recinto pequeño y con poca gente. ¿Qué le dice a esa gente que estuvo ahí y que quizá vino a ver al concierto del Picnic?
-¡Sí, solo yo con la guitarra!. Tengo un agradecimiento inmenso. Hay un par de videos en YouTube de entrevistas que son muy divertidas, porque yo soy un niñito ahí. Tengo que agradecer inmensamente a los periodistas, a la gente de la radio, a la gente que en ese momento me dio una oportunidad. También agradecer a Universal Music que me ha apoyado todos estos años y a los fans que, desde ese momento, están y a los que se han ido uniendo a lo largo del tiempo.
“Hoy en día hay muchas oportunidades de escuchar muchos diferentes tipos de música, razón por la cual estos festivales son tan chéveres, porque puedes disfrutar todo tipo de música en un mismo lugar y darte cuenta que esto de los géneros, al final, un poco se desdibuja porque todos escuchamos de todo.
-Premios, una carrera longeva y mantenerse en el tiempo. ¿Cuál es el secreto y qué lo impulsa todos los días para seguir?
-Creo que el amor por la música, desde muy pequeño eso es algo que yo tuve. Hubo como una epifanía cuando yo estaba muy chico, que estaba tocando la guitarra en la sala de mi casa y sentí algo muy poderoso, como que yo me sentía muy bien tocando la guitarra y cantando. Desde ese momento de mi infancia y hasta hoy pues sigo sintiendo lo mismo. Todos los días toco la guitarra si me siento deprimido, ansioso o alegre; porque la melodía, los acordes, las notas y las palabras me ayudan mucho a sacar toda esa energía buena o mala y a plasmarla en las canciones.
“No puedo vivir sin eso. Cada día me despierto con esas ganas y con la idea querer mejorar en lo que más pueda. Uno va aprendiendo con el tiempo -ahora que tengo tres hijos y mi esposa que son el motor de mi vida-, y yo tengo que ser feliz para poder darles esa felicidad a ellos. La alegría mía es la música.