Al volver la vista atrás, Gabriel Campos ve el recuerdo que nunca ha de poder olvidar: la fotografía de su abuelo, Gabriel Arce, como clarinetista de la Banda Militar de Alajuela.
No existen casualidades, sino destinos: hoy, el nieto dirige la Banda de Conciertos de Alajuela, heredera de aquella del abuelo.
“¡Quién nos iba a decir a mi abuelo y a mí que yo iba a estar dirigiéndola! Es que crecí viendo esas fotos. Luego me llegó la vocación”, comenta, sin disimular el orgullo, Gabriel Campos, director de ese cuerpo.
Todos pueden contar historias buenas como esa: este mes de diciembre, las bandas cumplen 170 años de fundación; se trata de la institución cultural más antigua de Costa Rica.
Anoche, en el Teatro Nacional, se llevó a cabo el acto oficial de celebración, con la presencia del presidente de la República, Luis Guillermo Solís.
Los festejos por el aniversario se han prolongado a lo largo de este mes.
Se debe resaltar que un sistema de bandas como el que existe en el país es algo inédito: por un lado, por ser estatal; por otro, por ser civiles.
Vivas. Las bandas, sin embargo, están lejos de ser una institución anquilosada: en los últimos 25 años, se profesionalizaron y subieron su nivel técnico, gracias a la incorporación de músicos egresados de las universidades.
“Es una fuente de trabajo, somos empleados del Estado, que tenemos que cumplir un horario. Tenemos músicos muy bien formados. Nosotros ensayamos todas las mañanas, tenemos programas de extensión, somos banda de protocolo...”, apuntó Juan Loaiza, director de la Banda de San José.
La idea de que las bandas son un grupo de músicos aficionados que solo toca los domingos en un parque es incorrecta, como asegura Ricardo Vargas, director de la Banda de Cartago.
“Eso cambió, por lo menos, hace 15 años. Ahora tenemos músicos que son de planta, con salarios aceptables. Tenemos un repertorio más flexible, nos permite divulgar música de compositores nacionales”.
Vargas apunta que en uno de sus conciertos sus interpretaciones fueron de autores costarricenses; cinco de ellos, estrenos.
Ronald Estrada, director de la Banda de Guanacaste, rescata la tarea de extensión.
“Nosotros tocamos dos veces al mes; pero, también, vamos a comunidades, a escuelas... Podemos llegar a tocar más de 12 veces en un mes”.
Mauricio Salas, director de la Banda de Puntarenas, también hizo hincapié en el empeño didáctico de estas agrupaciones.
Sí llamó la atención acerca del personal a su cargo: solo tiene 20 miembros. De ellos, la mayoría son interinos.
“Estamos procurando ver la forma de cómo podemos resolver esa situación, para lograr la estabilidad de los integrantes
Una banda debería tener entre 50 y 60 integrantes. Ninguna de las agrupaciones alcanza ese número de miembros. La de San José es la más completa con 43.
A los 170 años de fundación de las bandas, su actual director, Juan Nájera, sintetiza lo que significan para el país: “Es una forma de llevar cultura a todos los lugares de Costa Rica”.