
Como una segunda oportunidad a la cual se aferra con todas sus fuerzas, así ve Rodrigo Aboitiz el nacimiento de su nuevo proyecto musical llamado The Plugin.
Esta banda chilena, formada además por Ignacio Redard, se abre paso en la escena musical con su música electropop. Ellos publicaron un EP –o disco corto– que lleva su nombre y el cual, según su disquera, estará disponible en las próximas semanas en nuestro país.
Esta no es la primera vez que Aboitiz siente que la fama golpea a su puerta, él, junto con Andrés Bobe, fueron los fundadores de la banda La Ley, que conquistó Latinoamérica con temas como
Sin embargo, sus abusos con las drogas y el alcohol le pasaron una factura a un precio muy alto: la salida del grupo que había creado.
Ahora, con 13 años de sobriedad, retoma su carrera musical con un concepto similar al que vio nacer a La Ley y con el cual espera cumplir con su sueño original.
Aboitiz habló en exclusiva con
Somos dos personas, Ignacio Redard y yo. A él lo conocí hace tres o cuatro años, porque empezamos a trabajar en otro proyecto y con el tiempo decidimos hacer canciones juntos. Esta nueva agrupación tiene un poco los orígenes de lo que fue en un principio La Ley, cuando nos juntamos Andrés (Bobe) y yo, y con Ignacio hicimos muy buena pareja musicalmente y me sentí muy tranquilo. A mí nunca me molestó que él cantara en inglés y que el disco fuera en inglés. En Argentina nos pidieron un
Sí, lo que pasa es que se produjo una buena sintonía con Ignacio, porque viene de una generación más joven, pero que escucha lo mismo que yo, que es
En la primera etapa, no fue muy difícil porque yo me desconecté completamente por un asunto familiar. Después de que falleció Andrés, yo volví a la banda y, después de la segunda ida de la banda, veía que les iba bien, pero, por otro lado, estaba en el proceso de que me tenía que rehabilitar: había pasado por muchos excesos, los cuales me hicieron irme del grupo. Estuve rehabilitándome por drogas y alcohol y fue un proceso largo que hasta el día de hoy lo estoy viviendo y que me alejó de la banda que yo tenía, pero fue un proceso que tenía que hacerlo; no tenía alternativa.
No al alcohol y a las drogas, si no a la enfermedad. No son entidades malas, ahí están; todo depende del uso que uno le dé a las cosas y yo, en ese momento, estaba enfermo. Llevo 13 años rehabilitándome y hoy puedo ver las cosas con otra perspectiva.
Fueron muchas cosas. Esto empezó muy temprano. En algún momento, se desarrolló con más notoriedad cuando estaba en este proceso con La Ley, con mucho éxito, y eso no ayuda muchas veces, porque son muchas las fiestas, la gente te está adulando y te dicen que eres el mejor del mundo y todo eso no sirve para nada cuando uno esta mal emocionalmente.
La verdad es que yo no lo decidí, fueron las circunstancias las que decidieron y también fui yo quien tuvo la capacidad de rehabilitarse y decir: ‘¿Sabes qué? echémosle ganas’. Era la única manera de volver a tener lo que había tenido al principio con una banda; yo creo que me ayudó el quererlo mucho.
Es cuando tocas fondo y ves lo que has perdido y lo que vas a perder y ahí empiezas a hacer algo.
Yo creo que la pérdida más grande fue mi grupo, la banda La Ley.
No con todos. De hecho, el primer contacto que tuve fue con Luciano (Rojas), cuando hubo una crisis en La Ley –que eso podríamos hablarlo en otro momento– y con Luciano formamos el grupo Saiko, del cual me salí después para hacer otras cosas, pero que todavía sigue y es muy reconocido en Chile.
Con Beto (Cuevas) no he tenido la oportunidad de hablar desde el año 2004 ó 2005, que nos subimos en el escenario de la Quinta Vergara a hacer un reencuentro.