Ciudad de Panamá
A veces quieren volverse locos cuando sus hijas hablan, minuto a minuto, de su ídolo musical Justin Bieber. Sin embargo, el amor de padres puede más: verlas felices los alienta y los lleva a hacer algunos sacrificios, como llevarlas hasta Panamá para que finalmente vivan la experiencia de ver al artista canadiense en uno de sus shows.
Son varios los padres que no solo pagaron el viaje de sus hijas, sino que ellos mismos decidieron acompañar en una travesía que un centenar de costarricenses emprendieron en dos autobuses hasta el país vecino del sur.
Todos ellos aprendieron a tolerar cuando sus hijas gritan emocionadas; saben lo que es tener que facilitarles dinero para que descarguen la canción más reciente de Bieber o están acostumbrados a que sus jovencitas peguen un grito cuando el intérprete de Party All Night envía un nuevo tuit.
George Arana es uno de estos padres. Él explicó que existe la intención de ayudarle a su hija María José a cumplir su sueño, sin importar que este sea conocer al artista canadiense.
Este empresario recordó que, en su caso, no tuvo la oportunidad de conocer a uno de sus queridos grupos (Duran Duran) hasta que la agrupación participó en el Festival Imperial y él tenía más de 40 años. Entonces, se preguntó: ¿por qué negarle la oportunidad de que su hija viva esa emoción que sintió al escuchar a su artista favorito?
Arana también es un defensor de su hija y sus amigas. Con tristeza, ha visto y leído cómo personas que no las conocen las maltratan y les escriben en Internet comentarios que solo buscan ofenderlas.
Él asegura que estas niñas son, en su mayoría, buenas estudiantes, quienes, además, entienden perfectamente la diferencia entre lo bueno y lo malo.
Asimismo, con ese humor que saca más de una sonrisa entre los pasajeros del autobús en el que viaja, añadió que, mientras María José siga enamorada de Justin no aparecerá por la casa diciendo que tiene un novio.
El caso de Raymond Arrieta es el de un padre que es exigente con los estudios de su hija, Sharon Arrieta, pero que, al mismo tiempo, le gusta premiar esa entrega de su retoño.
Para este vecino de San Francisco de Dos Ríos, participar en el viaje fue algo adicional. A su esposa, dijo, le daba algo de temor viajar tan lejos, tantos días con las dos hijas (Sharon y su hermana Maron). Por eso, él no solo les dio el regalo, sino que se las trajo. Desde que salieron de San José, la noche del martes, se les ve juntos y muy a gusto a los tres.
Cuando Manuel Quirós habla de grandes artistas del pasado, recuerda con cariño a Elvis Presley o a Los Beatles. Este odontólogo y jefe de un área de salud en la Clínica del Seguro Social de Vásquez de Coronado, no oculta que fue una ilusión el querer ver alguna vez a esos grandes músicos.
Por esa forma de pensar que quiere ofrecerle la posibilidad a su hija, Natalia Quirós, de 12 años, que viva la ilusión de poder ver a Justin Bieber, artista del que su pequeña habla día y noche.
“Saqué vacaciones en el trabajo y estoy aquí junto a mi esposa porque hay que forjar en ellos esa ilusión; no es una vagabundería: es compartir en familia. Imagínese que ayer (miércoles) estuvimos apoyándola; fuimos al hotel donde estaba hospedado Justin Bieber a buscarlo. Aunque no apareció, fue una vivencia muy bonita”, afirmó Quirós.
Este viaje, añadió se suma a otras aventuras en que los tres participan juntos porque los paseos familiares son parte de su rutina, en la medida de sus posibilidades.
Rember Guevara y su esposa Sianny Cordero estuvieron de acuerdo en llevar a su hija Maybell a ver a Bieber a Panamá. Hasta ahí todo sencillo, pero luego una duda los asaltó: ¿quién la llevaría? Lo normal habría sido que la madre la acompañara, pero tienen una “bebé de brazos” y alguien tenía que cuidarla.
¿La solución? Él viajaría a Panamá y la esposa cuidaría a la bebé. Luego, valoró ir en su propio vehículo para pasar un buen tiempo con su hija de 14 años. Sin embargo, el montón de trámites migratorios se trajo abajo ese plan.
Al final, se sumó a la excursión. Incomodidades les han sobrado en el viaje –la peor fue el trámite de cruzar la frontera entre ambas naciones–. No obstante, el amor por sus hijos los hace hacer ese y otros esfuerzos más.
“Creo que en el fondo uno los hace (los sacrificios) porque no tuvo la oportunidad de ir a este tipo de eventos. Tratamos que en la vida de Maybell no todo gire en torno a su cantante. Ella sabe que primero son los estudios, pero, si uno tiene las posibilidades, le daremos una recompensa”, afirmó.
Padres, pero ante todo amigos, esa es la historia común de estos ticos que se vinieron de viaje 500 kilómetros al sur de su país, para ver dibujada en los rostros de sus hijas una sonrisa.