Les Luthiers está en YouTube. Una y otra vez, sin pagar un cinco, usted podría darle play a sus icónicos videos, mirarlos hipnotizado de cabo a rabo y pasar horas interminables ejecutando la misma tarea.
Básicamente es un ritual, que, como tal, siempre desencadena en la misma cosa: risas abundantes, ojos vidriosos y el convencimiento total y absoluto de que esos chés de la comedia son una bola de genios.
LEA MÁS: Les Luthiers: una vida plena de amor al humor
Son capaces de maravillar en internet, pero ¿qué pasa si los ves en vivo?
La guanacasteca Martha González lo experimentó el viernes, luego de 30 años de babear por los humoristas.
“No puedo creer que estuve aquí. Estoy realmente fascinada. Al verlos, literal, sentí que estaba al frente de unas leyendas. Casi toda mi vida los escuché en audios y los vi en videos, pero apreciarlos en vivo es una experiencia única. ”, expresó emocionada, desde la tercera fila de luneta del Teatro Melico Salazar.
“Son mejores de lo que creí siempre. Pagar por ellos valió cada colón y venir hasta aquí, desde Liberia, más. Es un sueño para mí”, agregó.
Martha, quien confesó nunca haber tenido antes los medios económicos para verlos cara a cara , viajó cinco horas para apreciar Les Luthiers presentar su show Viejos Hazmerreíres, una compilación de los mejores números de sus 50 años de historia.
En escena, el espectáculo incluyó números como Todo porque rías, Por humor al arte y Lutherapia, eso sí, completamente renovados para ser parte de una velada de la “famosísima” Radio Tertulia, nuestra opinión... y la tulia.
El legendario Marcos Mundstock –miembro fundador del grupo– y Martin O’Connor –uno de los más recientes refuerzos de Les Luthiers–, fueron los presentadores de la destartalada transmisión radial.
Mundstock y O’Connor fueron también los primeros en aparecer en escena, recibiendo por supuesto el primer baño de sonrisas y ovaciones. Sentados frente a sus micrófonos y bajo una luz tenue, los dos comenzaron a tejer un programa variado, delirante y exquisitamente sugerente.
Las carcajadas explotarían desde sus primeros intercambios en el micrófono. Siempre irónico y manejando el doble sentido en el más alto de los niveles, Mundstock y compañía montaron al público en una ola de sucesos que comenzarían a explotar en altamar.
Sí, en el océano. Las majas de Bergantín –zarzuela náutica–fue el primer número musical de la noche. Montados en un barco en el que Carlos López Puccio, otro de los genios de siempre era el ‘valiente’ capitán, una tripulación sedienta de “aquello” quedó en ascuas por culpa de unos piratas.
¡Los bribones se llevaron a las mujeres y así qué va!.
Muy mal para ellos, pero qué bien para el público, pues la fiesta de Les Luthiers recién comenzaba.
Teatro, música, muecas y chistes retóricos son un cóctel difícil de resistir, sobre todo si es Les Luthiers quien condimenta la sopa. No importa, sorprendentemente, quien que se ponga su perfilado traje entero.
¿Por qué lo decimos? Al ser una antología, Viejos Hazmerreíres nos recordó a la inolvidable figura de Daniel Rabinovich, quien en vida aportó su extraordinario talento para construir muchos de los números del espectáculo. Ni su voz, ni su cuerpo estaban ahí, pero en su honor pisan las tablas de Les Luthiers nuevos y dignos refuerzos de la agrupación.
Además de Mundstock y Puccio, Jorge Maronna se sumó al show bajo el título de veterano. Por el lado de los nuevos, figuraron por su parte O’Connor, Horacio Tato Turano y Tomás Mayer Wolf.
Nuevos y viejos revueltos celestialmente. Todos duchos con los instrumentos que magistralmente construyen en casa, con voces impresionantes e irremediablemente graciosos.
En complicidad, el Les Luthiers de hoy ejecutó la obra sanitaria Loas al cuarto de baño, la música de la serie Quién mató a Tom McCoffe, la cumbia epistemológica Dilema de Amor y el vals culinario Receta Postrera, entre otras delicias cómicas.
Nunca dieron tregua, nunca se pudo estar serio. Mucho menos al final, cuando después de haberse despedido del vibrante público el nombre de un tal Johann Sebastian Mastropiero se asomó por el Melico.
Fuera de programa y bajo una lluvia de gritos de los fans, el talento de Mastropiero despidió la noche con Los jóvenes de hoy en día, la movida pieza en que López Puccio, de 71 años, pone a prueba su esqueleto y motiva cualquier tipo de audiencia.
Fue la cereza en el pastel.¡ Les Luthiers, en el Melico, lo había hecho otra vez!.