Ángela es una costarricense que para referirse al cantante Joaquín Sabina lo hace llamándolo solamente Joaquín. Esta mujer, quien prefiere que no se mencione su apellido, conoce desde hace más de dos décadas al artista, con quien ha departido cuando él no está en el escenario.
Ángela conoció a Sabina gracias al productor de conciertos Marvin Córdoba, asegura. En aquella época, ella no creyó que podría forjarse una amistad con un “artista famoso”. Los encuentros se fueron dando cada vez que Sabina visitaba el país y, a la fecha, la amistad es más frondosa que nunca, según explica.
“Nos conocimos en sus primeros viajes, pero yo pensé que era como un cantante que viene, conoce a un montón de personas y creí que yo era una persona más a quien había conocido, pero he podido experimentar que realmente es una amistad que ha perdurado durante muchos años. Siempre que viene a concierto nos vemos antes o después de su espectáculo”, contó.
Es sabido que al conocido genio de Úbeda no le gusta para nada la tecnología, por ello, toda la comunicación entre Ángela y el artista es gracias a Jimena, la prometida de él y a quien califica como una “la persona que lo ha apoyado incondicionalmente”.
“Ha sido una mujer incondicional a su lado. Realmente por eso todavía tenemos a Joaquín con nosotros. Es una gran compañera”, comentó.
En los años que tienen de conocerse, Ángela ha podido descubrir al ser humano más allá de la figura que vemos en escena.
“Siempre está leyendo y conoce mucho más de la vida de nuestro país que uno mismo. Él siempre tiene muchísima información, le gusta saber la situación social y económica del país que visita. No es un cantante del montón. Es una persona completamente diferente a la que está en escenario”, agregó.
La costarricense narró que la vida de Sabina ahora es más tranquila, que siempre disfruta mucho en Costa Rica; no obstante, “su vida bohemia quedó atrás”.
“A él le gusta mucho componer aquí. Ha experimentado empezar a componer canciones aquí, una de las que compuso fue Peces de ciudad”, detalló.
Poco antes de que iniciara el concierto, Ángela esperaba a su hijo Andrés, un fanático de la música de Sabina y a quien el autor una vez le compró un juguete en una tienda de San José.
Ángela siempre compra sus boletos para no perderse el concierto, pues sabe que durante el recital su amigo le dedicará una canción, así como también lo hacía con Juan Carlos, un amigo a quien el español le tuvo mucho cariño y quien ya falleció.
Acerca de ver a Sabina junto a Joan Manuel Serrat en el espectáculo No hay dos sin tres, Ángela mencionó que es una gran oportunidad.
Desde Honduras para “ver dos pájaros de un tiro”
La hondureña Desiré Bustamante Hernández, de 34 años, revivió en sus padres, Felipe y Rosa, su amor por Joaquín Sabina. Al saber que Sabina y Serrat se presentarían juntos en Costa Rica no lo pensaron para viajar hasta suelo tico en auto.
En el viaje aprovecharon para pasar por Nicaragua y hacer un poco de turismo. Junto a ellos estaban también César Andrés López y su mamá Alma Talbott, otros dos fanáticos hondureños, quienes, aunque admiran principalmente a Sabina, estaban emocionados por ver al maestro Serrat.
"A Honduras nunca han llegado ni nunca van a llegar. Solo reguetón nos llevan. (...) Serrat es Serrat. Vinimos a ver dos pájaros de un tiro, son dos grandes artistas que vamos a disfrutar juntos. Este es un viaje que vale mucho la pena”, narraron las familias, quienes se acompañadas de su amigo Pablo Ruiz, de 30 años.
Los seis amigos planificaron tan bien su asistencia al concierto que incluso se mandaron a hacer camisas con la bandera de Honduras y el rostro de Sabina.
“Nos hemos sentido muy bien en este país; en Honduras, tenemos una vecina costarricense”, contó doña Rosa; luego, un asistente al concierto se acercó al grupo de hondureños y, además de darles la bienvenida, les deseó que tuvieran una gran experiencia en el recital. Los seis amigos sabían que así sería.