“Prohibido cantar Granada, Júrame, Amapola o Muñequita linda. Sic”. Así rezaba un mensaje en la pared del bar Cosa Nostra, uno de los sitios emblemáticos de la bohemia de los años 70, fundado por Lalo Rojas en su Alajuelita natal. La prohibición no iba contra las voces privilegiadas; más bien, definía la vocación del local, estrictamente a favor de los cantantes aficionados.
Aquella casona de adobe, iluminada con velas y siempre animada por la guitarra y el talento de Lalo Rojas, se convirtió en un hito de la época, caso insólito de éxito empresarial de un artista, a contrapelo de la indisciplina y los malos manejos que suelen acompañar las incursiones comerciales de los musicantes.
Músico por vocación. Lalo Rojas no solo nació en un hogar de músicos –sus padres y hermanos tocaban varios instrumentos–, sino que el cantón de Alajuelita también ha sido un lugar de intensa actividad musical: no en vano ha dado al país una enorme cantidad de artistas de merecido renombre.
De niño, Lalo se inició con la armónica y rápidamente se aficionó por la guitarra. Con solo dieciocho años organizó su primer grupo de guitarras junto a Guillermo Guevara y Nelson Villegas; se denominaron el trío Los Universitarios pues todos cursaban estudios en la Universidad de Costa Rica.
En ese mismo año de 1956, Lalo se sumó a Julio Vargas y a un jovencísimo Asdrúbal Zamora para lanzar el trío Los Consentidos , primera incursión de Zamora en el arte del canto; en los años siguientes se convertiría en una de las voces más cotizadas del país. El siguiente paso de Rojas fue integrar el cuarteto Los Modernistas, junto a Solón Sirias, Aquilino Morgan y Rafi Rodríguez.
En 1958, en calle Morenos (Sabana Sur, San José) se fundó un trío de guitarras que haría historia en Costa Rica: Los Tres Josefinos. En su principio estuvo integrado por Franco Fonseca, Otto Monge y Francisco Vargas; después se integrarían Lalo Rojas y la voz estelar de Asdrúbal Zamora.
Esa fue la época de oro de los tríos de guitarras en toda América Latina, movimiento que había comenzado en 1944 con la fundación de Los Panchos en Nueva York.
Los Tres Josefinos se presentaban en el famoso programa El Festival del Aire, transmitido por Radio Columbia bajo la dirección de Alberto Sáenz y José Luis Rápido Ortiz. En ese programa se inició toda una generación de artistas costarricenses, tales como Jorge del Castillo y David Loáciga.
El viejo radio-teatro de Columbia –ubicado en aquel momento en la avenida Central– recibía todo tipo de artistas, consolidados y aficionados.
Uno de los grupos más reconocidos era el trío Alma de América, compuesto por José Córdoba, Ronald Alfaro y Miguel Ángel Rodríguez. A la salida de este último, en una presentación en Radio Columbia, lo sustituyó Lalo Rojas, y se inició así la mejor época del trío.
Solista e integrante. Durante los años 60, el guitarrista Solón Sirias actuaba como solista en dos lugares ubicados en Zapote, cerca del edificio que hoy ocupa la Casa Presidencial: El Escape y El Vélez. Hasta allá llegó Lalo Rojas, quien –gracias a chistes, imitaciones de artistas y toques de guitarra– fue convirtiéndose en la voz de aquellos centros nocturnos.
Era también el momento en el que los conjuntos iban desplazando poco a poco a las orquestas. La batería, las guitarras eléctricas y el órgano se imponían sobre el piano, los saxofones y las trompetas.
Así, el conjunto San Francis, dirigido por Fernando Echandi, ganaba popularidad en el país. Lalo Rojas se incorporó a este grupo como cantante y guitarrista, y junto a Dinia María interpretaba los éxitos del dúo mexicano Carmela y Rafael.
Otro de los grandes conjuntos de la época fue el Grupo 8, que Lalo Rojas integró con artistas que después se consagraron en diferentes agrupaciones: Fernando Castro (Vía Libre), Quique Guerrero (orquesta de Otto Vargas) y Roberto Mata (orquesta de El Tobogán). El tumbero del Grupo 8 era el renombrado hombre de radio Fernando López Fallas, conocido como Caifás.
Ya por los años 70, Lalo Rojas volvió a las sociedades de guitarras y fundó el trío Los Millonarios junto a Talí Gamboa y esa gloria nacional llamada Pablo Peñaranda. Este grupo viajó a México y se presentó en la televisión. Con la cantante Julita Cortés grabó un disco de larga duración que ya pertenece a las joyas de nuestra música popular.
Artistas extranjeros. Con la apertura de Cosa Nostra, en 1972, Lalo Rojas pasó a ser anfitrión de grandes artistas foráneos, entre los que se cuentan el panameño Cutito Larrinaga, el español Luisito Rey y el mexicano Marco Antonio Muñiz, entre otros.
Es inolvidable la parranda en Cosa Nostra del cantante mexicano Alberto Vázquez, quien desapareció durante tres días incumpliendo contratos.
La cantante mexicana María Luisa Landín desarrolló una temporada artística en Costa Rica con el trío Alma de América, en ese momento integrado por José Córdoba, Mario Romero y Lalo Rojas. Actuaron en el Center City, en el Hotel Balmoral, Radio Columbia y el Cine Guadalupe.
Es memorable la presentación fallida de Daniel Santos con el Grupo 8 en el centro de espectáculos Jacarandas, donde una serie de inconvenientes dieron por cerrada la función antes de tiempo.
A sus 75 años, Lalo Rojas sigue actuando en presentaciones privadas. Vive en Alajuelita con su esposa Esther Quesada, en la misma casa donde un día funcionó el bar Cosa Nostra.