Nadie se escapa de Edith Piaf por dos simples razones. La primera es porque su alcance es inagotable y universal; está en todo lugar y, sin darnos cuenta, hemos crecido con su trémula voz en el inconsciente. Segundo, ¡porque nadie quiere huir de su voz! Una intérprete como ninguna, arrolladora y sensorial, representa una de las almas excepcionales que solo se ven cada cierto tiempo en el mundo. Es como si un científico quisiera eludir la figura de Albert Einstein.
Leonardo Padrón, periodista y escritor venezolano, entendió a profundidad lo que representa uno de los mayores íconos de la cultura francesa y así fue como construyó el espectáculo ‘Piaf, voz y delirio’ que, en su gira mundial, se detiene en Costa Rica para tres presentaciones.
La actriz, cantante y modelo venezolana Mariaca Semprúm lleva tres años de asumir este exigente rol cargada de elogios y emociones. Sobre las evocaciones que le provoca el show, y su relación íntima con una figura que le resultaba distante antes de involucrarse en esta producción musical, Semprúm se explayó con Viva.
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–¿Cuál era tu relación previa con la figura de Edith Piaf antes de emprender este espectáculo?
–Es curioso porque no tenía tanta relación con su figura. Siempre supe que esa voz tan particular y esa música tradicional francesa con el acordeón era sinónimo de Piaf. Desde muy pequeña lo supe, pero no había especial fijación con ella. Incluso, en unas vacaciones fui a visitar el cementerio de París donde está su tumba; pasé con mucho respeto y me sorprendí de la cantidad de flores que había. Nunca se me pasó por la cabeza que un día iba a interpretarla. De hecho la idea vino desde mi equipo de trabajo que me puso la cabeza grandota y al final me convencieron de que podía ponerme en este reto, que es el más importante de mi carrera, y es el que más tiempo de preparación ha llevado.
–Con ese antecedente, ¿cuál fue tu técnica para adentrarte en el personaje?
–Empecé observándola con todo el material audiovisual que existe en internet. De hecho, me atrevo a decir que todo lo que hay en la web sobre ella lo he visto y es suficiente para entenderla. Creo que hay otros cantantes de la época que no tienen la fortuna de tener tantos conciertos grabados como ella, además de entrevistas y material fotográfico junto a otras personalidades con las que convivió. Eso me ayudó a entender su entorno. Para la parte musical de las viñetas de su vida que se cantan en el monólogo, conversé con el escritor Leonardo Padrón, quien le dio coherencia a la historia. Finalmente, lo que correspondía era tomar la música y cantarla en francés, algo que fue verdaderamente difícil. Es un reto inmenso aprender a cantar como ella.
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–¿Ya sabías francés?
–No, no sabía. Soy cantante lírica y uno entra en contacto con otros idiomas porque la ópera así lo obliga, pero al francés le tenía temor y la vida me lo puso de frente.
–¿Desde qué emoción asumiste encarnar a este personaje? ¿Desde la felicidad o desde la ansiedad que provoca este reto?
–Al principio fue emoción con miedo, porque sabía que me iba a meter en un asunto complicado, entendiendo que Piaf tiene legiones de fanáticos en el mundo que la escuchan. Ella es un ícono, un emblema de su país, y meterse en sus zapatos solo puede ser a través del respeto, la admiración y el homenaje; no como una imitación. Este proceso arrancó muy felizmente, estudiando y decidiendo. Poco a poco se puso complejo, por ejemplo al aprender a sacar la erre gutural que canta Piaf, lo que provocó que los nervios y la cantidad de estudio aumentaran. La primera función ocurrió en Caracas hace tres años sin saber que iba a ocurrir una gira mundial. Eso fue una prueba de fuego que afortunadamente me dio confianza y ya llevamos 220 funciones en ocho diferentes ciudades.
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–¿Cuándo sentiste que ya tenías apropiado el personaje de Piaf?
–Creo que lo primero que encontré fue su cuerpo y su caminado, sus manos, sus ojos, su forma de estar en el escenario… La vi tanto que nada más me paraba en el escenario y sentía su presencia a la perfección. El personaje lo construí de afuera hacia adentro, porque hablábamos cuál peluca usar y luego me enfocaba en su gestualidad. Después vino lo psicológico, lo social, lo político de su entorno, la música, y las canciones que marcaron su vida.
–Este espectáculo debutó en el 2016 en plena crisis venezolana, ¿cómo fue la experiencia de estrenar en esa coyuntura?
–Pues bueno, pienso que Piaf usó el arte como forma de salvación. Ella pasó una vida terrible, dramática, llena de dolor, y aún así encontró regocijo en la música, en los escenarios donde se sentía acompañada y querida por el público. Para ese tiempo de crisis, estudiarla fue irse a un París de otra época, donde parecía que nada de lo exterior importaba. Ese proceso me ayudó a crear una burbuja creativa que fue salvación para mí. También, siento que fue un bálsamo para el público porque entendieron que no todo estaba perdido en un país complicado. Creo que la razón de poder viajar con el espectáculo se debe a la bulla de los venezolanos por este montaje, que llamó la atención de productores y otros teatros.
–Entonces sos partidaria de la visión del arte como catarsis...
–Completamente, porque lo viví con Piaf y la gente. Las personas salen transformadas porque van al teatro y por dos horas se olvidan del mundo exterior. Esto es muy necesario, sobre todo con los problemas que tiene la gente venezolana, que busca el arte como forma de reflejo, de espejo, que te sacuda un poco, porque las emociones son parte de nosotros.
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–El espectáculo se ha presentado en diferentes ciudades del mundo. ¿Cómo ha sido la reacción de las personas?
–Varía mucho por las personalidades de los públicos y sus idiosincrasias. Lo único en común entre las audiencias, y te lo digo con modestia sin querer ufanarme de esto, es la reacción ante el final. Ahí, ya todo el mundo está emocionado y terminan aplaudiendo de pie con lágrimas en los ojos”.
”El recorrido es bastante diferente en cada país porque tiene que ver con la relación del público local con el teatro. El madrileño es un público particular, porque es ceremonioso, silencioso, y una vez que arranca la obra no te enteras que hay gente ahí. Tienen un respeto profundo por el teatro que ni se escuchan y uno llega a preguntarse si están conectados. Al final demuestran que sí. Diferente es en México, donde el público quiere aplaudir desde el principio y hasta cantar conmigo si no es porque las canciones están en francés. Es hermoso también.
–¿Por qué creés que las interpretaciones de Piaf tuvieron un alcance mundial?
–Sigo impresionándome porque existe un misterio detrás de eso. Por supuesto, hay razones formales de esa afición porque Piaf grabó música increíble que sigue trascendiendo, con composiciones maravillosas y arreglos orquestales distintos a los de hoy en día. Tuvo una vida ejemplar, dramática, llena de problemas, pero que la gente adoró porque demostró que, en un mundo de sufrimiento, se pueden entregar cosas hermosas. Incluso en sus momentos de miseria, Piaf mostró una imagen de resistencia y resiliencia. Además, es el ícono de la música francesa, y tiene muchas aristas que hacen que sea un personaje interesante para el público. Su destino era ser escuchada porque, siendo pobre y miserable, terminó siendo estrella mundial.
–¿Qué tanto te encontrás vos en Piaf?
–Me he encontrado poco a poco con aspectos de su vida. Han pasado tres años de su estreno y, a pesar de que el discurso de la obra es el mismo, la vida de Piaf me toca de maneras diferentes dependiendo del período de mi vida. Cómo manejó el dolor, cómo asumió la música, cómo se vinculó con el público… Me he dado cuenta que he tenido muchas cosas en común.
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–Pero ese descubrimiento fue paulatino, ¿no?
–Sí, porque el teatro es como el vino: mientras más madura, mejor se pone, mejor ritmo agarra, mejor impresión, mejor visualización...
–¿Cómo quedás emocionalmente cuando terminás el espectáculo?
–Yo quedo completamente agotada, pero feliz. Es como la experiencia de un corredor que llega a la meta en el kilómetro 42. Es una faena inimaginable. Todos los días siento lo mismo: ¿llegaré o no llegaré a la meta? Porque es una obra muy exigente: son dieciocho canciones con registros exigentes, con un personaje exigente… Se pasa del drama a la alegría de golpe. Me deja agotada y eléctrica al punto que no me deja dormir pero bueno, somos artistas, y no hay nada que me haga más feliz que ver una sala contenta.
Vea el espectáculo
Los boletos para la presentación se encuentran a la venta en el sitio eticket.cr, en el centro de llamadas 2295-9400 y puntos Servimás. Las entradas generales en cuarto piso cuesta ¢22.800, palcos del tercer piso cuestan ¢25.800, balcón del tercer piso ¢35.200, palcos del segundo piso ¢39.200, balcón del segundo piso, palcos del primer piso y lunetas laterales ¢46.600, y lunetas centrales ¢50.600. Los tiquetes se pueden comprar con Tasa Cero a tres meses.
El espectáculo será el jueves 29, el viernes 30 y el sábado 31 de agosto a las 8 p. m en el Teatro Melico Salazar.