Más allá de las partituras, de las notas musicales y de los ritmos, Ramón Mejía – el Perrozompopo nicaragüense que tanto quiere Costa Rica– expone sus más profundos sentimientos a través de un nuevo canal: la poesía.
El artista escribió el libro Mis cartas sin buzón , un compendio de versos creados desde lo más profundo de sus sentimientos y que fue provocado por lo que podría definirse como una desazón amorosa, pero que, al final, refleja la intimidad de Mejía.
Este 14 de febrero el cantautor presentó en Costa Rica el libro con un espectáculo que también estuvo cargado de su faceta musical. Antes de tocar en el Jazz Café Escazú, Ramón le contó a Viva el por qué de su poemario.
¿Qué lo llevó a escribir este poemario?
En realidad no era un libro de poesía. Comencé a escribir de manera terapéutica, para poder hacer una lectura de lo que me pasaba con el amor. Empecé a hacerlo a manera de relatos y a exagerar un poco las historias, pero al mismo tiempo quise que fuera muy cotidiano, muy real, intenté reflejar la intención de un beso, de la desnudez, de la alegría, de la soledad, de la tristeza o el cómo una ciudad te hace recordar a alguien que amas y eso te vuelve loco.
¿Por qué hacerlo desde la poesía si ya lo hacía desde la música, desde las canciones?
Porque la canción te limita, tiene una métrica o un tiempo, puede durar cinco minutos y, aunque yo no me rijo por la regla de escribir canciones cortas porque me da lo mismo si me ponen en la radio o no, pero una pieza de corto tiempo no te permite muchas veces decir lo que puedes en un texto. En la redacción puedes jugar con las palabras, con el ritmo, en el camino me di cuenta de que las canciones me ponen un límite.
¿Se siente cómodo expresándose de esta manera, cree que es más perenne el mensaje?
Me gusta porque la canción te desnuda, pero el texto te desnuda aún más porque lo puedes hacer más largo, explicarlo más y puede tener una intención más profunda. Es una manera diferente de decir las cosas nomás, yo las canciones me propongo hacerlas lo suficientemente poéticas, pero en un texto hay palabras que en una pieza musical no quedan porque pueden ser muy agresivas o no van bien con la melodía, entonces las vas cambiando hasta acomodarlas; un texto aguanta más, es más libre, más permisible.
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¿Cuáles fueron esas situaciones que inspiraron los poemas?
Tuve una relación hace tres años y me volví loco, me enamoré. Cuando terminó comencé a rebuscarme y a cuestionarme qué es lo que tenía esa persona que me hacía falta a mí; me di cuenta de que era yo quien depositaba todas las expectativas en esa persona, agarré todo lo que sentía por ella y lo trasladé a mí, a partir de ahí me vi mucho más claro. Comencé a escribir y a desgrarnar todos esos sentimientosy me llevó al libro, a un libro intenso sexualmente e intenso de manera poética porque tengo mi propio lenguaje, en él juego con muchas ideas bastante nicaraguenses que me hacen tener un color muy particular.
¿Hubo algún tipo de presión personal en esta nueva faceta por su linaje musical, por su responsabilidad de llevar el apellido Mejía o todo fluyó con naturalidad?
Yo no deposito mucho en mi apellido; creo que intento todo lo contrario que es renunciar de una manera positiva, es decir, no porque sea Mejía tengo que hacer algo artístico, más bien todo lo hago desde Ramón. Sí es la verdad que me desarrollé en un núcleo de artistas, pero no cargo mi responsabilidad como hombre sobre mi apellido, sino como Ramón, como Perrozompopo.
¿Eso lo hace disfrutarlo más, ser más feliz?
Me hace ser más yo, eso me lleva a un estado que puedo llamarlo felicidad. Yo no soy Ramón, soy el Perrozompopo que es mucho más real que Ramón.
En el libro se expone de una manera más profunda, ¿le ha costado más dar a conocer esa personalidad y sus sentimientos?
La canción me ha ido puliendo un poco porque todo lo que he escrito son temas sobre mi percepción de las cosas que vivo. Entonces, después de escribirme y escribirme me voy desnudando frente al público con una canción y en este tiempo del libro lo que pasa es que los textos me dan más prendas qué quitarme.
Su música y ahora los poemas se basan en el amor: amor por su país, por la libertad, por el propio amor, ¿es así?
Podemos decir que es amor en el termino general que todos entendemos, pero va más allá. Estoy haciendo un proceso de desconceptualizar el amor, porque en mis discos el amor ha estado relacionado con la sociedad, con la religión, con el género, con la política, con la sexualidad. Todo ha surgido a partir de ahí y estoy en el momento de decir qué es el amor para mí. El libro de poesía es una manera de decir que, independientemente de que haya sido feliz o me haya dolido, esto es lo que me dejó el amor fuera de cualquier jucio, odio, rencor, tristeza o alegría.
¿Por qué titularlo Mis cartas sin buzón ?
Porque fueron cosas escritas que no se recibieron nunca...
Pero ahora hay muchos destinatarios...
Exactamente eso es lo bonito. Irónicamente se me presenta en la vida una persona que no es capaz de recibir lo que yo quiero dar, pero al mismo tiempo se me dan cientos de personas que lo reciben, pero somos tan arrogantes que depositamos todo en un solo destinatario y tal vez cerramos los ojos a todo lo que hay más allá.
Pocos tienen la oportunidad de apartar el dolor por un mal amor y reflejarlo en felicidad para otras personas, ¿se siente privilegiado por poderlo hacer usted?
No es un privilegio porque todos tenemos la oportunidad, solo que unos aprendemos a renunciar y otros no queremos hacerlo. Como yo estoy aprendiendo a renunciar, eso me encanta
Esa mujer le dio una gran oportunidad...
Esa mujer me dio una gran lección. Además de eso, me dio un disco y un libro.