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La iconografía clásica de Pink Floyd también formó parte del homenaje. En la imagen: proyecciones de los martillos de ‘The Wall’. / Fotografía: Carlos González. (CARLOS GONZALEZ CARBALLO)
Un tributo justo, elaborado, nítido y consecuente fue el que ofreció la Orquesta Filarmónica de Costa Rica en honor a Pink Floyd, durante la noche del viernes, en el Teatro Popular Melico Salazar.
Con cada elemento musical, estético y emocional cuidadosamente detallado, más de 1.000 personas disfrutaron de un homenaje elaborado por fans y para los fans.
Así lo corroboró el ensamble de formación clásica desde la primera canción interpretada esa noche – In the Flesh – y durante las más de dos horas que duró el espectáculo.
Como ya es tradición, el director Marvin Araya complementó la fidelidad musical con la cercanía humana al hacer chistes y forjar una complicidad con el público durante sus pocas, pero sustanciosas intervenciones en el espectáculo.
“Para mí, no existe la salsa, el rock o la música clásica; existe la buena música, ¡y esta es buena música!”, manifestó Araya, para consolidar así la euforia.
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Pato Barraza fue parte del destacado grupo de cantantes invitados al tributo a Pink Floyd de la Orquesta Filarmónica. / Fotografía: Carlos González. (CARLOS GONZALEZ CARBALLO)
Brigada de lujo. En lo que va de la década, la Filarmónica se ha dedicado a celebrar la música popular con espectáculos cada vez más ambiciosos y le lleva al público shows de primera calidad de Los Beatles hasta Michael Jackson.
El de Pink Floyd es –hasta la fecha– el más completo que han presentado: contó con escenografía de primer nivel, una luminotecnia penetrante, las más apropiadas proyecciones audiovisuales y un alcance de producción alucinante.
Empero, lo más relevante no se ve; se siente. Por más apoyo que tuviera el concierto en otros frentes, lo que selló el pacto para el público (que pagó entre ¢20.000 y ¢35.000 para estar ahí) fue la digna interpretación del grupo y sus cómplices.
El tributo fue mucho más orientado al rock que lo que se estila en rendiciones de otras orquestas con Pink Floyd, y se basó en magníficos arreglos de los maestros Paul Rubinstein y Carlos Campos.
La representación de cada sonido fue íntegra, sin decoraciones de más ni arreglos de menos.
Además del ensamble, sobre las tablas estuvieron los guitarristas Ari Lotringer (Time’s Forgotten) y Aarón Retana, y en algunos puntos altos del recital tocó Abraham Valenzuela, ficha de Las Tortugas.
Ninguno de los vocalistas invitados defraudó: Kurt Dyer protagonizó temas como Mother , High Hopes y Comfortably Numb ; y Pato Barraza se iluminó al interpretar Pigs y Shine on You Crazy Diamond .
Daniel Patiño (de PatiñoQuintana) destacó en Wish You Were Here y Learning to Fly ; y Antonio Masís (Pneuma) sorprendió a quienes no conocían su talento con rendiciones de Time/Breathe y Money .
Como final apoteósico, luego de más de dos horas de espectáculo, Barraza y Masís compartieron vocales en Run Like Hell : dos generaciones de músicos locales unidos por uno de los más monumentales himnos de la historia.