Toda gran entertainer juega a ser algo, desarrolla un personaje, un acertijo para que la persigamos. El de Katy Perry, conjurado desde I Kissed a Girl , es el de una pin-up girl posmoderna, una caricatura de la chica ingenuamente sensual, una mujer fatal y tiernamente torpe. Así enamoró entonces, pretendiendo que era una broma. Nos encantaba jugar.
Media década después, la caricatura se encuentra en un grado de elaboración exquisito. A uno puede disgustarle la música de Katy Perry por repetitiva y poco imaginativa o podría considerarla poco más que un divertido postre. Lo que no puede dejar de mencionarse es la minuciosa preparación de un show que se siente como una tienda de juguetes gigantesca.
Sobre el escenario del Anfiteatro Coca Cola en Parque Viva este domingo, en el cierre del Prismatic World Tour, apareció decorada centímetro por centímetro con una estética de Tumblr (la plataforma de microblogs que reúne la imagen y el sonido de la era de Internet).
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Desde el inicio, en un escenario saturado de luces inquietísimas, ataviada con un vestuario cuya tela se entrelazaba con el neón, la cantante de Roar exhibió una sintonía especial con la atmósfera hiperactiva y energizada de la audiencia. Así que Katy trajo a escena las imágenes cósmicas, las pirámides y triángulos, la sensualidad.
El espectáculo se divide en cinco partes claramente identificadas por el vestuario y la atmósfera que genera la iluminación.Tenemos Prismatic de apertura, con esa pieza de la que no se puede huir, Roar , como grito de guerra.
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Sigue la escarcha dorada de un Egipto infinitamente kitsch , extraída del video de Dark Horse , a caballo sobre un corcel dorado, la tormenta perfecta de exceso, como si ocurriese en una dulcería. A la altura de Legendary Lovers , la explosiva animación saltó a 3D, con una coreografía que la rodeaba como si fuera una diosa; tras en I Kissed a Girl pasó completamente al terreno del cómic.
¿Le alcanzó la voz para tanto esfuerzo? Quizás no. La sección Cat-Oure (por supuesto, animaciones de gatos adinerados y estética de musical), la parte acústica y un largo mix de sus canciones más bailables completan un ensueño sensual atrapado al borde de la ironía. Uno se pregunta si todo esto es en serio, pero luego deja de preocuparse si es relevante: intoxica con color y movimiento.
Katy es una fiesta. Una mezcla de baile, una caricatura sin fin. Lo divertido es que su audiencia lo sepa y se lo pida, y que ella esté más que dispuesta a complacer a esos dibujantes.